Estamos viviendo en la era de la ansiedad y la depresión. El hombre actual se siente perdido, nervioso, no encuentra sentido a su vida. ¿Cómo explicar este cambio?
- La ciencia y las nuevas tecnologías han aportado cambios positivos, pero también negativos, ya que se ha producido en poco tiempo y han empeorado la comunicación entre los hombres.
- La ciencia y la técnica nunca se han ocupado del ser humano tanto como ahora; sin embargo, el hombre se ha reducido a un número, a un objeto.
- La falta de comunicación hoy es más que evidente en la familia, en el trabajo, en el colegio. En la época en la que más se han desarrollado los medios de comunicación (prensa, radio, televisión, teléfono móvil, etc.) resulta paradójico que el hombre se siente más solo que nunca.
- La enorme competitividad de la sociedad actual hace que se seleccione siempre a los mejores. Hoy se piensa más en competir que colaborar con los demás.
- La excesiva información que hoy vemos en los medios de comunicación sólo informa, pero no forma. El hombre actual está saturado de información, abrumado; pero no le ayuda a ser un hombre más completo, más preparado, con más criterios ricos y útiles. Al revés, la saturación de información le hace más débil, sin criterio, angustiado por tantas noticias contradictorias.
- Hay una disminución de la tolerancia en todos los aspectos y un aumento de la agresividad que se palpa en la cualquier ambiente: laboral, familiar, escolar, social, etc.
- El auge del materialismo y el culto al dinero como valor principal para muchas personas. Esta sociedad valora más al que más tiene, al que más bienes acumula.
- La enorme contradicción en la que vive la sociedad actual, que predica unas teorías y luego hace todo lo contrario (drogas, abortos, divorcios, etc.).
- Esto propicia otro fenómeno importante, que es el hedonismo, o sea, buscar placer en todo como único objetivo: sólo importa el “yo” no el “tú”. El egoísmo y el egocentrismo se palpan en la relación con los demás.
- El vacío interior que produce el materialismo, se explica porque poseer muchas cosas o mucho dinero nunca te llena. Lo material sólo genera ilusión o gratificación al principio; luego el efecto se pasa y se experimenta el vacío que se siente cuando se ha puesto mucha ilusión en algo material.
- El culto a lo material lleva siempre a la experiencia de frustración. Y la frustración siempre lleva a la agresividad o a la ansiedad.
- La permisividad actual, en la que todo vale, en la que no hay límites, ni nada prohibido. Hay que probar todo, hay que buscar nuevas experiencias.
- El relativismo moral, magistralmente descrito por el Papa. Todo vale, todo es relativo, todo es subjetivo Esto ha llevado a considerar lo relativo como un valor absoluto.
- La sublimación del erotismo y la pornografía, que hace que el ser humano quede reducido a categoría de objeto de consumir y tirar.
- El consumismo ha hecho que aparezca un nuevo hombre del siglo XXI, un hombre que posee muchas cosas, pero que está vacío interiormente.
- El cambio en los valores hace que muchos vivan la vida sin comprometerse con nada, pensando que así son más libres.
- La desorientación, que es carecer de criterios y valores firmes, que se deberían haber adquirido en la familia.
- Vivir sin ideales. El hombre actual vive en una permanente contradicción, todo le interesa, quiere informarse de todo, pero no se compromete con nada; quiere vivir de la forma más cómoda posible, disfrutando de todo. Le molesta hasta oír los problemas de los demás.
- El enorme progreso tecnológico del siglo XX. Nadie podía imaginar hace años que terminaría por afectar negativamente al hombre. Los grandes científicos y pensadores estaban seguros de que la tecnología y las máquinas dejarían más tiempo al hombre para desarrollar su personalidad. Y ha sucedido todo lo contrario, nunca ha habido tantos trastornos psicológicos como ahora.
- La enorme influencia de la televisión. Cuando nació la televisión, las expectativas eran maravillosas. Todos esperaban mucho de la televisión. Y en vez de servir para aumentar la cultura, formación, inteligencia, etc., los programas más vistos son los intranscendentes, los que no forman en nada. De ahí que se hable de la televisión basura.
- Narcisismo y culto al cuerpo. Esto es lo que hoy día más importa: la imagen, el prestigio, la fama. Importa más el músculo que la vida interior, que dar un sentido a la vida.
- La publicidad del bienestar que nos anuncia todo con un mensaje subliminal, nos presenta un objeto con un valor doble, ya que simboliza el nivel social, la belleza, el triunfo, la riqueza, la juventud, el lujo, etc.
- El tiempo libre se utiliza cada vez más para actividades que fomentan el individualismo, no para mejorar la comunicación con los demás.
- La incapacidad para el sufrimiento y la baja tolerancia a la frustración. El hombre de hoy está empobrecido espiritualmente y no aguanta nada, no soporta el sufrimiento, responde con violencia, tiene miedo al dolor, a la enfermedad, a la muerte.
- El hombre se olvida de reflexionar sobre su vida. El hombre actual vive rodeado de un ritmo de vida estresante, se olvida de por qué hace lo que hace, y actúa siempre movido por lo inmediato, por lo urgente, por el valor de las cosas. Vive más pensando en lo externo y material que en lo interno y espiritual. No tiene tiempo de pensar en el sentido de la vida, en elaborar un proyecto de su vida.
- El hombre actual no tiene tiempo de conocerse o conocer a los demás. Un día descubre que ni siquiera se conoce y vive profundamente desorientado.
- El suicidio aumenta tanto en los países desarrollados que muchos gobiernos no dan cifras para no alarmar a la población.
cuando la inquietud es más que zozobra
Todos estos factores llevan a la ansiedad que tiene el hombre del siglo XXI. Todos sabemos qué es la ansiedad. La ansiedad es una respuesta del cerebro, que se caracteriza por un estado de alerta e hiperactivación del sistema nervioso, que altera el equilibrio fisiológico del organismo. Tener estrés en algunas ocasiones de la vida es normal. El problema surge cuando es algo constante. La ansiedad se describe con los siguientes síntomas:
- Irritabilidad frecuente.
- Taquicardias.
- Temblores.
- Sequedad de boca.
- Aumento de la tensión arterial.
- Disminución de la habilidad social.
- Estado de ansiedad frecuente o permanente.
- Estado de alerta excesivo (hipervigilancia).
- Disminución de la capacidad de atención, concentración y memorización.
- Insomnio.
- Tensión muscular.
- Hipersudoración.
- Pupilas dilatadas.
- Sensación de ahogo o dificultad de respiración.
- Hipoxia (disminución del oxígeno en sangre).
- Agotamiento o fatiga crónica.
- Respuestas desproporcionadas a estímulos.
- Incapacidad para relajarse.
- Temor a perder el control.
Los factores desencadenantes de la ansiedad pueden ser cualquier estímulo, externo o interno, que desestabiliza la homeostasis o equilibrio del organismo. Pueden ser externos (cualquier estímulo o situación) o internos (recuerdos, pensamientos o ideas, miedos, fantasías, etc.). La ansiedad surge de la interpretación que el cerebro elabora ante ese estímulo. Los factores desencadenantes son muchos: situaciones de tensión emocional, crisis de identidad, problemas afectivos, separación o divorcio, problemas laborales, pérdida de un ser querido, etc.
El cerebro, ante una situación estresante, se prepara para una acción defensiva. El sistema nervioso se activa y las hormonas se liberan para tensar los músculos, acelerar la respiración y el pulso, estimular los sentidos, etc.
En la actualidad hay muchas investigaciones que demuestran que si la ansiedad es intensa y duradera, puede producir alteraciones importantes en el cerebro, algunas reversibles y otras en las que puede haber “muerte neuronal”.
En las personas de personalidad más débil, la ansiedad termina produciendo más síntomas de tipo psicológico, y termina en trastornos de ansiedad, de pánico, fóbicos, obsesivos, hipocondríacos, adictivos, de personalidad, etc.
En las personas con personalidad más fuerte, la ansiedad se manifiesta con más síntomas físicos. En una reciente investigación se demuestra que los lunes hay 20 veces más de infartos; sin embargo, los días en que hay menos son los sábados y los domingos.
contra la angustia, Amor de Dios a raudales
Con la ansiedad, el cuerpo está en un estado permanente de alerta, lo cual produce un mayor desgaste fisiológico que suele terminar en cansancio o alteraciones físiológicas, con lo que aumenta el riesgo de enfermedades físicas. La ansiedad produce descargas de adrenalina y una activación del sistema nervioso simpático, que es el responsable de producir los síntomas físicos del estrés o de la ansiedad.
En los últimos treinta años muchos estudios han demostrado la relación entre ansiedad y una gran variedad de enfermedades. Las principales enfermedades psicosomáticas son del aparato digestivo, cardiovascular, sistema nervioso, respiratorio y endocrino. Las más frecuentes son úlcera, gastritis, infarto de miocardio, colon irritable, taquicardias, dolores de cabeza, vértigo, tics, insomnio, etc.
Según la Organización Mundial de la Salud, en los próximos veinte años aumentarán más los trastornos psicológicos que las cardiopatías.
Si vivimos confiando en el Señor, sin preocuparnos ni angustiarnos por nada, sabiendo que Él nos ama, que es Él el que lleva nuestra historia, si vivimos cada día como el mejor de nuestra vida (como escribió la madre Teresa), sin juzgar a nadie, amando a los demás y considerándolos superiores a nosotros mismos, nada nos podrá separar del Amor de Dios, ni ese trabajo estresante, ni esa cuñada que no soportamos, ni los problemas de nuestros padres o de nuestros hijos, ni esa enfermedad que nos hace sufrir tanto, etc. Con todo lo que nosotros no podemos, el Señor sí puede; y con la fuerza que Él nos da, podremos alcanzar esa paz interior que tanto anhelamos.