La serpientese apodera de la educación
por Joaquín Díez Macías
TODO EL REVUELO QUE SE
ESTÁ ORGANIZANDO EN
ESTOS ÚLTIMOS MESES POR
LA IMPLANTACIÓN EN LOS
COLEGIOS DE LA NUEVA
ASIGNATURA “EDUCACIÓN
PARA LA CIUDADANÍA”
ME TRAE A LA MEMORIA
AQUELLAS PALABRAS DE
SAN PABLO :”PORQUE
NUESTRA LUCHA NO ES
CONTRA LA CARNE NI LA
SANGRE, SINO CONTRA LOS
PRINCIPADOS, CONTRA LAS
POTESTADES, CONTRA LOS
DOMINADORES DE ESTE
MUNDO TENEBROSO,
CONTRA LOS ESPÍRITUS DEL
MAL QUE ESTÁN EN LAS
ALTURAS.” (EF 6,12)
POR TANTO, ¿CONTRA
QUIÉN LUCHAMOS?, ¿CONTRA
QUIÉN OBJETAMOS?
los objetores del Antiguo Testamento
Desde el principio de los tiempos, el poder político y temporal ha querido
someter socialmente al hombre y, lo que es más grave, subyugar también su
voluntad, su espíritu y religiosidad.
Un ejemplo lo encontramos en el rey Nabucodonosor, el cual hace 2600
años llevó al pueblo de Israel al exilio en Babilonia obligándole a cumplir las
leyes persas. Aunque nunca pudo conseguir que los judíos renegaran de su
Dios Yahvéh, mandaba decretar severas disposiciones con este cometido.
Así, uno de los decretos emitidos por el monarca obligaba a todos los habitantes
de Babilonia —fueran o no judíos— a postrarse ante una estatua
suya bajo pena de muerte si no obedecían, a sabiendas de que los judíos lo
tenían prohibido por la ley de Moisés. De esta manera se pretendía conseguir,
por el miedo a la muerte, someter al pueblo de Israel y doblegar su espíritu,
sus creencias, su fe. Pero hubo tres jóvenes que “objetaron” esa ley y no
se sometieron al arbitrio del rey. A pesar de ser conscientes de que podían
perder la vida, se negaron a adorar estatua alguna de hombre mortal. Es
decir, prefirieron morir antes que apostatar de su Dios Yahvéh. Su desobediencia
les llevó a ser condenados al horno de fuego, y precisamente fue allí
donde aconteció el Señor.
El Dios que invocaron, aquel que defendieron con todas sus fuerzas, no les
dejó en la muerte, sino que les salvó de las llamas enviándoles el Espíritu en
forma de brisa suave que impidió que perecieran atrapados por el fuego.
Todavía hoy todos los domingos en la oración de Laudes de la Iglesia se reza
el canto de alabanza y bendición que entonaron los jóvenes Ananías, Azarías
y Misael. Cuando el propio Nabucodonosor se enteró del milagro quedó tan
impresionado por el poder de Dios que publicó un nuevo edicto. En este
caso iba en defensa de los jóvenes, pues prohibía meterse con ellos y con
su Dios Yahvéh (cfr. Dn 3).
el verdadero amo del mundo
Este ejemplo de la Escritura viene a recordarnos que la lucha viene de antiguo.
Como recoge el catecismo, el alma tiene tres enemigos: mundo, demonio
y carne. Hablar del demonio parece arcaico; sin embargo, no por ignorarlo
va a dejar de existir. Es más, quizá una de sus grandes victorias es que ya
nadie habla ni cree en él, lo que hace por tanto que sea muy difícil defendernos
de su presencia.
La mera mención de su existencia o la alusión
a términos como instrumento del Mal o colaboradores
del Mal, convierte al que lo nombra
—como es el caso del cardenal D. Antonio
Cañizares— en un oscurantista y retrógrado para
la sociedad, olvidando que ya desde Adán y Eva,
el Maligno no ha cejado en su empeño: pretender
apartarnos de Dios, de la Verdad y del Bien.
Por su parte en el Evangelio también aparece
esta lucha contra el mal en muchas ocasiones.
Una de ellas se recoge en las tentaciones de
Jesús. Por ejemplo en la tercera tentación, cuando
el diablo lleva a Jesús a un monte muy alto y
le muestra todos los reinos del mundo y su gloria,
le dice: “Todo esto te daré si postrándote me
adoras” (Mt 4,8-9).
Si leemos detenidamente estos versículos, podemos
encontrar conclusiones muy interesantes. En
primer lugar, el Maligno ofrece a Jesús el mundo
porque es suyo. Los poderes terrenales, el dinero,
la fama, el prestigio, etc., pertenecen al demonio y
así se lo hace saber (“Todo esto te daré…”). Esta tentación
es muy importante, ya que el ser humano
se ve sometido a ella continuamente.
El demonio nos ofrece éxitos, dinero, poder…, es
decir, todo aquello que pudiésemos desear en
este mundo a cambio de una sola cosa: renunciar
a hacer la voluntad de Dios.
Y éste es el meollo de la cuestión. Si nos dejamos
llevar por las modas del mundo, es entonces
cuando nos vemos recompensados y queridos.
Somos “como todo el mundo”. Sin embargo, lo
difícil es permanecer en la fe, ser fiel a las convicciones
morales que nos hacen “distintos”; no caer
en el “relativismo moral”, donde todo vale con tal
de que no se haga daño a nadie, donde no existe
el Bien y la Verdad con mayúsculas, sino que a
fin de adaptarse a lo políticamente correcto, todo
es relativo.
ser valientes para rechazar el mal
En estos tiempos que corren, el poder político
quiere someter al hombre hasta sus últimas consecuencias.
Pero no le basta con tenerle bien
atado por el Estado de bienestar, sino que también
quiere darle una espiritualidad irreligiosa. O
lo que es lo mismo, una ética que prescinda de la
moral cristiana. Justamente cuando es esta última
la que ha construido los cimientos de nuestra
civilización.
EL MALIGNO OFRECE EL MUNDO A JESÚS
PORQUE ES SUYO. LOS REINOS, LOS PODERES
TERRENALES, EL DINERO ETC., LE PERTENECEN
Y ASÍ SE LO HACE SABER
“TODO ESTO TE DARÉ
SI POSTRÁNDOTE ME ADORAS…”
NUESTRA LUCHA NO ES CONTRA EL GOBIERNO O CONTRA UN MINISTRO, SINO CONTRA EL
MALIGNO QUE UTILIZA A LOS PODERES PÚBLICOS, POLÍTICOS, PARA LUCHAR CONTRA EL HOMBRE
El Maligno ha elegido un arma como es la asignatura
“Educación para la Ciudadanía” para luchar contra
los cristianos. Así pues, ha llegado la hora, al igual que
lo hicieron los tres jóvenes hebreos Ananías, Azarías y
Misael en Babilonia, de no dejar que el poder humano
y político suplante a Dios en nuestras vidas.
Es verdad que existe el riesgo de caer en una tentación
muy fuerte como es la de dejarlo pasar. En esta
misma tentativa hubieran podido sucumbir los tres
jóvenes y haber dicho: “Adoremos la estatua del rey
para que no nos maten y luego en la intimidad del
hogar seguiremos adorando a Yahvéh.”
También nosotros podemos pensar: “Aunque mi hijo
reciba esta asignatura, yo en casa le voy diciendo lo
contrario, le explico mis convicciones, lo que yo creo
que está bien y está mal.”
Pero no estamos solos. El Señor Jesús nos ayuda a
vencer esta prueba si leemos lo que contestó al
Maligno en Mt 4,10: “Apártate, Satanás, porque está
escrito: Al Señor tu Dios adorarás y solo a Él darás
culto”.
Es pues el momento de adorar al Señor en “espíritu
y en verdad” (Jn 4,23). De darle culto como conviene,
aun corriendo el riesgo de que ello nos haga
diferentes a los que nos rodean. Quizás hasta hoy
nos hemos dejado llevar un poco por la corriente
del mundo. Con un gran número de bautizados,
parecía que casi todos eran creyentes, que la moral
cristiana era asumida con normalidad.
“EL ALMA TIENE TRES ENEMIGOS:
MUNDO, DEMONIO Y CARNE.
HABLAR DEL DEMONIO PARECE ARCAICO;
SIN EMBARGO,
NO POR IGNORARLO
VA A DEJAR DE EXISTIR”.
“VALORES ATEOS COMO LA TOLERANCIA,
EL MATRIMONIO HOMOSEXUAL,
EL DIVORCIO EXPRÉS, EL ABORTO,
LA EUTANASIA, EL RELATIVISMO,
LA SEXUALIDAD LIBRE, ETC.
SON DEFENDIDOS CON
TOTAL NATURALIDAD ANTE LA
PASIVIDAD DE MILES DE BAUTIZADOS”.
Ahora no es así. La tónica dominante ha cambiado.
En estos tiempos está emergiendo una sociedad
no sólo atea, sino antirreligiosa, es decir, contraria
a todo lo relacionado con Dios, la Iglesia y el
cristianismo. Como muestra de ello, hágase la
prueba. Pronúnciese la palabra Dios, al momento
habrá originado un gran revuelo dentro de un
ambiente de nerviosismo e incluso violencia.
peligro: pasividad a la vista
Y es que esta sociedad manejada por el Maligno
está dando la vuelta a las virtudes heredadas del
cristianismo. Valores ateos como la tolerancia, el
matrimonio homosexual, el divorcio exprés, el
aborto, la eutanasia, el relativismo, la sexualidad
libre, etc. son defendidos con total naturalidad ante
la pasividad de miles de bautizados. De tal manera
están ganando terreno en nuestra sociedad, que
cada vez son más aquellos que les parecen respetables
y normales estos conceptos. Pero el coste
de ello es enorme. Los cristianos nos arriesgamos
a que estas ideas con las que pretenden inocular
a nuestros hijos nos enfrenten irremediablemente
a ellos. Así, cuando unos padres cristianos comprometidos
hablen a sus hijos de matrimonios
heterosexuales como los únicos posibles; del
matrimonio indisoluble; de la castidad; de perder
la vida por los hijos y por los padres mayores; de
la corrección y autoridad paterna… un abismo
separe a ambos.
Los hijos defenderán su verdad, la del mundo, considerando
que la de sus padres es otra, muy arcaica
y trasnochada. Cuando en realidad sólo hay una
única Verdad y un solo Bien y ése es Cristo que nos
ha dicho:”Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”
Cristo, por tanto es el Camino, pero su lucha no
fue contra Pilatos o contra Herodes, sino frente al
Maligno, que tenía atenazado al hombre por el
miedo a la muerte. El mismo Dios, encarnado en
su Hijo Jesucristo venció al Mal al entregar su vida
como rescate por todos nosotros. Por tanto nuestra
lucha no es contra el gobierno o contra un
ministro, sino contra el Maligno que utiliza a los
poderes públicos para luchar contra el hombre.
Por ello debemos objetar sin reparos y sin miedo
esta asignatura que quiere adoctrinar a nuestros
hijos. Si bien por un lado se inmiscuye en la parcela
reservada a los padres y familias, por otro pretende
relativizar toda verdad y todo bien que
viene de lo alto, que viene de Dios. Aunque eso sí,
es muy importante que llevemos a cabo una objeción
sin violencia, sin rencor hacia nadie. Siguiendo
en todo a nuestro Maestro, como Cristo ante
Caifás, cuando le pega el guardia y Jesús dice: “Si he
hablado mal, declara lo que está mal; pero si he
hablado bien, ¿por qué me pegas?” (Jn 18,23).