Hace no mucho, el doctor en Filosofía de la Física por la Universidad de Bremen Francisco José Soler Gil señalaba que en el debate entre ciencia y fe, y su debate derivado entre teísmo y ateísmo cientifista,sólo llegan a España las obras de los grandes divulgadores anti-teístas, que se presentan como «Oráculos de la Ciencia» (como explica el libro con ese título de Karl Giberson y Mariano Artigas).
Esos oráculos serían -en la selección de «Oráculos de la Ciencia»- los biólogos Stephen Jay Gould y Richard Dawkins y Edward O. Wilson, y los físicos Carl Sagan, Stephen Hawking y Steven Weinberg.
Sus libros se venden en colecciones populares y lenguaje asequible, se han traducido al español, se citan en blogs «escépticos» o de «pensamiento crítico» y finalmente pasan al vaporoso mundo de los «memes de Facebook» y las fotos en Internet con citas ampulosas y evocativas, «oraculares».
En cambio, no llegan al lector español los autores en lengua inglesa que debaten desde una postura teísta, que en inglés venden libros, se difunden y llenan auditorios.
Clásicos que no están en español
Soler Gil lo explica así: «Resulta muy difícil de explicar que un libro de tal repercusión en esta controversia como es The coherence of Theism de Richard Swinburne,
publicado en 1979, no se encuentre todavía accesible al público castellanohablante. Más aún, de las obras de este autor, tan sólo una, La existencia de Dios, ha sido
traducida recientemente (2011)… Sólo un poco mejor ha sido el destino en nuestro país de autores como John Polkinghorne, gracias a los esfuerzos de la editorial Sal
Terrae (Santander). Y mucho peor el de autores como William Lane Craig, Robin Collins, Michael Heller o hasta el mismísimo Alvin Plantinga, por citar tan solo algunos
nombres de una corriente de pensamiento seria, pujante y casi totalmente desconocida en nuestro ámbito cultural.»
«El resultado es previsible: en las librerías el tema de la existencia de Dios sólo se presenta desde el punto de vista ateo. El estudiante de filosofía y, en general, el lector culto… se ve privado de las fuentes que le permitirían, junto con las otras, poder reflexionar con verdadera independencia sobre el tema. De este modo, se genera la falsa impresión de que el debate reflexivo sobre Dios ya está cerrado y de que lo único que subsiste es una oscura inercia religiosa irracional frente a la claridad racional del ateísmo. Y es difícil exagerar el potencial de fanatismo laicista que encierra un planteamiento así», apunta Soler Gil.
Divulgar la ciencia, sin la ideología de Sagan
La divulgación científica es un servicio bueno y necesario que debería llegar a tantos ciudadanos como sea posible… y no tiene sentido dejarlo en manos ideológicamente militantes contra Dios, la Iglesia o la religión, a los documentales de Sagan o los libros de Dawkins.La Iglesia ha llenado el mundo de universidades y de hombres de ciencia, los cráteres de la luna tienen nombres de científicos jesuitas…
Y sin embargo muchos catequistas, sacerdotes y profesores católicos no son capaces de responder las preguntas básicas de sus alumnos y feligreses, empezando por esa que hacen los niños a los 9 años y que a Dawkins le parece un semillero de ateísmo: «Mamá, el profesor de ciencia me dice que venimos del mono y de una sopa química, y la profesora de religión me dice que Dios hizo a Adán y Eva con barro y somos sus descendientes; ¿quién tiene razón?»