El domingo 22, el centro de Madrid volvió a engalanarse para recibir por sus calles al Santísimo Sacramento, tras la celebración de la Eucaristía en la explanada de la catedral de la Almudena, pero este año la celebración tuvo un sabor especial. Desde la Delegación de actos públicos, se promovió una jornada muy festiva y solemne, con muchas más alfombras decoradas por las calles, y con cantos y música de diferentes coros madrileños, la banda municipal y la banda militar que interpretó en varias ocasiones el himno nacional.
Bajo el lema Comparte, por amor de Dios, el arzobispo de Madrid resaltó que el amor de Dios tiene como consecuencia la caridad con los hermanos, sobre todo con los más pobres, como lo hacen miles de madrileños a través de Cáritas diocesana. Los más desfavorecidos estuvieron muy presentes en esta celebración, y no sólo por ser el día de Cáritas, sino porque dos mendigos que están siendo atendidos por Cáritas presentaron las ofrendas durante la Eucaristía presidida por el cardenal Rouco.
El arzobispo de Madrid insistió, en su homilía, en la presencia real de Jesús en la Eucaristía y en la necesidad que siempre ha tenido el cristiano de vivir la fe a través de «la meditación de la Palabra de Dios, guiada por el magisterio de la Iglesia y profundizada interiormente a través de la exquisita experiencia eucarística de los santos». El cardenal puso como ejemplo a la madrileña santa María Micaela del Santísimo Sacramento, víctima en Valencia de su caridad para con los enfermos de cólera.
Recordando la próxima celebración del 50 aniversario de la conclusión del Conciliio Vaticano II, el cardenal Rouco se refirió a la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, y «el reto de ser testigos creíbles del Evangelio de Jesucristo en esta delicada coyuntura histórica que atraviesan la Iglesia y los viejos países de la Unión Europea y, por supuesto, España. Testigos fieles de la verdad de que Jesucristo está realmente presente en medio de nosotros, de que su proximidad misteriosa y fecundamente salvadora se encuentra en el sacramento de la Eucaristía». Y añadió: «Hoy, en este Corpus Christi de 2014, tres días después de la proclamación del nuevo rey Don Felipe VI, dirijamos nuestra mirada a nuestra patria, España: mirada iluminada y proyectada desde la perspectiva de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía». Y concluyó haciendo mención a los olvidados por la sociedad o en soledad angustiosa.
Tras la celebración eucarística, miles de madrileños acompañaron la custodia. La procesión hizo una solemne parada en la Puerta del Sol, y, tras una hora y media, el Santísimo se reservó en la iglesia parroquial de San Ginés.