En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado! , ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Las Palabras que el Señor Jesucristo emplea en este Evangelio resultan sorprendentes. He venido a prender fuego al mundo. No he venido a traer Paz sino división. Estarán divididos el padre contra el hijo, el hijo contra el padre…¿Cómo es posible que el Señor Jesucristo nos diga estas cosas cuando en la Última Cena nos dijo Amaos unos a otros como Yo os he amado?. Esta contradicción es sólo aparente. En este mundo en el que vivimos se está librando un combate espiritual terrible. Recordemos la parábola del trigo y la cizaña. Por instrucción expresa del Señor deben convivir hasta el momento final. La consecuencia es clara. Si deseamos seguir al Señor nos encontraremos tarde o temprano con la persecución que Él padeció y que nos anunció a todos nosotros. Esto no es teórico, es la realidad que vivimos día a día. Oremos pues intensamente para que el Señor nos envíe su Espíritu Santo y podamos cumplir la Misión que El nos ha encomendado.