«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”. Pedro le preguntó: “Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?”. El Señor le respondió: “¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: ‘Mi amo tarda en llegar’, y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá”». (Lc 12, 39-48)
Se cuenta la anécdota de una señora de pueblo que fue al médico aquejada de un fuerte dolor muscular y tras el oportuno examen, el clínico expendió la consiguiente receta por la que el farmacéutico tenía que prepararle una fórmula magistral y que en el “ínterin” se aplicase “Linimento Sloan” (más conocido como “el tío del bigote”) que, para los más jóvenes que no hayan conocido dicho mejunje, se trata de un ungüento fortísimo compuesto básicamente de aceite de alcanfor y amoniaco.
La sorpresa se la llevó el doctor cuando, al día siguiente, la señora volvió a la consulta con evidentes síntomas de dolor y, caminando a duras penas, para quejarse ante el facultativo porque “se había untado todo el ínterin con Linimento Sloan, y le había producido unas escoceduras imposibles de soportar.”
Y es que no entender bien lo que se nos quiere decir con “ínterin” (que, por cierto, significa: “mientras tanto”) puede ser fuente de problemas; y el doctor, en su buena voluntad de desear que sea un tiempo de alivio en espera de una medicina que cure definitivamente, puede encontrarse que, por una mala interpretación produzca el efecto contrario, a veces muy doloroso.
Esto mismo nos pasa a los cristianos; a los de la Iglesia primitiva y a los de todos los tiempos. El mismo Lucas al inicio del libro de los Hechos presenta a los discípulos impacientes preguntando “¿va a ser ahora cuando restablezcas el Reino de Israel?” Repuesta (receta) de Jesús: “No os toca a vosotros conocer los tiempos.” Receta de los “hombres de blanco”: “No os quedéis mirando al cielo…este Jesús volverá como lo habéis visto marcharse” y en el “ínterin”… una misión: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra” (Cf. Hch. 1, 6-11) O sea: Llevar el “kerigma” a todos los hombres de todos los lugares y tiempos.
Pero como no sabemos qué significa “ínterin” y casi que lo mismo con “kerigma” pues nos hemos empeñado en, no solo querer conocer los tiempos, sino en adueñarnos de ese tiempo. Ya desde el principio había algunos que veían la “Segunda Venida” tan inminente que hasta dejaron de trabajar (para dos días en este convento…). Y tal era su actitud que el mismo Pablo tiene que llamar la atención y llegar a decir que “el que no trabaje que no coma, que hay muchos muy ocupados en no hacer nada.” (Cf. 2Tes. 3, 10).
Otros, por el contrario, viendo que “mi amo tarda en llegar”, pues, no solo… ¡a relajarse!, sino a creerse los dueños del cortijo… y van y se tumban en los divanes de los señores, se ponen su bata y sus zapatillas; y hasta se fuman sus puros y se beben su whisky… y lo que es peor; empiezan a pegarles a los mozos y las muchachas, olvidan a su servidumbre y no le reparten la ración a sus horas…
“El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes”… “Ay de los pastores que se apacientan a sí mismos y dispersan mi rebaño” (Cf. Jr. 23)
Y cuando la Palabra de Dios escuece más que el Linimento Sloan, la tentativa de siempre… echar balones fuera: “Señor, ¿eso va por nosotros o por todos?”. (Con lo bien que le vendría esto a mi cuñado, a mi vecina, a mi jefe, al obispo, a mi párroco, al Papa…). Pero, ¡NO! Jesús, en plan gallego y al más puro “estilo Rajoy”, parece que sale por peteneras y contesta a una pregunta con otra pregunta y a una parábola con otra parábola y si alguien cree que se sale por la tangente lo que hace, en realidad, es no dejar puntada sin hilo. (Recordáis la respuesta a ¿quién es mi prójimo?… pues, lo mismo; y quien tenga oídos que oiga y quien quiera entender que entienda)
Pero el Evangelio, siempre es “buena noticia” para quien lo acoge. No echa broncas ni amenazas. Nos abre a la Verdad con misericordia. Por eso invito a leer y reflexionar esta perícopa en su contexto. El capítulo 12 de Lucas es, ante todo, una invitación a la confianza. La alocución que más se repite es “no tengáis miedo…”; “guardaos de toda codicia…”; “la vida no depende de las riquezas…”; “no andéis preocupados pensando qué vais a comer o con qué os vais a vestir…”; “buscad el Reino de Dios…”; “No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino…”.
El Señor viene, vendrá, está viniendo. Y en cada visita del Señor experimentamos la salvación, el amor, la misericordia, la paciencia. El Señor nos visita para decirnos: “¡Pero dónde te has untado el linimento! ¡Qué no es ahí! ¡Que el “ínterin” es otra cosa!”
Y, ¿qué significa “ínterin”?, preguntaría esta señora al doctor.
-¡Qué ignorante he sido, respondería, cuando por el orgullo de no preguntar, aquello que podría haber experimentado como bálsamo, ha sido para mí una experiencia dolorosa!
Y, ¿qué significa “ínterin”?, preguntaremos. S. Pablo contesta a los cristianos de Tesalónica preocupados por la parusía (¡vaya, otra palabreja!) de forma sencilla pero contundente: “vosotros, hermanos, no os canséis de hacer el bien.” (2 Tes, 3,13). Un poco antes del evangelio de hoy Lucas nos dirá: “Vended vuestros bienes y dad limosna… Haceos un tesoro en el cielo…” (Lc. 12, 33).
-¡Qué ignorante he sido, responderé, en el juicio final, cuando por el orgullo de no convertirme, aquellos talentos, encargos, ministerios que Dios me dio para experimentarlos como dicha, los he malgastado, o he tenido miedo, o me los he apropiado, experimentando dolor, vacío, hambre y sed, el mío y el de aquellos a los que el Señor de la casa me encargó que recibieran la ración a su tiempo.
…“Ínterin”; y… mientras tanto…qué. Puede que Dios nos llame a perder la vida. Lo que es seguro que no nos llama a perder el tiempo.
Pablo Morata