En aquel tiempo, Juan, llamando a dos de sus discípulos los envió al Señor diciendo: « ¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?».
Los hombres se presentaron ante él y le dijeron: «Juan el Bautista nos ha mandado a ti para decirte: “¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?”».
En aquella hora Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.
Y respondiendo, les dijo: «Id y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados. Y ¡bienaventurado el que no se escandalice de mí!» (San Lucas 7, 19-23).
COMENTARIO
Al meditar este pasaje del Evangelio la esperanza se hace patente, luminosa, principalmente porque Jesucristo, ante las preguntas que le hacen los discípulos de Juan, les muestra que, a través de Él, se han realizado los signos que los antiguos profetas habían anunciado como propios del Mesías y de su Reino.
Nos puede ayudar a ver esta realidad comprobarlo a través de la lectura en el profeta Isaías (29, 18-20): “…En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová…”. Así lo hace y lo dice Jesucristo en el pasaje evangélico que hoy comentamos.
A su vez, este Evangelio nos sitúa ante la persona de Juan, el cual cumple su vocación apostólica como el precursor de Jesús. Por ello manda a sus discípulos a que pregunten al Señor y, a su vez, Jesús comunica a estos discípulos de Juan que proclamen su Vida y su Doctrina –salvadoras-. Viendo como es Jesús, viendo cómo actúa Juan nos tiene que impulsar a evangelizar, a proclamar con la palabra y sobre todo con la vida que el cristianismo no es ilusorio, que es salvador,
Para esta misión personal que tenemos cada uno, no importan nuestras cualidades sino que, como Juan, aunque ahora simbólicamente, queramos ser “precursores” de Jesús. Contamos con el tesoro de la luz que siempre proporciona meditar el Evangelio. En este último mes de año, en el que celebramos el misterio gozoso de la venida de Jesús se nos presenta este Evangelio como una fuente de fecundidad apostólica; ver cómo es Jesús, ver cómo actúa y ayudar a que muchos lo vean y lo sigan.