En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él». Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos (San Marcos 10, 13-16).
COMENTARIO
No te enfades nunca conmigo Señor. Yo como tus discípulos soy torpe y tantas veces no se obrar como conviene. Ten paciencia conmigo y corrígeme y vuelve a corregirme tantas veces como necesite porque así aprenderé como hoy aprendo y redescubro con esta Palabra tuya que me hace identificarme como discípulo necio y como niño que te busca y que quiere escucharte, sentir tus caricias y descansar mis problemas y sufrimientos en tu regazo. Pero para eso tengo que bajarme de mi altivez, de mi orgullo y mi arrogante falta de esa sabiduría tuya que tanto desconozco y que cada día, sin embargo, te empeñas en transmitirme. Que nunca mi “cabeza” pequeña pero altanera intente mirarte de igual a igual. Que la inocencia de la niñez me acompañe siempre cuando te mire a ti como hemos hecho siempre de niños con nuestros padres. Ten paciencia conmigo Señor, poco a poco voy descubriendo tus huellas a través de tus palabras que conmueven y que alimentan este “hombre nuevo” que te has empeñado en hacer de mí.
¡Cuánto me quieres Señor! ¡Cuánta paciencia! ¡Cuánto amor! cuánto más madurez carnal hay en mi vida más niño me siento en los designios de tus brazos. Hoy como ayer y como siempre ayúdame a ir de tu mano en mis tareas de este día; en los acontecimientos que me aguardan en este hoy. Sé tú mi luz, mi consuelo y mi guía.
Buen día con nuestro Señor!!!