La venganza del perdón
Bartolomé Blanco nació en Pozoblanco en 1914 y
murió fusilado a los 21 años. Huérfano de padre y
madre vivía con sus tíos. Era catequista con los salesianos,
secretario de Acción Católica y sindicalista obrero.
Él siempre defendía que se podía ser obrero y católico
y que no había mayor doctrina de justicia social que la
fe cristiana. Todos cuantos le conocían destacaban de él
su gran bondad. Un claro ejemplo es que cuando tuvo
que abandonar la escuela a los doce años, escribió una carta a su maestro dándole las gracias por la
educación recibida y otra a sus compañeros pidiéndoles que hicieran siempre caso del profesor.
Sin embargo, lo que podía haber sido una vida de bondad hacia todos los que le rodeaban, se vio
cortada en seco por nuestra guerra fraticida. Así, ya en agosto de 1936 fue encarcelado en su pueblo,
Pozoblanco. Cuando en septiembre lo trasladaron hasta Jaén, ya sabía que su fin estaba próximo.
Sin embargo, los que entonces le conocieron aseguraron que en los últimos días de su vida
se mostró tranquilo y feliz. El 1 de octubre de 1936, la noche anterior a ser fusilado, escribió dos
increíbles cartas. Una a sus tíos y primos y otra a su novia. Reproducimos parte de la carta que
envió a su familia donde muestra el testimonio del perdón:
!»Qu# muerte tan dulce la de este perseguido por la justicia! Dios me hace favores que no merezco propor$
cion%ndome esta gran alegr&a de morir en su Gracia. Miro a la muerte de frente, y no me asusta, porque s#
que el Tribunal de Dios jam%s se equivoca y que invocando la Misericordia Divina conseguir# el perd’n de
mis culpas por los merecimientos de la Pasi’n de Cristo. Conozco a todos mis acusadores; d&a llegar% que vos$
otros tambi#n los conozc%is, pero en mi comportamiento hab#is de encontrar ejemplo, no por ser m&o, sino
porque muy cerca de la muerte me siento tambi#n muy pr’ximo a Dios Nuestro Se(or, y mi comportamien$
to con respecto a mis acusadores es de misericordia y perd’n.
Sea esta mi )ltima voluntad: perd’n, perd’n y perd’n; pero la indulgencia que quiero vaya acompa(ada del
deseo de hacerles todo el bien posible. As& pues, os pido que me vengu#is con la venganza del cristiano: devol$
vi#ndoles mucho bien a quienes han intentado hacerme mal. Y nada m%s; me parece que estoy en uno de mis
frecuentes viajes y espero encontrarme con todos en el sitio a donde embarcar# dentro de poco: en el cielo. All&
os espero a todos y desde all& pedir# por vuestra salvaci’n. Os sirva de tranquilidad el saber que la m&a, en
las )ltimas horas, es absoluta por confianza en Dios*.