Hay prisa. En el quingentésimo aniversario de esa catástrofe que fue para la fe cristiana la mal llamada ‘Reforma’ luterana, hemos visto, toca dar la vuelta a todo lo que la Iglesia ha dicho de este drama y de su archiherético responsable y ‘celebrar’ la fecha en modo ‘cumpleaños feliz’.
Pero la cosa no iba a quedar en buenas palabras o en un acercamiento ‘diplomático’. En el último comunicado conjunto del Vaticano y la Federación de Iglesias Luteranas ya pudimos ver que el objetivo era la misa, hacer del Sacrificio del Altar una ceremonia común para unos y otros.
Y, como decimos, hay prisa: la sugerencia la ha recogido esa organización siempre lista para todo tipo de innovaciones litúrgicas y doctrinales, a condición de que no recuerden para nada a lo que ha sido hasta ahora, las llamadas Comunidades de Base.
Parece ser que, de forma no oficial, se ha pedido desde las altas instancias a estas comunidades y a la organización gemela Somos Iglesia que empiecen a organizar los primeros ‘experimentos’ de celebración eucarística compartida con los luteranos
No hay que decir que a las Comunidades de Base les ha faltado tiempo para aceptar la invitación ‘oficiosa’, publicando una nota sobre la necesidad de diseñar y ofrecer ya “misas ecuménicas” a las que se invite a nuestros hermanos separados.
Y del dicho, al hecho, porque desde este 5 de noviembre, las Comunidades Católicas participarán ya en la “celebración de la cena” del templo luterano de Vía Sicilia en Roma, la diócesis misma de Francisco.
“Por tanto nosotros (Comunidades de Base) […] vendremos aquí, a vuestra iglesia, agradecidos a vuestra hospitalidad, para participar plenamente en vuestra celebración, tomando con vosotros el pan y bebiendo el vino preparados en la mesa del Señor”, señalan en la nota hecha pública. “Asumimos con serenidad esta decisión responsable, convencidos de que forma parte de un camino irreversible que llevará a nuestras Iglesias a unirse en plena pacificación teológica y a trabajar juntas y unidas”.
A las “innovaciones” litúrgicas estamos ya bastante hechos los católicos desde hace muchas décadas, con lo que no queda para asustarse sino esa palabra, “irreversible”, y el hecho, inaudito hasta la fecha, de que esta vez responda a una invitación llegada de Santa Marta, por muy no oficial que sea, y que vaya a llevarse a cabo a un tiro de piedra de San Pedro.
‘Motus in fine velocior’: los procesos se aceleran a medida que llegan a su conclusión, y este súbito acercamiento a las confesiones protestantes está sucendiendo más deprisa, me temo, de lo que los católicos corrientes pueden digerir, tras tantos siglos de considerar a Lutero uno de los peores heresiarcas de la historia