Alfonso V. Carrascosa«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: “ld y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo”». (Mt 10,7-15)
Somos mandados por Jesús a predicar el Evangelio. Para que la Palabra pueda ser acogida se nos da poder para realizar signos que ayuden a creer. Y se subraya la gratuidad de tal tarea: lo mismo que se ha hecho con nosotros, hagámoslo nosotros con los demás.
Esta Palabra no es una actividad a desarrollar en nuestras fuerzas; la de la evangelización es tarea de Dios. Hemos de ser elegidos, ser enviados, y perder la vida, pero quien hace Hijos de Dios es el mismo que resucitó a Jesús de entre los muertos, en el Espíritu Santo.
Tantas veces, por miedo al rechazo este mandato no se realiza en nosotros, pero Cristo nos lo vuelve a proponer hoy. Y la Palabra actúa y tiene el poder de realizar aquello que proclama.
Para subrayar la gratuidad del anuncio, anuncio que puede ser rechazado, que no se impone sino que se propone, la precariedad es la mejor compañera. Estos son los pobres que serán dichosos, porque Cristo aceptó el rechazo: Dios acepta ser rechazado. Pero nosotros no, nosotros por miedo al fracaso no anunciamos el Evangelio tantas veces, cuando el rechazo es una ocasión única que nos permite parecernos a Jesús.
Queremos tener éxito, llenar la faja, la alforja…y no se trata solo de eso. Desde luego que Dios es totalmente el “otro”, el que nunca da nada por perdido, el que no nos da por perdidos. Convirtámonos a Él, que tanto se interesa por nosotros: para Dios no hay nada imposible. Dejemos que nos rechacen: no importa. No creamos que Cristo ha fracasado porque todos no sean cristianos, porque la Palabra no volverá a Dios de vacío sin haber cumplido su encargo… y Dios ha hecho justicia en su misericordia: la misericordia se ríe del juicio.
1 comentario
porque para anunciar el evangelio es necesario perder la vida, ser enviado y ser testigo de la miserciordia de Dios.
A pesar de ello, habrá muchos que rechacen la palabra y no solo eso, sino que verán enviados del demonio, o fanáticos o locos, pero de igual manera fue tratado Cristo y no abrió la boca como cordero llevado al matadero.