En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mateo 11,25-30)
Dios se revela a los sencillos, porque los sencillos entienden a Dios. Esos pequeños y pobres, ignorantes y marginados social y religiosamente, es decir los sencillos que le abren su corazón humilde y que le entendieron perfectamente, eran objeto de desprecio de escribas y fariseos. La fe es el saber de los sencillos.
Entre los fariseos en el tiempo de Jesús se hablaba de tomar el yugo de la ley para referirse a la decisión de tomar la ley como norma de vida. Por eso Jesús invita a los sencillos a que se hagan discípulos suyos, siguiendo sus pasos en obediencia filial a la voluntad del Padre.
Jesús, también hoy 29 de Abril de 2017, nos invita a todos los que estamos cansados y agobiados que vayamos a Él que nos promete descanso, y empecemos a aprender de Él que es «manso y humilde de corazón», pero debemos demostrarle que nuestra opción personal es humildad de espíritu, escuchar y poner en valor su Palabra de vida.
«Cristo no busca conformistas cansados, sino testigos de la fe valiente de quien arde del fuego de su amor».