«En aquel tiempo, exclamó Jesús: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Si, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”». (Mt 11,25-27)
Jesús tenía una confianza y una cercanía tan grande con Dios que le llama Padre, y es por ello que en los mensajes y obras de Jesús se manifestó Dios a todos los hombres. Pero solo los sencillos de corazón le entendieron el camino, supieron recibir la revelación y le acogieron.
Para entender el mensaje de Cristo, no es la sabiduría, ni la ciencia, ni el conocimiento de las leyes, sino la revelación gratuita de Dios. La fe es una clase especial de sabiduría. Santa Teresa de Ávila reconocía no tener estudios de Teología por la Universidad de Salamanca y alcanzó de Dios tal sabiduría espiritual que es Doctora de la Iglesia.
Menudo regalo de sabiduría y amor de Dios para la gente sencilla. ¿Ya me entiendes, verdad?
Miguel Iborra Viciana