El griego Homero (800 a. C.) no podía saber que en el futuro un romano llamado Publio Virgilio Marón (siglo I a. C.) iba a leer La Ilíada y La Odisea. Y menos aún podía conocer que la lectura de estos poemas épicos impulsaría a Virgilio a la escritura de otro poema semejante: la Eneida. Y es que la lectura incita a la escritura, y la escritura abre un proceso comunicativo que se activa cada vez que un receptor-lector escucha o lee un texto; ese proceso se cierra, si puede decirse así, cuando el receptor-lector responde con otro texto. Esto es lo que ha sucedido cabalmente cuando Virgilio responde a la lectura de los poemas homéricos con la escritura del suyo. Y es lo que ocurrirá más de mil años después cuando Dante Alighieri, florentino que vivió entre los siglos XIII y XIV, escriba su Divina Comedia como respuesta a su lectura de la Eneida. Es interesante comprobar cómo una obra en griego ha inspirado a otra latina y cómo esta latina ha inspirada a otra italiana: las lenguas no tienen por qué ser muros, pueden ser puentes.
La Ilíada es la historia de varios episodios de la guerra entre griegos y troyanos. La Odisea es el relato del accidentado regreso de un héroe griego, Ulises, a su isla de Ítaca. La Eneida cuenta la salida del troyano Eneas de su ciudad asediada, y los combates de Eneas en Italia hasta vencer y asentarse como inicio de un gran pueblo: el romano. Luchas y viajes. En la Odisea y la Eneida, además, Ulises y Eneas descienden al infierno en busca de oráculos oportunos.
Virgilio no cita a Homero, pese a que los seis primeros libros de la Eneida evoquen la Odisea y los seis siguientes a la Ilíada. Homero no asoma su cabeza en la Eneida. Su presencia permanece en la estructura profunda, en el subconsciente del texto. Dante, sin embargo, sí explicita esa relación entre las obras convirtiendo a su inspirador en personaje. Virgilio será el guía de Dante en su viaje por el infierno y el purgatorio.
La Eneida poetiza los orígenes de Roma. La Divina Comedia, al poetizar el viaje del propio autor, Dante, está poetizando el propio proceso de creación literaria, y se convierten autor y modelo en personajes relevantes de la obra. Como ya hemos dicho, Virgilio no cita a Homero; pero Dante no solo cita a Virgilio, sino que lo convierte en personaje principal. En este aspecto, la diferencia entre Eneida y Divina Comedia es enorme: de inspirador ausente a inspirador casi omnipresente. En la Eneida el yo del autor se oculta tras un narrador en tercera persona, que ha usado la primera solo en los primeros versos: arma virumque cano: canto las armas y el héroe.En la Divina Comedia, el yo del autor y el yo narrativo se identifican, y el diálogo que todo autor establece con otros autores en la génesis de su obra, extra operam, digamos, se inserta dentro de ella: el yo del autor, Dante, dialoga con el tú del maestro, Virgilio.
Roma ha bebido en las fuentes griegas, y la Edad Media europea ha bebido en las fuentes romanas. Griego, latín y lenguas europeas han mantenido una relación muy fructífera en lo lingüístico y en lo literario. Cada uno de estos autores ha mantenido su personalidad. Virgilio ha fundido en una las dos obras homéricas. Y el resultado es único, diverso, específico. Dante ha convertido en central lo que en la Odisea y en la Eneida era accidental: el viaje al mundo de ultratumba.