Veteranos de las Hermandades de España explican cómo viven la Semana Santa
«Cuando era pequeño, la Semana Santa y todo lo que se relacionaba con ella me daba miedo. Entonces, cuando sólo tenía cuatro años llegó él, cuya familia es vecina de mis padres, y decidió inscribirnos a mí y a su sobrino en la Hemandad del Santísimo Cristo del Amor y de la Paz» Así recuerda Braulio García, de Guadalajara, cómo empezó a vivir estas fechas tan señaladas en las que fe y devoción se mezclan con tradición. Ya han pasado más de 30 años de aquello y García sigue marchando con Pedro Pedrero, que, además, es fundador de dicha Hermandad. Es uno de los cofrades más veteranos de España, un espejo en el que todos se fijan y al que todos escuchan.
«Pese a que tiene cerca de 80 años y a que su condición en la Hermandad le permite no hacerlo, él sigue cargando con la cruz.Cada Viernes Santo, sin fallar ningún año, viene a por mí a casa de mis padres y marchamos juntos», explica a ABC.es García. El caso de Pedrero es un ejemplo para todos ya que, «aunque muchos ven las procesiones de Semana Santa sólo como un espectáculo», cada vez hay más jóvenes «dispuestos a sumarse a la Hermandad».
Precisamente Tomás Martín, quien a sus 75 años sigue marchando en la Congregación de Jesús Rescatado -el Cristo con más devoción de la Semana Santa de Salamanca-, también alude a que en el seno de las Cofradías -y fuera de ellas- muchos entienden las procesiones como una mera «función» cuando, en realidad, «las procesiones son el colofón de la Cuaresma». «Lo fundamental está en lo interno, la fe se demuestra cada día y eso es lo que la gente tiene que entender», explica a ABC.es Martín.
«La fe se demuestra cada día y eso es lo que la gente tiene que entender»
Fue la tradición familiar la que le introdujo a los cinco años en la Congregación, puesto que tanto su padre como su abuelo formaban parte de ella, y ahora presume de que ya son cinco generaciones las que han continuado con esta labor. Durante este tiempo ha formado parte de la Hermandad de Soledad (desde los 10 años), de la junta directiva, ha sido tesorero, vicesecretario, costalero y Hermano Mayor, un puesto que ha ejercido durante dos décadas (1975-1987 y 1995-2003): «Llevo ya en la Cofradía 70 años y he pasado por muchos cargos, pero lo que más me gusta es lo que he podido hacer, siempre con humildad, por el bien de la Iglesia y la Congregación».
Parte de ese «bien» al que hace referencia Martín, está una etapa de su vida que recuerda con especial énfasis: entre 1955 y 1978 su cuerpo le permitió cargar sobre sus hombros al Cristo Rescatado, hasta que una úlcera «dijo basta». Eso sí, a día de hoy sigue haciendo «lo que la artrosis le permite» y se alegra de que su Cofradía siga contando con costaleros. Es más, presume de una sección de niños de la que ha conseguido que formen parte «entre 50 y 60, de 6 a 13 años», explica.
Como cualidades para formar parte de una Cofradía, Tomás destaca la necesidad de ser católico, estar bautizado y «adaptarse a las obligaciones» de la misma. «Hay que pagar los diez euros anuales para el mantenimiento y, claro está, ir a los cultos siempre que se pueda», explica, a la vez que aprovecha para reiterar que la fe «es algo que se demuestra siempre, cada día del año».
Cambios a mejor
Fernando Iguacel, de 50 años, insiste en la misma idea que Martín: «La fe es personal e intransferible y está presente desde que uno se levanta. En las procesiones se manifiesta públicamente, pero no es algo ocasional». Por los ojos de Iguacel han pasado ya «40 Semanas Santas» formando parte de la Cofradía de los Dolores de Ferrol. Durante ese tiempo, asegura que las cosas han cambiado «para bien» en lo que a la devoción se refiere y a su Hermandad: «Está todo más organizado, los cofrades se lo toman más en serio y, además, vengo observando un fenómeno muy positivo, cada vez son más los jóvenes que se unen a nosotros».
Con 14 años, Fernando ya se hizo cofrade y desde entonces, como Tomás, ha ido variando en lo que a los puestos que ha ocupado durante estos 40 años: «He sido realizador de tercio, organizador general, mayordomo y, desde hace dos años, dejé todo cargo para ser cofrade y sigo siendo secretario de la Coordinadora de Cofradías de Ferrol», explica. Ahora, sus hijos, de 12, 18 y 20 siguen sus pasos. No son los únicos, puesto que asegura que Ferrol es una ciudad que «se involucra». Eso sí, como los demás, insiste en la idea de que él vive la Cofradía «todo el año». «La Semana Santa no es sólo lo que sale a las calles», concluye.