Luis Manuel Velasco no duda en resaltar la «ignorancia y osadía» de las voces que todavía hoy afirman que no hay en Madrid una gran devoción por san Isidro. Él, que desde 2004 preside la Congregación de San Isidro de naturales de Madrid –su antecesor, José Ángel de Ayala, murió a los 92 años precisamente un 15 de mayo, fiesta del titular de la Congregación–, es testigo de que la devoción por el santo labrador no se circunscribe solo a la capital sino que llega a toda España. Hay casi 400 hermandades y asociaciones de san Isidro y santa María de la Cabeza, algunas fuera de nuestras fronteras. Según Velasco, la imagen de un santo que más se repite en las iglesias de los pueblos españoles, después de la del apóstol Santiago, es la de san Isidro Labrador.
A pesar de ello, Luis Manuel considera que en Madrid «aún tenemos una deuda» con el santo y con su esposa, santa María de la Cabeza, «pues teniéndoles tan cerca, e Isidro siendo nuestro patrón, lamento que a estos santos esposos», uno de los pocos matrimonios que han alcanzado juntos la gloria de los altares, «les saquemos tan poco partido desde la Iglesia, siendo un magnífico modelo de familia cristiana y un excelente recurso catequético». Estaríamos, «utilizando términos empresariales, desaprovechando nuestros recursos propios», asegura el presidente.
Un laico, modelo de santidad
Velasco aboga por utilizar más las figuras de san Isidro y su esposa para la pastoral y la evangelización de Madrid. Como ejemplo, menciona que la congregación colaboró con la Delegación de Familia de la archidiócesis en la celebración de la Jornada por la Vida, que se celebró en abril en la Colegiata de San Isidro y que incluyó una vigilia presidida por monseñor Osoro en la que bendijo a las madres gestantes.
En Madrid, «tenemos la enorme gracia» de tener a «un laico casado» como patrono. «La Iglesia no nos pide que nos parezcamos a san Luis Gonzaga, que también, pero aquí nos pone como modelo de santidad a unos trabajadores, padres de familia cuya situación puede ser muy parecida a la de la gran mayoría de madrileños», asegura el presidente.
La fiesta de san Isidro, añade, interpela a todos. A los creyentes, porque el santo, «les ofrece un modelo de santidad basado en la oración, en el trabajo hecho como ofrenda a Dios, en la caridad y en el amor a Dios y a la familia». Y a los no creyentes «les da ejemplo de un trabajo bien hecho, de un matrimonio bien llevado en el que había compenetración y entendimiento, y les da ejemplo para estar unidos, especialmente en las desgracias, como hicieron los santos cuando su hijo cayó a un pozo».