La ALEGRÍA de la que da testimonio Santa Teresa de Calcuta, tiene su fuente en Cristo, y éste RESUCITADO. (II)
Hace unos días estaba estudiando algunas de las pruebas históricas llegadas hasta nosotros de la muerte y resurrección de Jesucristo, de su pasión, testimonios de su crucifixión, y de su sepultura. Me interesé por el texto evangélico que narra lo que vieron y creyeron las mujeres que acudieron al lugar de su sepultura, y lo mismo de los apóstoles Pedro y Juan que estuvieron allí.
Cuando escuché por primera vez la descripción de la resurrección de Cristo de la vidente María Valtorta, quedé sorprendido yo también. (1).
En especial he quedado impresionado por las traducciones y versiones de la descripción que hace Juan (20, 6b-9) del estado ‘ahuecado’ en que quedaron los lienzos. Esta expresión permite deducir que el cuerpo del Crucificado que contuvieron no fue ni robado, ni extraído desde fuera, salió de las ataduras de la mortaja por sí solo, dejándolas tal cual lo cubrieron en el momento de la sepultura. (2)
Estos hechos constatables, externos, visibles y muy reales, han venido en apoyo de la fe en el anuncio kerigmático de la resurrección de Jesucristo, que no es una fábula sino una verdad histórica. La fe desafía el docetismo antiguo y moderno, a los dualismos maniqueos, y a todos los errores que se han sucedido a lo largo de la historia para silenciar o deformar la verdad, cuyo primer testigo es Dios. (3).
El docetismo moderno se presenta con fuerte componente cultural en las filosofías que desean reducir el cristianismo a una religión angelical, espiritualista, buena para la sacristía y sobretodo sin incidencia histórica o social. La reciente liberación del P. Maurizio Palú, catequista itinerante del Camino Neocatecumenal raptado por Boko Haram en Nigeria (3), es una prueba más de que la fe mueve montañas.
“Hermanos”, les ha llamado el Padre Palú a sus secuestradores. “Con el Kerigma de que Cristo ha muerto y ha resucitado: evangelizaremos Nigeria y el mundo entero”, ha dicho a su llegada a Roma.
“Pero cuando ha dicho que ha resucitado de entre los muertos, solamente entonces el anuncio de Cristo hecho por San Pablo ha identificado aquel hombre con “el Camino, la Verdad y la Vida”, es decir con el destino del mundo, porque la muerte es el símbolo último del límite, es decir el símbolo último que todo es nada. Resucitar de la muerte, vencer el extremo símbolo del límite, quería decir que aquel hombre era el dueño del tiempo y del espacio. (…) que aquel hombre acontece: el tiempo y el espacio, en vez de delimitarlo, hasta la muerte, hasta la desaparición, (…) se transforman en instrumentos de la evidencia cada vez mayor de su poder. Uno que resucita de entre los muertos, en la resurrección de la muerte demuestra su poder al máximo. El cristianismo es un hecho que acontece. Acontece:
“Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo.” (Mt 28,20.) (4).
(1) (https://youtu.be/Arll3U14Qr8)
(2)Biblia de la Universidad de Navarra: Jn 20, 7: kai to sudarion o en epi tes kefalos autou ou meta ton otonia kemenon alla choris εντετυλιγµενον eis ena topon. De la versión Bizantina Interlineal griego-español. https://eventosbiblicos.files.wordpress.com/2013/10/biblia-interlineal-griego-espac3b1ol-completa.pdf.
(3)“Niegan su humanidad, y vieron en su (…) muerte y resurrección solamente fenómenos aparentes, sin la menor realidad objetiva… se comprende por esto que S. Pablo y S. Juan se alzaran vivamente contra las nacientes infiltraciones heréticas de tinte docetista. La prueba la tenemos en ciertos detalles característicos que señalan los Apóstoles.” Wikipedia: Docetismo.
(4) Giussani, Luigi, Qui e ora (1984-1985), Milano, 2009.
Juan Ignacio Echegaray.