«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Habéis oído que se dijo a los antiguos: ‘No jurarás en falso’ y ‘Cumplirás tus votos al Señor’. Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir ‘sí’ o ‘no’. Lo que pasa de ahí viene del Maligno”». (Mt 5, 33-37)
Confucio dijo: «Para poner el mundo en orden, debemos primero poner orden en la nación; para poner orden en la nación, debemos antes poner orden en la familia. Para poner orden en la familia, debemos cultivar nuestra vida personal, y para cultivar nuestra vida personal debemos arreglar nuestros corazones».
En los últimos meses han aflorado casos de corrupción y se habla abiertamente del tema como algo que antes se hacía por virtud y deseo de superación, y hoy día se alcanza por un “premio” o un “pago camuflado o apañado”. Mentiras, engaños, falsedades, disimulos aprovechamiento del prójimo. ¡Basta ya! Siempre “sí” a la verdad, “no” a la mentira, porque como dice Jesús: “lo que pasa de ahí viene del Maligno”.
Señor, hoy nos llamas a la sencillez, al “sí” o “no” simplemente, y al cumplimiento de nuestros votos, o al seguimiento fiel del camino. Queremos ser discípulos tuyos, miembros de tu Iglesia peregrina en esta vida.
También nos invitas a alcanzar la trasparencia total en la relación entre las personas. Tanto en la iglesia como en la sociedad, hay momentos y ocasiones en que se exigen juramentos solemnes de las personas. En el fondo, el juramento es la expresión de la convicción de que nunca se puede confiar enteramente en la palabra del otro. Jesús quiere subsanar esta deficiencia y nos propone esta solución: “Digan apenas ‘sí’, cuando es ‘sí’; y ‘no’, cuando es ‘no’”. Él propone la honradez total y radical. Nada más que esto.
Nosotros nunca llegaremos a cumplir del todo, pero al menos sí a agradecer de corazón la inmensa bondad gratuita de Dios, que nos acoge, perdona y salva sin algún merecimiento de nuestra parte.
Miguel Iborra
2 comentarios
Muy bonito Miguel. Así es, todo empieza en casa, en pequeños círculos y se va extendiendo como la humanidad, de dos salen tres o cuatro… Y vamos sumando. Lo importante es el ejemplo y tener como bandera hacer el bien que a veces no nos damos cuenta del daño que podemos hacer… Bien por egoístas, bien por fanáticos, bien porque consideramos al vecino, como al vecino y no más….
Un abrazo, Emma
Queridísimos Isabel y Miguel: no os olvido y pido por vosotros, que sois mis hermanos, sienore,
Pienso sobre tu artículo de Buena Nueva, que tanto he leído en la Pquia. de Santo Tomás Moro, a la cual casi no voy, por diferentes motivos, que Jesús siempre nos ha enseñado la VERDAD y el BIEN. Es muy gratificante y esperanzador tu escrito y lo comparto totalmente. Muchísimas gracias por acordarte de mí y mandármelo. Mil gracias, y un fuerte beso y abrazo a Isabel y a ti. Vuestra amiga, Paloma