La fobia social es uno de los miedos más frecuentes que existen. Se caracteriza por un temor intenso e irracional a la observación o evaluación de los demás por el miedo excesivo a hacer el ridículo, sentirse humillado o juzgado. La persona que lo padece no puede hablar en público, ni asistir a una reunión, ni comer o beber con otras personas, no sabe iniciar una conversación o escribir delante de los demás y carece de habilidades sociales. Sus síntomas físicos van desde el temblor, rubor y sudoración hasta los vómitos o la falta de control sobre los esfínteres, entre otros.
Este trastorno psicológico es mucho más grave que la timidez, ya que altera completamente la vida cotidiana de quien lo padece. Entre sus consecuencias destacamos el fracaso escolar, la dificultad para desarrollar trabajos que exijan relación con los demás, para hacer amigos etc., así como el grave riesgo de recurrir al consumo de alcohol u otras drogas para poder relacionarse. Más del 50% no se casan.
Las situaciones más temidas por un fóbico social son:
- Intervenir en grupo: hablar en público, participar en un grupo, presentar un trabajo o informe en clase o en el trabajo, etc.
- Ser observado por los demás: asistir a clase, comer, beber o escribir delante de los demás, asistir a una clase de gimnasia, entrar en una cafetería, usar un lavabo público, viajar en transporte público, ir sólo a comprar a una tienda, etc.
- Interacción con los demás: hacer una reclamación, devolver un producto, hacer una petición o decir “no” a los demás, pedir algo a los demás, expresar su propia opinión, hablar con una autoridad, iniciar una conversación, recibir críticas, hablar de temas personales, llamar por teléfono, decir algo agradable a los demás, conocer a personas nuevas, relacionarse con el sexo opuesto, asistir a una fiesta, etc.
en los jóvenes
La adolescencia es la etapa de la vida donde con más frecuencia comienza a estructurarse la fobia social. El adolescente se ve sometido a la evaluación de su grupo de iguales, y tiene que expresar su rol en un sistema social distinto a la familia. A diferencia de la etapa de la niñez, el mayor desarrollo cognitivo del adolescente le permite ser más consciente ante la discrepancia de cómo se ve él y como le ven los demás.
Aunque el diagnóstico solo lo puede hacer un profesional, podemos detectar la fobia social cuando en situaciones sociales aparecen algunos de los siguientes síntomas:
- SÍNTOMAS FÍSICOS: Temblor de voz y manos, ruborización, sudor, taquicardia, ataque de pánico, dificultad de respiración, tensión muscular, dificultad de concentración, cefalea, sequedad de boca, opresión en el pecho, mareo, insomnio, micción frecuente, síntomas de fatiga, síntomas digestivos, etc.
- SÍNTOMAS PSICOLÓGICOS: Miedo intenso a la observación o evalución de los demás, miedo a tartamudear o a bloquearse totalmente y no poder hablar, sensación de irrealidad, pensamientos negativos muy frecuentes (“no voy a saber qué decir”, “y si me quedo bloqueado”, “voy a hacer el ridículo”, “me da pánico que todos me miren”), temor a que todos le noten la ansiedad, miedo a conocer gente nueva, temor a no saber comportarse en una situación social determinada, reunión o grupo, evita todas las situaciones sociales de la vida cotidiana, aislamiento, etc.
Más del 50% de los fóbicos sociales sufren además otro trastornos como la ansiedad, depresión, abuso de sustancias, trastornos de personalidad etc.
causas y factores de riesgo
De los estudios realizados hasta la fecha se han podido identificar diferentes factores que originan la fobia social. Resumiendo son los siguientes:
- Padres sobreprotectores.
- Padres muy exigentes y que no expresan afecto.
- Educación inhibidora de la relación social.
- Familia que se relaciona muy poco socialmente.
- Falta de experiencias sociales y déficit de habilidades sociales por la educación recibida.
- Vivencia negativa de situaciones sociales en la niñez y en la adolescencia.
- Aprendizaje de experiencias sociales negativas en los padres (rechazo, burlas, desprecio, ridículo).
- Factores de personalidad, como personalidad dependiente, obsesiva, esquizoide, etc.
- Experiencias negativas en la interacción social en la niñez o adolescencia.
- Pensamientos negativos frecuentes de expectativas negativas, relacionadas con no saber qué decir o cómo comportarse por temor al ridículo.
incidencias y limitaciones
Las personas que tienen fobia social padecen un gran sufrimiento ya que su vida familiar, social, académica, laboral, afectiva y de ocio se ven afectadas por las “conductas de evitación” a las situaciones temidas.
La persona se aisla cada vez más o se mantiene en el grupo siempre en una actitud pasiva. Pierden grandes oportunidades en el trabajo, en las aficiones y en la relación con los demás debido a la baja autoestima, depresión y ansiedad que padecen, lo que refuerza más aún este tipo de trastornos.
La fobia social (A) le produce muchos pensamientos negativos (B) que propician las conductas negativas de evitación y desarrollan muchos síntomas (C). De esta forma se genera un círculo de feedback: A influye en B, y B influye en C y a su vez C vuelve a potenciar A, que hace que la fobia social se mantenga y se incremente. Entre los factores más importantes que se han descubierto en los procesos A, B y C están los siguientes:
- Conductas de evitación de situaciones sociales.
- Síntomas físicos de ansiedad que no puede controlar y que potencian el miedo.
- Pensamientos negativos sobre sí mismo.
- Comparación con los demás, a los que percibe como superiores en la actuación social.
- Expectativas negativas de que no sabe comportarse adecuadamente en muchas situaciones.
- Muchos pensamientos negativos de que es percibido negativamente por los demás.
- Nunca toma la iniciativa en conversaciones o en llamar a los demás.
- Le afectan mucho las críticas o reacciones de los otros.
- Se siente insatisfecho y frustrado en su actuación social.
- Pensamientos ansiosos o depresivos.
- Importante déficit de habilidades sociales.
prevención y tratamiento
Su tratamiento se debe realizar cuanto antes, porque como ocurre con muchos trastornos, la fobia social se generaliza y cronifica en el tiempo. La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser el tratamiento más eficaz. Consiste en terapias de relajación profunda, autocontrol, entrenamiento en habilidades sociales, ejercicios de respiración controlada y reestructuración cognitiva combinada con biofeedback.
¿Tiene alguna relación este trastorno con la educación cristiana? Podemos afirmar que sí. Un niño o adolescente que recibe una educación en la que los principales valores en la vida son el amor a Dios y al prójimo, que no podemos juzgar a nadie, que aprende de sus padres a pedir por los demás, incluso por los enemigos, a ser tolerante, abierto, extrovertido, a ayudar a los compañeros o hermanos, a aceptar mejor a los profesores o compañeros de edad, a respetar la opinión de los demás, a ser conciliador cuando otros se pelean, a expresar lo que piensa sin importarle la opinión ajena, que no oye hablar mal en casa de familiares, vecinos o amigos, lo más probable es que no desarrolle ningún tipo de fobia social; que sea un joven con alta autoestima, que no genere pensamientos o conductas negativas hacia los demás y sepa comportarse en un grupo adecuadamente. Con lo cual, como les digo a los padres: “si hablas a tus hijos de alguna persona, y no tienes nada positivo que decir de ella, mejor no hables”.