¡Todo el mundo se pregunta, ¿pero qué hacía Jesús de niño? Y yo os pregunto, ¿qué hacen vuestros niños? Pues lo mismo… Él era un Niño sin maldad, jugaba, corría, se divertía (no mataba hormigas, aunque mosquitos chupópteros…) y ayudaba a su padre José. “El niño crecía y se fortalecía…” pero con un coraje que a veces te quedabas a cuadros.
Cuando estuve en Israel, los arqueólogos comenzaban a desenterrar el empedrado de las calles junto a la supuesta casa de la Familia Sagrada, donde se cree que jugaba Jesús. La casa y sus tabiques eran de piedra gris, con dos zonas diferenciadas y unidas por una escalera interna. Sus estancias normales en amplitud y una letrina enclavada en el suelo, junto a la escalera. Típico hogar de una familia modesta de Nazaret. No eran pobres, vivían adecuadamente pero sin lujos.
Iba a sus clases de griego y aprendía de los “profes” como cualquier niño judío…
Al tiempo que se desarrollaba, “se llenaba de sabiduría” de manera desconcertante; no al estilo humano cuando decimos “este niño es superdotado”. No, no así. Lo que Jesús hacía era hablar con sapiencia desde muy joven y esto le diferenciaba de los demás. ¿Sabéis por qué? Porque la Gracia de Dios, su Padre, estaba con Él cada segundo de su existencia en la tierra.
¿Qué os imaginabais? Solo era un niño que aprendía una labor al lado de José, su padre en la tierra; que rezaba con su Madre y llevaba a Dios en su alma Divina. Por lo que he leído se parecía a María; de ojos claros, cabello castaño y ondulado sobre sus hombros y bien desarrollado; más alto que muchos de su edad, pues llegó a medir 1,87 ms. (Sindone de Turín), gran estatura para la época.
Un niño Divino pero también humano…
Emma Díez Lobo