Ni en el colegio, ni en la universidad nos enseñan a ser padres. Cada uno debe afrontar esa tarea tan importante con muchas dosis de sentido común, imaginación, paciencia, transigencia con los propios errores y mucho cariño.
Cuando tienes un hijo, vas a tener en tus manos a una “personita” sobre la que vas a influir muchísimo y ciertos comportamientos tuyos van a determinar su desarrollo psicológico, su madurez emocional y su personalidad.
Tú marcarás su actitud ante la vida. Tu hijo aprende de ti, inconscientemente y para siempre. Tus actitudes, opiniones, reacciones, valores, creencias, etc., van a condicionar su comportamiento de forma determinante.
Tu papel como padre comienza cuando compartes actividades con tu hijo, cuando le ayudas, le hablas, le educas. De lo que tú le enseñes, dependerá su comportamiento.
Ya desde los primeros meses de vida, el niño capta tus formas de pensamiento o de conducta y se establece en él un proceso de identificación, una “imitación inconsciente”, fuertemente motivada por la relación afectiva que mantenéis. Este proceso de identificación es fundamental en la vida de tu hijo, ya que condicionará sus relaciones interpersonales, sus mecanismos de adaptación y su maduración psicológica.
Estos patrones de conducta que tu hijo aprende de ti, los va a proyectar luego en un ambiente más agresivo y competitivo, como es el colegio. Piensa que para tu hijo eres el padre ideal, y según va creciendo se identifica más contigo, y se va creando su propia autoimagen..
Cuando el niño amplía sus relaciones personales conociendo a otros niños o adultos (amigos, profesores, etc.) comparará, sin darse cuenta, de modo inconsciente, su modelo de padre con los demás, descubriendo otros tipos de personalidad, aunque tú seguirás ocupando su preferencia. Este proceso de identificación es común a niños y niñas.
COMO PADRE, SIMBOLIZAS LA MASCULINIDAD
El niño varón ha de encontrar en tí un modelo positivo, que le permita comparar sus propias características de personalidad con las que ve reflejadas en tí como padre (si es una niña, asimilará tu comportamiento y proyectará tu figura en sus relaciones con otros hombres cuando sea mayor).
Has de reforzar en tu hijo tus cualidades o patrones de conducta masculina, para que la presencia de otros modelos no dificulten la admiración por la figura paterna. Aunque la sociedad (televisión, educación, etc.) se esfuerza en presentar otros modelos masculinos, está más que demostrado científicamente que para el niño es más importante el modelo de masculinidad del padre. Su identidad sexual, que ya adquiere en los tres primeros años de vida, depende de muchos factores que ve en el padre, como figura protectora que le proporciona afecto y seguridad.
Las expresiones afectivas que tengas hacia tu hijo, o las que el niño percibe entre su padre y su madre, modelan este patrón de identificación afectiva en la dicotomía del rol hombre-mujer (funciona igual tanto si es un niño o una niña). Cuando tu hijo o hija sea adulto, estos modelados de conducta que ha aprendido de sus padres, influirán decisivamente en la elección de su pareja, en su afectividad y en su sexualidad.
EL PROCESO DE IDENTIFICACIÓN SEXUAL
Si el niño, desde sus primeros años hasta la adolescencia, le resulta imposible aceptar la figura o modelo del padre (porque es demasiado autoritario o demasiado débil, etc.), entonces asimila el modelo de la madre, creándose así la estructura psicológica para el acercamiento a la identificación homosexual del niño. Vivencia al padre como un ser distante, no cariñoso, agresivo, hostil, despreciativo, rechazante, aversivo… Todas estas vivencias entre padre-hijo están impregnadas de odio y miedo, produciéndose un profundo trastorno interpersonal en la relación.
Durante los primeros años, todas las orientaciones u opiniones, actitudes, etc. que das a tu hijo, sirven para crear en su mente un modelo y una estructura de pensamiento. De está forma, le estás condicionando a conseguir una mejor adaptación entre la personalidad que ya se está formando en él y el mundo de los adultos. Así, él se va incorporando progresivamente a la sociabilidad. En consecuencia, cualquier alteración que se produzca en este programa cognitivo en la mente del niño, deja una huella para toda la vida en su incipiente personalidad, ya que cuando es pequeño es una esponja que absorbe todo lo que ve y aprende.
Tu hijo observa la relación que estableces entre tu persona y el hogar o la vida social. El niño percibe infinidad de estímulos: oye hablar, ve actuar y poco a poco va conociendo mejor el mundo en el que se mueve. Si por las circunstancias personales de su familia, el niño crece sin el padre, adoptará otra figura masculina que puede ser la del abuelo, un tío, un hermano mayor, un amigo de la familia, un profesor, etc., como modelo masculino y centro de su proceso de identificación.
FIGURA PATERNA Y DELINCUENCIA
Probablemente, como padre, te habrás preguntado alguna vez si existe alguna relación entre la personalidad del padre y la actitud del hijo hacia la sociedad (delincuencia, drogodependencia, etc.) Algunas investigaciones han puesto de relieve esta interacción cuando el modelo de padre que tiene el niño está distorsionado. Los resultados de los estudios afirman que la influencia del ambiente en los comportamientos antisociales de un niño o un adolescente es muy grande, pero es aún mayor la de la figura paterna (por supuesto, me refiero a una influencia negativa, equivocada y perjudicial del padre hacia su hijo, como por ejemplo, que el padre sea alcohólico o delincuente, que tenga graves alteraciones emotivas, que rechace al niño, que le maltrate física o psicológicamente, etc. no al simple hecho de reñirle o de darle un azote).
Lo mismo se puede decir de los trastornos psicológicos que presentan ciertos niños. Está demostrado que cuando el padre no ofrece a su hijo una seguridad afectiva que le permita identificarse con él y tenerlo como modelo, contribuye a impedir su correcto desarrollo psicológico. Cuando no funciona la relación padre-hijo y no hay expresión afectiva ni emocional, se gesta en el niño una actitud similar a la del “autista” (introvertido, se niega a hablar, vive en su mundo, busca la soledad, se aleja de la realidad, etc.).
SENTIMIENTOS DE SEGURIDAD
La capacidad de ser el líder en la familia significa saber aumentar la autonomía de los demás, del hijo en este caso, ganándose su confianza. Este liderazgo de padre es imprescindible para lograr el crecimiento y maduración psicológica del niño y se consigue prestándole mucha atención, conociendo sus problemas, favoreciendo sus actitudes de seguridad, ayudándose a valerse por sí mismo y a enfrentarse a todas las situaciones de la vida cotidiana, haciéndole en definitiva, más sociable.
Cómo modelo de padre positivo, has de estimular la apertura de tu hijo hacia el exterior de la familia. Por ejemplo, si en casa sólo hablas de temas familiares, dificultas la maduración de actitudes de tu hijo hacia el exterior, hacia la sociedad, hacia otros grupos. Procura siempre canalizar positivamente las iniciativas de tu hijo , aportándose ideas correctas para que sepa integrarse correctamente en la sociedad, el colegio, el trabajo, etc. Todos estos procesos forman en tu hijo, desde que tiene dos años, un cauce de apertura en su mente que influirá para siempre en su comportamiento social.
Procura ejercer tu autoridad con afecto y en un clima de ternura. No es la seguridad económica lo que más necesita tu hijo. El precisa de tí una seguridad, una coherencia emocional. Esta seguridad la conseguirá si mantienes con él un continuo contacto positivo, para que él te perciba como cercano y esta sensación le proporcionará una estabilidad afectiva y emocional que le capacite para pensar y decidir más libremente cuando sea mayor.
La idealización que hace de tí, te convierte en su modelo. Este modelo paterno que introyecta, lo irá comparando a lo largo de su vida con todas las personas que conozca.
TRANSMÍTELE TU CÓDIGO DE VALORES
Como padre, debes reforzar al máximo la asimilación de valores (religiosos, sociales, éticos, etc.) que consideres necesarios para una estructuración psicológica coherente, y para que tu hijo sea una persona segura de sí misma.
Estos principios o valores facilitan su maduración personal, y a medida que crece y va conquistando su independencia, los valores adquieren mayor importancia. Pero también, como padre, has de fomentar el respeto de tu hijo hacia los demás, aunque sean diferentes, fomentando en él la tolerancia. Para conseguirlo, debes ejercer tu autoridad con un estilo afectivo, que haga posible que el niño acepte estos principios y desarrolle su personalidad.
¿Quién soy? ¿Por qué siento esto? ¿Por qué me comporto así? Estas cuestiones y otras muchas que tu hijo se planteará y se resuelven con la solución de la crisis adolescente, dependen mucho de los primeros años de vida. En los doce primeros años de vida, como padre, estás poniendo los cimientos y las claves en tu hijo para que la crisis adolescente se solucione o no y por tanto, tenga resultados positivos o negativos (trastornos de personalidad, de conducta, rechazo de los padres, fugas de casa, etc.).
El adolescente pone en duda toda su vida anterior, sus sentimientos y su futuro, y de una adecuada respuesta a estos procesos dependerá su estabilidad futura. Su independencia lógica está condicionada por todo lo que lleva consigo, todo lo que tiene archivado en su mente y que como padre has ido sembrando en él. De esta manera, logrará un esquema mental en constante evolución, maduración y búsqueda de modelos externos al padre. En los estudios que se han realizado hasta la fecha, se observa una clara relación entre la personalidad del padre y la del hijo:
PADRE HIJO
1. Angustiado 1. Pasivo, abúlico, depresivo
2. Su hijo ha de ser el mejor 2. Indiferente, no se esfuerza
3. Débil, temeroso del hijo 3. Caprichoso, todo lo quiere
4. Hiperindulgente 4. No le gustan ni respeta las normas
5. Inseguro y nervioso 5. Inseguro, ansioso
6. Incapaz de dar seguridad y confianza 6. Inestable, poca resistencia a la frustración
7. Fracasado en su vida personal o social 7. Introvertido, inmaduro, infantil
8. Desconfiado 8. Muy poco sociable
9. Frustrado en sus necesidades 9. Busca mucho afecto, caprichoso
10. Demasiado afectuoso 10. Celoso de hermanos pequeños
11. Muy duro en la comunicación con su hijo 11. Agresivo y violento
12. Afectuoso, liberal, tolerante 12. Afectuoso y muy sociable
13. Agresivo y castigador 13. Muy agresivo y competitivo
14. Muy autoritario 14. Muy emotivo e inseguro