En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló ante él y le dijo: «Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá.»
Jesús lo siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla, le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha curado.» Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: «¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La noticia se divulgó por toda aquella comarca (San Mateo 9, 18-26).
COMENTARIO
Para Dios no hay nada imposible. De eso se trata de los posibles e imposibles. Hay tres elementos a los que conviene acercarse para no caer en fideísmos inoportunos: Lo difícil imposible, lo difícil posible y las claves.
Lo difícil imposible es aquello que no va a cambiar. Por ejemplo, no me gusta el pescado y por más educación que tenga seguramente no me gustará jamás-. O no me gusta leer y probablemente no me gustará hasta que me muera.
Hay pasajes en el evangelio que nos pueden suministrar ejemplos. En una ocasión dijo el Señor que si no nos reciban que sacudamos el polvo de las sandalias de los pies en las plazas. Uno podría decir que es un poco radical, que va contra la fe, que nunca hay que desesperar de nadie, que va contra el espíritu apostólico, que… sin embargo es el mismo Señor el que nos dice que lo hagamos así. En otro pasaje dirá que no echemos las perlas a los cerdos. Esto, que parece derrotismo, es sabiduría de Dios. Diríamos que estamos en presencia de difíciles imposibles, de algún modo.
Los difíciles posibles son aquellos que admiten cambios, posibilidad de transformarse. Tan solo es cuestión de aplicar las claves adecuadas para disolver tal nudo o dificultad. Estas claves pueden ser psicológicas, espirituales o divinas.
Por ejemplo, en la película La vida es bella hay un difícil imposible (de resolver) que es la muerte segura del protagonista. Con todo, es capaz de hacer feliz a su hijo y mujer a quien consigue salvar. Activando la clave del buen humor consiguió disolver los difíciles (nazis castigadores) posibles (de resolver). Sin buen humor, sin espíritu deportivo, sin ánimo flexible, la prueba no habría sido superada.
Los difíciles imposibles corren un peligro doble. El primero consiste en “apantallar”, es decir, absolutizar, magnificar un problema; hacer de un simple capítulo un libro entero. Una hormiga negra no significa que la montaña se negra. El efecto “apantallador” hace verlo todo en tono gris, es decir, todo se vuelve imposible, simplemente porque una cosa es imposible.
El otro peligro es la posible y fácil confusión entre los difíciles imposibles con los difíciles posibles. Cuando Dios le pide a Abrahán que mate a su hijo, ¿estamos ante un difícil imposible o posible? La respuesta no es tan fácil.
Aplicando la clave de la fe (sobrenatural) se resuelve lo aparentemente difícil imposible.
Hay un pasaje evangélico en que se dice que si un árbol no da fruto se le corte, no de inmediato, sino después de un tiempo. Su final, ha sido el corte, la muerte. No ha sido posible su salvación.
Así nos encontramos ante los difíciles imposibles, los difíciles posibles, las claves y los difíciles que por parecer imposibles, parecen que lo son pero que resultan ser posibles finalmente; son diríamos, difíciles a medio camino entre los imposibles y posibles.
Al aceptar esta realidad de cosas que parecen que no cambian (maneras de ser, gustos particulares…) no se pretende atacar la fe, al revés, se trata de vivir un fe realista, sólida y verdadera. Así se evita todo fideísmo, que no tiene nunca en cuenta la realidad. Estamos ante la prudencia del espíritu, bien distinta de la prudencia de la carne. Sí, hay cosas que parecen no cambiar. No hay que desesperarse, hay que contar con ello. Esto no va a impedir la santidad.
El evangelio de hoy nos habla del fallecimiento de una niña. Por fe se hará posible lo que naturalmente no lo es. La fe opera como clave sobrenatural para resolver el problema mortal. Se trata de un milagro, que como tal supera toda fuerza y cauce natural. Por fe se puede producir lo que naturalmente no es posible. En no tiempo de higos puedo dar fruto solo por fe. Parece un difícil imposible pero que por fe se resuelve y se hace posible.
Sin embargo, no hay que llevarse a engaño. Hay cosas que ni por fe se resuelven porque le compete a ella gestionarlas, pertenecen a otro misterioso ámbito. Cristo podría con su confianza haber convertido a todo el mundo, porque su confianza si podía mover montañas. Sin embargo, a Judas, después de intentonas sucesivas acabó por darlo por perdido.
La fe la clave principal divina por la que resolvemos cosas muy difíciles pero la cizaña no convendrá arrancarla porque así lo manda el Señor. El misterio de iniquidad del que habla san Pablo seguirá siéndolo hasta el final de los tiempos y no podrá ser vencido por la simple fe. Es misterio y misterio deberá seguir siendo. La fe respeta esos ámbitos.
La niña recuperó la vida. La fe vence al mundo y a la tierra. La fe es maravillosa porque une nuestro entendimiento con Dios y opera maravillas. Es lo que Dios nos pide: Fe, fe y fe. No fideísmo.