Los 4 tipos de asesores para la Nueva Evangelización: líderes, pioneros, académicos y formadores
El 12 de octubre de 2010 fue publicada la carta apostólica en forma de motu proprio, “Ubicumque et Semper” con la cual el Romano Pontífice instituye el dicasterio y promulga su composición.
El texto explica su finalidad: «promover una renovada evangelización en los países donde ya resonó el primer anuncio de la fe y están presentes Iglesias de antigua fundación, pero que están viviendo una progresiva secularización de la sociedad y una especie de «eclipse del sentido de Dios», que constituyen un desafío a encontrar medios adecuados para volver a proponer la perenne verdad del Evangelio de Cristo”.
El 30 de junio de 2010, el arzobispo Rino Fisichella, un hombre que viene del mundo académico y que había disgustado a muchos asesores en su paso por la Pontificia Academia de la Vida, fue nombrado Presidente. Como número dos, el arzobispo colombiano José Octavio Ruiz Arenas. Y después se conocieron a los obispos y cardenales del Consejo, en su mayoría prelados de grandes urbes. Solo había un obispo español: Alfonso Gozález Montes, de Almería.
Los que «de verdad» deciden en el Pontificio Consejo son esos obispos y cardenales, con Fisichella al frente. Pero los que aportan ideas y experiencias, «medios adecuados» (como dice Benedicto XVI) o «nuevos métodos, nuevo ardor, nueva expresión» (en palabras de Juan Pablo II) son los asesores y consultores pontificios.
A finales de 2011 ya se nombraron 25 consultores para Nueva Evangelización. Podríamos dividirlos en cuatro tipos, que vamos a definir.
1) Líderes de familias eclesiales: pueden ser líderes de nuevos movimientos (como los Focolares), o de órdenes tradicionales (como los salesianos). Aunque oficialmente cada consultor se representa solo a sí mismo, en la práctica la idea es que esa familia eclesial conozca, y si cabe, aplique en sus ámbitos, los «medios adecuados» que se estudian y difunden en el Consejo. Al ser líderes de realidades globales (hay salesianos en todo el mundo, por ejemplo) tienen una visión mundial y cercana al terreno de los retos (distinta a la del académico teórico o el obispo muy centrado solo en su país).
2) Pioneros de probada eficacia: son aquellos que han puesto en marcha algo nuevo «que funciona». Es importante insistir en el «que funciona», algo que se demuestra si ya hay miles de personas positivamente impactadas por ese «nuevo método» o «nueva expresión». Así, el madrileño Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, que ha impactado en la fe de un millón de personas y tiene un método propio, es un «pionero de probada eficacia». El barcelonés Xavier Morlans, con su método «Volver a creer», lo ha visto extenderse en varias diócesis catalanas, a veces suscitando adaptaciones o variaciones.
3) Formadores 2 Timoteo 2,2: son aquellos capaces de entrenar otros líderes; no te llenan las calles, pero te transforman a los seminaristas, a los catequistas. Son los que trabajan con los «cuadros intermedios», aunque aún no hayan llegado a muchas personas. En 2 Timoteo 2,2 leemos: «Lo que has oído que yo enseñaba ante muchos testigos, enséñaselo a hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros». Están en el Consejo para dar ideas a los obispos acerca de cómo renovar a sus agentes pastorales, por ejemplo.
4) Académicos y analistas: son aquellos que pueden asesorar desde el Derecho Canónico o desde la teología, más que desde la práctica pastoral. También colaboran en la reflexión sobre temas de debate de frontera, como la relación ciencia y fe, o la presencia cristiana en el debate académico (que es distinto a su presencia en el campus, entre los estudiantes).