En Navidad nos felicitamos porque Dios se ha hecho hombre. Yo me preguntó por qué en Pascua no hacemos lo mismo, si es precisamente el fundamento de toda nuestra fe. “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe” nos dirá San Pablo en su carta a los Corintios.
El hombre condenado a la muerte está llamado a la vida. Y Jesucristo ha venido para darnos vida y vida en abundancia. Para ello exhaló su espíritu en la cruz, para que nosotros pudiéramos recibir por su resurrección este mismo espíritu de vida que nos comunica.
Él nos dice en el Evangelio: “Así como mi Padre me ha amado así os he amado yo. Permaneced en mi amor.” Es este Espíritu de amor que nos permite clamar : ¡Abba, Padre! El Padre nos ha dado a su Hijo para hacernos hijos suyos. Y el amor que une al Padre con el Hijo es este Espíritu de Amor que nos infunde a nosotros la capacidad de amar a Dios sobre todas las cosas y nos capacita para amar a nuestro prójimo, aun cuando este se haya convertido en nuestro enemigo.
“Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian, devolved bien por mal…” De esto solo es capaz el verdadero cristiano, aquel que ha recibido el espíritu del Resucitado, al que celebra la Pascua no como una conmemoración, sino que ha entrado en el profundo sentido de que Él esta vivo. “Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”.
Por esto la importancia de tomar en serio la noche de la gran Vigilia y no verla como una noche ritual larga, sino entrar en el espíritu de alguien que espera un gran acontecimiento, una noche velando porque el Resucitado viene a nuestro encuentro.
Nuestros hermanos mayores en la fe velan toda la noche porque Dios pasa con mano fuerte y brazo extendido. Y aunque este año la Pascua de ellos no coincida con la nuestra -ya que este año su Seder lo celebran el 6 de abril, que en realidad se prolonga con los panes ácimos durante toda la semana, recordando así su paso de la esclavitud a la libertad-, nosotros también pasamos de la esclavitud del pecado a la vida. El que se sienta triste y abatido que venga a celebrar Pascua con nosotros, esta es la invitación que hace la Iglesia a todos los hombres.
Noche de vela, de expectación, Cristo viene a su Iglesia para hacer de todos nosotros hombres nuevo. Hombres nuevos como Dios hace la naturaleza nueva en primavera. Todo se despierta, lo que parecía muerto despierta a nueva vida. En nosotros había la vida bautismal que estaba muerta por nuestros pecados, pero Cristo Resucitado, como nueva primavera nos despierta a la vida nueva, a la vida que no se acaba, vida eterna.
A todos, deseo una Pascua fecunda en santidad en el encuentro con el Resucitado.