«En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: “Todo el mundo te busca”. Él les respondió: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido”. Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios». (Mc 1,29-39)
Jesús nos sale al encuentro en un año nuevo lleno de esperanza y bendiciones. Que el Espíritu Santo, a través de sus dones, frutos, gracias y carismas, se haga persona en nuestras vidas.
Evangelii Gaudium, una Exhortación Apostólica del Papa Francisco, recoge que la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría
Las personas no deberíamos cavilar tanto sobre lo que debemos hacer; más bien sobre lo que debemos ser. Es decir, que cada uno haga fructificar sus talentos dejando entrar en su vida a Jesús, para que nos guíe e ilumine.
Si ya le has dejado entrar, deja un espacio a la reflexión, al pensamiento y al recogimiento. Dieta del alma y de la mente.
Y si ya no quieres perder su relación, que esta debe ser cimentada día a día, procura estar al tanto y concretar: ¿cuál es realmente tu necesidad? ¿Dónde diriges tu mirada? ¿Dónde posas tu corazón? No olvidemos que, y esto es muy importante, todos le andan buscando, tú que ya lo has encontrado, puedes y debes ser camino y testigo.
Él siempre estará con nosotros, y eternamente es presencia y gracia, no con gestos de poder sino con gestos de amor, como se reflejan en el evangelio de hoy.
Miguel Iborra Viciana