En su discurso ante las autoridades del país, el Papa instó a los gobernantes a respetar a cada grupo étnico, sin excluir a nadie, como base para la paz, y les indicó que las religiones no pueden ser fuente de división
Francisco no lleva ni 24 horas en Myanmar pero ya se ha reunido con el jefe de las Fuerzas Armadas de Birmania, el general Min Aung Hlaing, –considerado el responsable de la persecución religiosa que vive la minoría musulmana rohinyá–, con los líderes religiosos del país y, por último, con las autoridades birmanas, acusadas por la comunidad internacional de ignorar la represión contra los rohinyás.
En su discurso ante las autoridades del país, el Papa instó a los gobernantes a respetar a cada grupo étnico, sin excluir a nadie, como base para la paz, y les indicó que las religiones no pueden ser fuente de división.
«El futuro de Myanmar debe ser la paz, una paz basada en el respeto de la dignidad y de los derechos de cada miembro de la sociedad, en el respeto por cada grupo étnico y su identidad», dijo el Pontífice ante el presidente birmano, Htin Kyaw, y la premio Nobel de la Paz y jefa de facto del Gobierno, Aung San Suu Kyi.
«Myanmar ha sido bendecido con el don de una belleza extraordinaria y de numerosos recursos naturales, pero su mayor tesoro es sin duda su gente, que ha sufrido y sigue sufriendo a causa de los conflictos civiles y de las hostilidades que durante demasiado tiempo han creado profundas divisiones», continuó Bergoglio.
Sin embargo, «ahora que la nación está trabajando por restaurar la paz, la curación de estas heridas ha de ser una prioridad política y espiritual fundamental». En este sentido, expresó su agradecimiento al Gobierno «por los esfuerzos para afrontar este desafío, […] con el objetivo de poner fin a la violencia, generar confianza y garantizar el respeto de los derechos de quienes consideran esta tierra como su hogar».
En un discurso en el que no citó expresamente a los musulmanes rohinyás, como le había recomendado el arzobispo de Rangún, Charles Maung Bo, el Papa también aseguró que las religiones «pueden contribuir también a erradicar las causas del conflicto, a construir puentes de diálogo, a buscar la justicia y ser una voz profética en favor de los que sufren».
En este sentido, Francisco dijo que «en la gran tarea de reconciliación e integración nacional, las comunidades religiosas de Myanmar tienen un papel privilegiado que desempeñar» y pidió que «las diferencias religiosas no deben ser una fuente de división y desconfianza, sino más bien un impulso para la unidad, el perdón, la tolerancia y una sabia construcción de la nación».