Habló Yahvéh a Moisés diciendo: “Habla a los israelitas y diles: El día quince de ese séptimo mes celebraréis durante siete días la fiesta de las Tiendas en honor de Yahvéh. El primer día tomaréis frutos de los mejores árboles, ramos de palmeras, ramas de árboles frondosos y sauces del río y os alegraréis en la presencia de Yahvéh, vuestro Dios, durante siete días… Durante siete días habitaréis en cabaña, todos los naturales de Israel morarán en cabañas para que sepan vuestros descendientes que Yo hice habitar en cabañas a los israelitas cuando los saqué de la tierra de Egipto” (Lv 23,33-43).
Las principales fiestas y solemnidades judías son cinco: Pascua (“Pesaj”), Pentecostés (“Shavuot”), Principio de Año (“Rosh HaShana”), Día del Perdón (“Yom Kippur”) y la Fiesta de las Cabañas (“Sukkot”). Tres de ellas son fiestas de peregrinación, en que se sube a Jerusalén para celebrar la fiesta; y dos, “Rosh HaShana” y “Yom Kippur”, son más bien solemnidades que días festivos. En este artículo, haremos una introducción a la Fiesta de las Cabañas o de “Sukkot” y su relación con el cristianismo. La festividad de “Sukkot” está señalada en la “Toráh” en varios pasajes: Ex 23,14s; Lv 23,33-43; Nm 29,12-38 y Dt 16,13-15.
el nombre de “Sukkot”
El 15 del mes de “Tishrí”, que aproximadamente suele coincidir con nuestros meses de septiembre y octubre, comienza la Festividad de “Sukkot”, o de las Cabañas, la tercera fiesta de peregrinación, que dura siete días. Viene a continuación del Año Nuevo Judío (“Rosh HaShana”) y del Día del Perdón. Pasado “Yom Kipur” y perdonados los pecados, a los cinco días, se celebra “Sukkot” que es la fiesta de alegría.
La fiesta tiene varios nombres en hebreo, que señalan sus diversos aspectos: “Jag Ha Sukkot” —fiesta de las tiendas— recuerda la obligación de vivir en cabañas, señal de la protección de Dios en la travesía del desierto; “Jag HaAsif” —fiesta de la recolección de la fruta— expresa su carácter agrícola, y “Zeman Simjatenu” —fiesta de nuestra alegría— pone la nota de regocijo, recomendada en la “Toráh”. También se designa “Sukkot” con el nombre de “Fiesta” porque era considerada como la “fiesta” por excelencia, en la que todo el pueblo, después de haber recogido las mieses, lo celebraba durante siete días en Jerusalén.
Para poder cumplir con el precepto de celebrar “Sukkot”, hay que realizar unas obligaciones básicas: celebrar la festividad durante siete días, siendo el primero y el último de descanso total, tipo sabático, en que no se puede efectuar ningún trabajo, presentar el “lulav” (las cuatro especies) y vivir en la cabaña. En el sábado correspondiente a los siete días, se lee como “aftara” el libro de Qohélet (Eclesiastés) para indicar lo transitorio de este mundo.
Los siete días
“El día quince de ese séptimo mes celebraréis durante siete días la fiesta de las Tiendas en honor de Yahvéh”.
La festividad dura siete días, el primero y el último son solemnes y no se puede trabajar en ellos, igual que un sábado; durante los días intermedios —“Jol Hamoed”— sí se pueden efectuar tareas sencillas, como preparar las comidas, planchar la ropa, etc.
El séptimo día de la fiesta se llama “Hosanna Rabá”, por la gran cantidad de alabanzas y plegarias (“Hoshanot”) que se recitan en este día, implorando la salvación y alabando el nombre de Dios. Era costumbre en el Templo que los sacerdotes dieran siete vueltas alrededor del altar, portando en sus manos ramas de sauce. Hoy día como recuerdo, se hace dando vueltas (“hakafot”) en la sinagoga, alrededor del estrado (“bima”) donde se lee la “Toráh”.
La “sucá”
“Durante siete días habitaréis en cabaña”.
Nada más terminar “Yom Kipur”, se empieza la construcción de la “sucá” (la cabaña), a cielo abierto. Lo característico de la “sucá” es su techo, que debe hacerse con ramas cortadas y deben ser colocadas de manera que haya pequeños espacios que permitan ver el cielo y contemplar de noche las estrellas. El interior se decora con frutos de la tierra de Israel, como uvas, granadas, higos, etc. En muchos edificios de apartamentos del moderno Israel, los balcones se construyen no superpuestos en columna, sino alternando en forma ajedrezada, de forma que desde la cabaña que en ellos se construya, se pueda ver mejor el cielo estrellado.
Durante los días de la fiesta se come y, a ser posible, se duerme en la “sucá”. Hay obligación de tomar en ella la cena de la primera noche, y las comidas principales de los demás días. La costumbre es estudiar y hablar de cosas de la “Toráh” durante la estancia en ella. También se reciben invitados y se les invita a comer y a estudiar la “Toráh”.
Cada vez que se entra en la sucá se recita la bendición “leishev sucá” (habitar en la “sucá”): “Bendito seas Tú Señor Dios nuestro, Rey del Universo, que nos has santificado con tus mandamientos y nos has ordenado habitar en la sucá”.
La “sucá” también se equipara a la nube de gloria que protegía al pueblo de Israel, durante la travesía del desierto, símbolo de la asistencia de Dios a su pueblo, y símil de nuestra vida terrestre.
La palabra “sucá”, en hebreo, es traducida como cabaña, tienda, chamizo, baldaquino; y la expresión “sucat shalom”, que literalmente sería “tienda de paz”, es traducida como protección del Señor.
las cuatro especies
“El primer día tomaréis frutos de los mejores árboles, ramos de palmeras, ramas de árboles frondosos y sauces del río y os alegraréis en la presencia de Yahvéh, vuestro Dios”.
Los “arbá minim”, las cuatro especies son el “etrog” (cítrico), el “hadás” (mirto), el “lulav” (ramo de la palmera) y el “aravá” (sauce). Atando dos ramas de sauce y tres de mirto a la rama de palmera se forma un ramo, el “lulav”, que se lleva en la mano derecha y el cítrico en la izquierda. Se va a la sinagoga y allí con gran alegría, se agita durante la recitación del “Halel” (Sal 117) en dirección al este, al sur, al oeste, al norte, arriba y abajo. Esta ceremonia recuerda que Dios está presente y es Señor de todo el Universo. También con las cuatro especies se realizan los “hakafot” alrededor de la “bima”.
Según un “midrash”, las cuatro especies simbolizan las cuatro clases de israelitas:
– “Etrog”, que posee sabor y aroma, simboliza a los hombres que saben la Ley y cumplen los preceptos.
– “Lulav” que posee sabor, pero no aroma, simboliza hombres que saben la Ley pero no cumplen los preceptos.
– “Hadas” que posee aroma, pero no tiene sabor, simboliza los hombres que cumplen buenas acciones pero no saben “Toráh”.
– “Arava” que no posee sabor ni aroma, simboliza los hombres que no conocen la Ley ni cumplen buenas acciones.
Pero todos ellos juntos forman el Pueblo de Israel, todos ellos forman una sola unidad ante el Eterno.
libación del agua
La ceremonia más festiva de “Sukkot” era la Libación del Agua. Antes de la destrucción del Templo, al terminar el primer día de “Sukkot”, el Sumo Sacerdote llenaba una vasija de oro con el agua de la fuente de Siloé (Fuente del Enviado); y, acompañado de un gran ceremonial y de una multitud festiva que portaba antorchas, la llevaba al Templo y la derramaba sobre el altar, ofreciendo el agua a Dios. Tan alegre era esta celebración que los sabios dijeron: “Quien no haya visto la alegría de Bet HaShoeva, no ha visto alegría en su vida”
Rabí Yeshuá ben Leví decía: «¿Por qué se llama Beit HaShoeva, casa donde se tira —se busca— agua? Porque es de la que hace salir (recibe) el Espíritu Santo, según esta escrito: “Y sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salvación”» (Is 12,3).
“Sukkot” fiesta universal
El primer significado de “Sukkot”” para el pueblo judío, y el más obvio, es nacional-religioso: recordar la protección divina durante la peligrosa travesía del desierto, desde la salida de Egipto, hasta la llegada a la Tierra Prometida. Es también metáfora universal, signo de que en nuestra vida, todo es provisional; la “sucá”, símbolo principal de la fiesta, es un refugio provisorio, lejos de la casa estable que nos espera en la Tierra Prometida.
Además “Sukkot” tiene un carácter especial, en referencia a toda la Humanidad. “Sukkot” es la Fiesta de las Naciones, en que se ofrecían setenta novillos por las Setenta Naciones (Nm 29,12-38). En un comentario del Talmud, se lee: “¿Por qué fueron ofrecidos setenta bueyes cebados durante “Sukkot”? Setenta fueron ofrecidos por las setenta naciones del mundo, para expiación por su causa. ¿Por qué era ofrecido un solo novillo en el octavo día? Por la nación única, Israel”.
Es la festividad en que Israel ora por las naciones del mundo, una festividad que celebra los tiempos mesiánicos, un hecho maravilloso que sucederá en el futuro, en que Israel y las naciones se reconciliarán y las naciones reconocerán la fe de Israel y subirán a Jerusalén a celebrar la festividad de “Sukkot”: “Y todos los supervivientes de todas las Naciones… subirán de año en año a postrarse ante el Rey Yahvéh Sebaot y a celebrar la Fiesta de las Tiendas” (Za 14,16-19).
“Shemini Atzeret” y “Simja Toráh”
Junto con “Sukkot”, están “Shemini Atzeret” y “Simja Toráh”, dos días que enlazan con esta fiesta y la continúan, aunque no formen parte propiamente de ella.
“Shemini Atzeret”, el día Octavo (Nm 29,35), día de la Lluvia, se celebra el día siguiente al séptimo de “Sukkot”. En este día se pide por la venida de las lluvias, el largo y cálido verano ya finalizó y se acerca la estación de las lluvias. Se reza por la venida de la lluvia, vivificadora de la tierra.
El día siguiente es también festivo, “Simja Toráh”, la Alegría de la Ley, en que finaliza la lectura litúrgica de la “Toráh” y se reinicia ésta, se termina de leer la última “Parasha” de Deuteronomio y se empieza Génesis, y los grandes rabinos danzan en la sinagoga portando el Rollo de la Ley.
En Israel “Shemini Atzeret” y “Simja Toráh” se celebran simultáneamente, el mismo octavo día. En la Diáspora son dos días separados.
“Sukkot” en el Nuevo Testamento
De las tres fiestas judías de peregrinación —Pascua, Pentecostés y “Sukkot”—, las dos primeras han pasado al cristianismo. Sin embargo, “Sukkot” no tiene equivalente en la liturgia cristiana; ¿o sí lo tiene?
Hay dos referencias a la Fiesta de las Tiendas en el Nuevo Testamento: una referencia explícita en el capítulo 7 del Evangelio de San Juan, y otra referencia implícita en el episodio de la Transfiguración.
Todo el capítulo 7 del Evangelio de San Juan narra la predicación de Jesús en dicha festividad. Primero su renuencia a subir a dicha fiesta —“Yo no subo a esta Fiesta porque no se ha cumplido mi tiempo” (Jn 7,8)—, como indicando que todavía no es el momento de su presencia plena en dicha Fiesta, con ello da a entender que dicha fiesta es mesiánica por excelencia.
Sin embargo, después sí se traslada a Jerusalén, donde realiza una predicación que interpela a sus oyentes sobre el significado mesiánico de su persona, su procedencia divina, y termina con este texto: «El ultimo día de la Fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba el que crea en mí”, como dice la Escritura, “De su seno correrán ríos de agua viva”. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado» ((Jn 7,37-39). Si el octavo día es “Shemini Atzeret”, las palabras de Jesús están en perfecta sintonía con la petición del agua vivificadora de la lluvia, con la ceremonia de la libación del agua que efectuaba el Sumo Sacerdote y con el paralelismo agua/espíritu, conocido de todo judío. Y sigue el episodio de la mujer adúltera, en que Jesús actúa como Juez con gran misericordia.
la Transfiguración
Hay otro episodio, también de plenitud mesiánica, que se relaciona con la Fiesta de las Tiendas: el episodio de la Transfiguración. Benedicto XVI en su libro «Jesús de Nazaret» repasa algunos de los últimos comentarios sobre la Transfiguración (Jean Marie van Cangh y Michael van Esbroeck). Nos apoyamos en esos comentarios para entender la relación entre la Transfiguración y la Fiesta de las Cabañas.
El episodio de la Transfiguración tiene como antecedente y premisa la pregunta en Cesárea de Filipo. La Transfiguración sucede a los seis días de que Jesús preguntara: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16,15).
Los Apóstoles dan cada uno su respuesta, pero Jesús no da opinión sobre sí mismo. Y sigue el relato del Evangelio: «Seis días después tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y los llevó aparte a un monte alto» (Mt 17,1; Mc 9,2). Allí en la Transfiguración aparece la respuesta a la pregunta de Cesárea de Filipo, y Jesús se deja ver tal cual realmente es.
La mención de los Apóstoles a construir “tiendas” —“Señor, bueno es estarnos aquí, si quieres haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías” (Mt 17,4)— nos traslada a “Sukkot”: ¿qué sentido tendría construir tiendas, salvo que estemos en “Sukkot”?; y la datación de las fiestas van en ese sentido: primero, la Confesión de Pedro, en el día del Perdón, “Yom Kippur”, el día solemne en el que el Sumo Sacerdote pronuncia el Nombre de Dios (“Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?”), y cinco días después de “Yom Kippur” es la Fiesta de “Sukkot”, así pues según los referidos autores, la Transfiguración tendría lugar durante la Fiesta de las Cabañas.
verán al Hijo del Hombre
Por otra parte, es de señalar que en la Transfiguración, Jesús conversa con Moisés y Elías, símbolos de la Ley y los Profetas, que son los dos únicos miembros del pueblo de Israel, que «vieron» a Dios: Moisés en el episodio de la hendidura de la peña —»Entonces dijo Moisés: “Déjame ver, por favor, tu Gloria»» (Ex 33,18) — y Elías en la cueva del Horeb en «el susurro de una brisa suave» (1R 19,12).
Allí en el Tabor, Jesús se revela en su naturaleza divina, oculta en su vida ordinaria. Este episodio de la Transfiguración, es de capital importancia y muy resaltado, con razón, en la liturgia ortodoxa, tanto en los iconos como en la relevancia dada al propio día de la festividad.
Este episodio, único en la vida terrena de Jesús, es una primicia, un momento en que revela su autentica naturaleza y un adelanto, cuando al final de los tiempos, venga como juez supremo. Jesús, que en toda su vida terrena es visto por sus contemporáneos como hombre, se revela en la Transfiguración como algo excepcional relacionado con la divinidad y se deja ver solamente a unos discípulos escogidos y por un corto tiempo. Él es el personaje central en este episodio, que se relaciona con “Sukkot”, como indicando que es el protagonista de la Festividad, una anticipación del día glorioso en que volverá: “Y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria” (Mt 24,30).
También “Simja Toráh”, el día que cierra la Fiesta de “Sukkot” y el ciclo litúrgico judío, se corresponde con la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Ambas fiestas cierran sus respectivos calendarios litúrgicos: “Simja Toráh”, la Alegría de la Ley, pone de relieve la centralidad de la “Toráh” en la religión hebrea, pues se lee el último capítulo de la “Toráh”, reiniciando su lectura; y la Festividad de Jesucristo, Rey del Universo, cierra el calendario litúrgico cristiano y el final de la Historia.
Así vemos que ambas fiestas, “Sukkot” y la doble festividad cristiana Transfiguración/Rey del Universo, son fiestas con un gran paralelismo: ambas se refieren a un acontecimiento futuro, que ya se celebra por adelantado y que puede ser el mismo.
3 comentarios
mi pregunta es que hacían con las ofrendas de grano y fruta despues de terminada la fiesta para mi es importante saberlo le pido al todo poderoso me llene de sabiduría
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