Mi nombre es Rocío, tengo 18 años y quiero contaros una historia un poco especial: la mía. Quizás muchos os estéis preguntando: «Y a mí… ¿qué? ¿Qué tiene ésta que ver conmigo?» Muy fácil. Yo he sido alumna de La Salle. En este centro he cursado todo el bachillerato, he estado en las aulas en las que estáis vosotros ahora, he paseado por vuestros pasillos y, como algunos haréis en junio, me he enfrentado a la selectividad. Pero, empecemos por el principio:
Comencé 1° de Bachillerato con 16 años, como la gran mayoría de vosotros. Terminé el curso con muy buenas calificaciones que me permitían aspirar a cualquier carrera. Empecé 2° con energías renovadas y con mi objetivo marcado: quería estudiar Comunicación Audiovisual. Me enteré de que la Universidad Francisco de Vitoria concedía becas a la excelencia académica; es decir, si tienes una media en bachillerato superior a 9, te pagan la carrera. Segundo fue un curso muy duro para mí, en el que tuve que esforzarme al máximo. Me dejé la piel, pero finalmente me concedieron la beca.
Pero, no todo en mi vida eran estudios. Mi grupo de amigos, por ejemplo, se convirtió en un pilar fundamental para mí. Siempre estuvieron cuando los necesité, me apoyaron, me animaron y también me ayudaron a desconectar.
Otro punto importante fue el voluntariado. Sí, este verano viajé a Perú un mes con el colegio. Fue una experiencia increíble que recomiendo a todo el mundo. Así pues, los que estáis ahora preparándoos… ¡ánimo! ¡Merece la pena!
En fin, resumamos. Se puede decir que lo tengo todo en esta vida, ¿no creéis? Estudio lo que quiero, donde quiero, la carrera me va estupendamente, tengo un montón de amigos extraordinarios, he viajado a Perú, a Roma, a Sydney…, me espera un futuro prometedor y envidiable… ¡Tengo todo lo que un joven puede desear! Lo tengo todo y… sin embargo… Hay un vacío en mí que no he logrado llenar con nada de eso. ¿Conoces esa sensación de vacío, de que te falta algo, de que hay algo dentro de ti que te pide más? ¿Te has preguntado alguna vez por el sentido de tu vida? Y después… ¿qué? ¿Qué hay detrás de todo esto?
Yo me hacía constantemente estas preguntas, pero no quería saber la respuesta. Tenía miedo, mucho miedo. Pero ya me he cansado. Llevo cuatro años huyendo y estoy harta de correr mirando hacia atrás. Ha llegado el momento de enfrentarse a ello.
A principios de este mes firmé mi solicitud de baja de la Universidad. He dejado la carrera y he renunciado para siempre a mi beca. ¿Por qué? Porque «Alguien» me ha mirado a los ojos y me ha dicho: «Déjalo todo… y sígueme”
Él ha estado mucho tiempo esperándome y yo he estado mucho tiempo huyendo. Pero llega un momento en el que no puedes más. ¿Por qué conformarte con cachitos de felicidad si puedes lograr la felicidad completa? Me niego a ser como el joven rico que lo tenía todo… y se marchó triste. ¡Yo quiero ser feliz! Ya lo soy en realidad… Sí, queridos amigos… ya he tomado mi decisión y he decidido ser feliz…. Este sábado, 21 de noviembre he ingresado en el convento de las dominicas de Lerma, convento de clausura. Y… ¡ojala me hubiera rendido antes! Tengo ahora una paz y una alegría que no cambio por nada… ¿qué se puede esperar, teniendo el mejor novio del mundo?
A mí me ha costado cuatro años, pero, compañeros, compañeras… ¡Cristo está vivo! ¡Y te ama con locura! Puedes escupirle, insultarle… pero Él no dejará de amarte. Y te quiere así, tal como eres. Él no te ama a pesar de tus errores, tus problemas… ¡te ama precisamente por ellos! ¡¡Cristo ama tu debilidad!! No quiere que seas perfecto, que no caigas nunca… ¡no! Cuando caigas, É lquiere ayudarte a levantar. Ya lo decía San Pablo: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte» o, como dice el Señor: «Mi fuerza se realiza en tu debilidad». Es, simplemente, una cuestión de trabajo en equipo. No es que uno trabaje y Otro mire, o al revés. Los dos tienen que poner de su parte, remar juntos hacia un mismo destino.
Así pues… ¡no tengáis miedo de Cristo! Si Él te promete la felicidad es porque puede dártela. ¡Es un Amigo que nunca falla!
Os espero en el convento de las dominicas de Lerma.
Rocío