El Papa Benedicto XVI denuncia que la ciencia, en el campo de la bioética, ha transgredido la barrera de la dignidad humana. Dijo que el Magisterio de la Iglesia tiene el deber de reafirmar los grandes valores en juego y proponer a los fieles y a todos los hombres de buena voluntad los principios y orientaciones ético-morales para las nuevas cuestiones importantes, y planteó luego dos criterios fundamentales para el discernimiento moral en este campo:
a) El respeto incondicional al ser humano como persona, desde su concepción hasta su muerte natural.
b) El respeto de la originalidad de la transmisión de la vida humana.
El Papa recordó las reacciones contrarias a la Instrucción de 1987 “Donum vitae”, que llevó a algunos a acusar a la Iglesia de oponerse al desarrollo científico. “Los nuevas problemas relacionados, por ejemplo, con el congelamiento de los embriones humanos, con la reducción embrionaria, con el diagnóstico preimplantatorio, con las investigaciones sobre las células estaminales embrionarias y con los intentos de clonación humana, muestran claramente cómo, con la fecundación artificial extracorpórea, se ha roto la barrera puesta por la necesidad de tutelar la dignidad humana”.
“¿Cuántos seres humanos, en el estado más débil y más indefenso de su existencia, han sido seleccionados, abandonados, matados y utilizados como puro ‘material biológico’? ¿Cómo negar que ellos han sido tratados ya no como ‘alguien’, sino como ‘algo’, poniendo así en cuestión el concepto mismo de dignidad del hombre?”, preguntó el Papa.
El Pontífice concluyó destacando que la Iglesia alienta el progreso científico, pero también “siente el deber de iluminar las conciencias de todos, para que el progreso científico sea verdaderamente respetuoso con el ser humano”.