En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.
Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: «Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama» (San Lucas 11, 14-23).
COMENTARIO
Hoy, en el evangelio, vuelve a aparecer la figura del diablo. Es cierto que el maligno está, que el mal existe y que tiene raíces tan profundas que nosotros no podemos conseguir eliminarlas del todo, pero Jesús es el más fuerte, aquel que puede vencer y expulsar el maligno de forma total.
Por eso resulta sorprendente ver dónde puede llegar la ceguera y la malicia humana, en este caso de unos fariseos quizás. (Marcos informa que se trataba de escribas venidos de Jerusalén). Tienen delante la Bondad en persona, Jesús, el humilde de corazón, el único Inocente y no se enteran. Se supone que ellos son los “sabios de Israel”, los que podrían discernir entre lo que viene de Dios y lo que viene del demonio y resulta que no sólo no lo reconocen, sino que lo acusan de diabólico. Precisamente El mismo profeta Isaías había usado este poder de Dios para describir la venida del mesías (Is 49,24-25) y por esto San Lucas dice que la expulsión del demonio es una señal evidente de que el Reino de Dios ha llegado. Solo algunos, se supone la gente más humilde e ignorante tal vez, quedó impresionada por el milagro que acababan de ver: “la multitud se quedó admirada”
Jesús compara el demonio con un hombre fuerte. Nadie, de no ser una persona más fuerte, podrá robar en esa casa. Jesús es indudablemente más potente y fuerte que el demonio. Él se enfrenta a las fuerzas del mal, y el poder de las tinieblas no lo puede dominar Por esto consigue expulsar a los demonios y liberar a las personas que estaban bajo el poder del mal.
Es sin duda una llamada a la conversión, porque el “reino de dios ha llegado “. Está llegando para nosotros en este camino de la Pascua y nos invita a volver la mirada a Jesús, en este tiempo de cuaresma, pidiendo su poder sobre tantos demonios que nos atenazan y encadenan.
ANIMO ¡LA PASCUA, LA LIBERACIÓN DEL PODER DEL MAL ESTA CERCA!