En aquel tiempo, dijo el Señor: «Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «En seguida, ven y ponte a la mesa»? ¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú»? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer»» (San Lucas 17, 7-10).
COMENTARIO
A todos nos gusta que nos reconozcan lo que hacemos. También reclamamos a los demás, muchas veces, sobre todo a los más cercanos, que estén a nuestro servicio, haciendo lo que nosotros queremos. Este evangelio nos recuerda cuál es el termómetro de nuestra fe, si realmente queremos hacer la voluntad de Dios. La medida de nuestra fe y nuestra entrega a la voluntad de Dios es nuestra actitud de servicio a todos por el amor de Dios. Somos “siervos de Dios”. En esto nos dio ejemplo Jesucristo, que dijo que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido sino para servir y hacer la voluntad del Padre; para dar su vida por los demás.