Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ella; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú en cambio, cuando hagas limosnas, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tú derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará (San Mateo 6, 1-6. 16-18).
COMENTARIO
La buena noticia que se nos regala hoy Miércoles de Ceniza viene a dar respuesta a nuestras preguntas: ¿qué tenemos que hacer para saber que Dios existe? Se nos proponen tres ejercicios: limosna, oración y ayuno.
Hoy, para conseguir una buena salud se nos recomienda hacer ejercicio y comprobamos que en muchas edades esta recomendación tiene garra: aparecen gimnasios, hay mucha participación en las maratones, etc…
También hoy se nos propone ejercitarnos en estos otros ejercicios: limosna, oración y ayuno, buenos para la salud, el “crecimiento personal” y para la “relación interpersonal y social”: la limosna hace referencia a la caridad, a la ayuda, a la atención de quién lo necesita y la solicita, es humanitaria y hace referencia a los mandamientos “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mc 12, 29-31).
El ejercicio de la oración nos ayuda a descubrir que no estamos solos: mediante la súplica, la petición, la acción de gracias y la alabanza, nos damos cuenta de que la vida no depende de nosotros, son los otros los que nos ayudan a vivir y a relacionarnos y de que en definitiva es Dios el creador de todo y de todos, el que nos enseña a descubrir a nuestros semejantes como hermanos.
El ejercicio del ayuno nos ayuda a ponernos a dieta saludable y privarnos de todas esas cosas que nos sobran para vivir, sean malos gestos, malas palabras, orgullos desaforados, vanidades, egoísmos, perezas, lujurias, soberbias, avaricias, envidias sin cuento, iras violentas y gulas sin apetito.