La ceremonia en el santuario portugués será presidida este 13 de mayo por el cardenal de Lisboa
Al día siguiente de ser elegido Papa, Francisco se fue muy temprano a rezar ante la imagen de María «Salvación del Pueblo Romano» en la basílica de Santa María Mayor. En aquellos días pidió al cardenal de Lisboa, José Policarpo, que consagrase su pontificado a la Virgen de Fátima.
El veterano cardenal portugués lo hará de modo solemne el próximo 13 de mayo, precisamente en el lugar y en el aniversario de la primera aparición. Francisco se sumará desde Roma, poniendo en manos de la Virgen un pontificado de plena continuidad doctrinal con Benedicto XVI y Juan Pablo II que, por su estilo, suscita gran esperanza en el mundo entero.
La tarea es gigantesca, y el Papa desea aclarar que la reforma de la Curia vaticana es sólo la segunda de las tareas en que le ayudarán losocho cardenales consejeros nombrados el pasado 13 de abril.
Impulso a la «conversión pastoral»
Esa lógica, superior al mero «management», incluye consagrar a la Virgen de Fátima un «pontificado del ejemplo» que será revolucionario si logra extender a los pastores del mundo entero la «conversión pastoral» que el cardenal Bergoglio impulsa desde hace años en su propia diócesis y en toda América a través del documento de conclusiones de la conferencia del CELAM el año 2007 en el santuario brasileño de Aparecida.
Muchos cardenales electores cayeron en la cuenta de la verdadera prioridad de nuestro tiempo cuando, durante el pre-Cónclave, el cardenal Bergoglio urgió a evitar una «Iglesia autorreferencial», que mira continuamente su propio ombligo y se enferma precisamente por no salir a la calle al encuentro de las personas: de todas las personas, incluidas las alejadas de la religión y las marginadas por la sociedad.
Según un cardenal latinoamericano, «el comportamiento del Papa nos obliga a cada uno a examinar nuestra actuación como pastores, nuestro estilo de vida, nuestro modo de acercarnos a la gente».
Es la señal que Francisco desea enviar vistiendo de modo sencillo yviviendo en la Casa Santa Marta, con cincuenta monseñores de la Curia vaticana, y recibiendo cada mañana, para su misa de las siete, a empleados laicos de los distintos departamentos del Vaticano.