En aquel tiempo, habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo esta parábola:
-«Salió el sembrador a sembrar su semilla.
Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron.
Otro parte cayó en terreno pedregoso y, después de brotar, se secó por falta de humedad.
Otro parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron.
El otra parte cayó en tierra buena y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno».
Dicho esto, exclamó:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos qué significa esa parábola.
Él dijo:
-«A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, “para que viendo no vean y oyendo no entiendan”.
El sentido de la parábola es éste: la semilla es la palabra de Dios.
Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.
Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro.
Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, lo guardan y dan fruto perseverancia». (Lucas 8, 4-15)
Dice el papa Francisco que quien ha tenido la fortuna de trabajar en el campo lo sabe. El terreno donde cae la semilla es esencial, para su crecimiento y desarrollo. Los que tienen como misión la predicación y el cuidado de las almas, tienen el deber de “Elegir el terreno. Hay que preparar la tierra. Hay que cuidar la semilla y tirarla a tiempo. Hay que regar, quitar las malas hierbas.” Dice el papa.
Hemos oído en muchas homilías comentar esta parábola y nos ha quedado claro lo que el Señor quiere decir.
Jesús mismo lo explica a los discípulos qué representan en la parábola cada una de las dificultades para que la semilla germine. ¿Cómo intentar explicarlo mejor que Jesús mismo?
Los del borde del camino: están apartados por el diablo de una tierra favorable. Hoy no se cree en la existencia del diablo y le viene muy bien para actuar sigilosamente.
Las piedras son las pruebas ante las dificultades de la vida: los dolores, las enfermedades, la pobreza.
Las zarzas representan los placeres de la vida, el poder, el dinero, que nos tientan y sujetan con promesas de falsa felicidad.
Y dan fruto los que reciben la palabra “con un corazón noble y generoso”.
Pero hay una frase que sueleestar menos comentada, sobre la que me gustaría reflexionar hoy.
A solas con Jesús los discípulos le preguntan ¿ Qué quiere decir esta parábola? en la versión del evangelio de Lucas. Pero en el evangelio de Mateo los apóstoles le preguntan, no lo que significa, sino por qué habla en parábolas a los demás.
En las dos versiones el Señor les responde: “ A vosotros se os ha dado a conocer los misterios del Reino de Dios, a los demás sólo en parábolas, para qué viendo no vean y oyendo no entiendan.” Es una frase que vemos en ( Isaías 6 9-10) e impresiona intensamente porque añade : “ no sea que vean con sus ojos y con sus oídos oigan y con su corazón entiendan y se conviertan y yo los sane. (O “les cure” en otras versiones).” Aparece también esta frase en Juan 12 40, cuando Jesús anuncia su glorificación por la muerte y habla de la incredulidad de los judíos.
¿No quiere Dios la salvación de todos? Claro que sí. El Señor parece decirlo con una cierta ironía. Jesús separa a los discípulos, hombres sencillos, dóciles, de corazón blando y dispuestos a creer, de los otros judíos: los fariseos y doctores de la ley tan engreídos, seguros de su saber y su fe, pero endurecidos de corazón.
A ellos no quiere aclarárselo ni ponérselo fácil. Porque si ven, entienden con su corazón y se convierten les sanará, como dice en Isaías, pero no se merecen las facilidades que Dios da al que, como los discípulos, se pone confiado en sus manos.
A los que llenos de soberbia no quieren bajar la cabeza ante la posibilidad de la existencia de un Dios, un ser superior. Dios les exige que se trabajen su fe, que luchen por entender, que busquen con esfuerzo la verdad, que abran sus ventanas a la luz, y entonces se les dará la claridad.