La familia cristiana en tanto que iglesia doméstica es una comunidad de personas crucial para la nueva evangelización, en la que puede verse el amor y la unidad, signos de la fe que llaman a la fe. La familia Bassi-Veratti constituye además un claro ejemplo de que ciencia y religión, razón y fe, son complementarias.
Como señala Monseñor Juan Antonio Reig Plá, obispo de Alcalá de Henares, “la familia cristiana es la medicina que la sociedad necesita para salir de la enfermedad que la lleva al divorcio, al aborto, y para recuperar la gramática humana”. Y es que la familia cristiana es una buena noticia, en la que se puede apreciar que Cristo ha vencido la muerte, dándose en ella la donación generosa de los esposos, la acogida de los hijos como don de Dios, el perdón, y un amor personal por lo que cada miembro es, no por lo que tiene. Este valor de la familia cristiana resulta particularmente patente y desarrolla todo su sentido en las denominadas Familias en Misión del Camino Neocatecumenal, a través de las cuales la Iglesia Católica realiza una implantatio ecclesiae mediante la missio ad gentes en zonas donde la presencia de la Iglesia está debilitada o donde directamente ya no hay cristianos, zonas de las que está llena Europa. Pero, ¿qué tiene que ver la familia cristiana con la ciencia? Veamos.
En 2011 se celebró el 350 aniversario de la publicación del libro “El químico escéptico”, obra clave en el nacimiento de la química moderna. Su escritor, Robert Boyle, cristiano ferviente, enunció la famosa ley de Boyle, vigente en nuestros días. La primera persona en demostrar la no universalidad de dicha ley fue Laura Bassi.
testimonio de la fe vivida
Laura Bassi nació en Bolonia en 1711, hija de un modesto abogado de Módena. Con 20 años, y en presencia del Arzobispo Próspero Lambertini (futuro Benedicto XIV) y de otros numerosos notables, llevó a cabo el debate sobre 49 tesis de filosofía y física, con un éxito que recibió la aclamación popular. Un mes después, volvió a aparecer en público para recibir el doctorado en filosofía por la Universidad de Bolonia, la más antigua universidad del mundo, fundada en el siglo XII por las Iglesia Católica. Fue además elegida miembro de la Academia de Ciencias de Bolonia por los hombres que componían la misma. Se escribieron en su honor tres tomos de poesía. El mismo año fue profesora de Anatomía de dicha universidad, y poco después, con 23 años, recibió ex officio la Cátedra de Filosofía. Llegando a ser por tanto esta científica católica la primera profesora y catedrática del mundo.
Contrajo matrimonio con Giuseppe Veratti (1707-1793), doctor en medicina y profesor de Filosofía natural de su misma universidad. En 1742 el matrimonio Veratti-Bassi comenzó a dar clases en su casa. Las clases consistían en una parte teórica y otra práctica, siendo verdaderos pioneros en la incorporación de la investigación a la docencia. El éxito y la dedicación les llevaron a constituir en 1749 una escuela de Física experimental, en su propia casa, que llegó a ser un importante centro docente e investigador en toda Europa. Ambos contribuyeron de forma determinante a la difusión del newtonianismo, creado por Isaac Newton, científico cristiano. Entre sus alumnos encontraría la vocación por la docencia e investigación científica en Biología nada menos que el Padre Lázaro Spallanzzani, científico católico determinante en el desarrollo de la Microbiología.
Los Veratti-Bassi abordaron estudios sobre electricidad, magnetismo, dinámica de fluidos y, en menor medida, sobre biología, en colaboración con Spallanzanni. Giuseppe Veratti aplicó la electricidad a la medicina. Se sabe que Laura Bassi publicó 28 artículos científicos y escribió discursos para la Academia de Ciencias de Bolonia y la Academia de Ciencias Benedictina, fundada por el Papa Benedicto XIV, de la que también llegaría a formar parte. Mantuvo correspondencia con eminentes científicos de su época, como Volta, y fue elogiada por el mismísimo Voltaire. En 1776, a la edad de 65 años, el senado boloñés le confirió la cátedra de Física experimental en el Instituto de las Ciencias de Bolonia. Moriría dos años después.
El matrimonio Veratti-Bassi tuvo doce hijos, de los cuales solo cinco llegaron a la edad adulta. Tres de ellos fueron canónigos y uno profesor del Instituto de las Ciencias de Bolonia. Por ello se entiende que les transmitieron la fe y la ciencia con no poco éxito.
Aun cuando, como dice la Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, “la negación de Dios o de la religión no constituye, como en épocas pasadas, un hecho insólito e individual, sino que hoy día, en efecto, se presenta no rara vez como exigencia del progreso científico y de un cierto humanismo nuevo”, la tozuda realidad supera la ficción creada por opiniones alejadas de lo objetiva y científicamente admisible. Así, la familia Veratti-Bassi es una clara demostración de que la transmisión de la fe es totalmente compatible con la transmisión de la ciencia.
En el V Encuentro Mundial de las Familias, celebrado en agosto de 2006 en Valencia con el lema “La transmisión de la fe en familia”, Benedicto XVI señaló: “…La familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad… Por eso, reconocer y ayudar a esta institución es uno de los mayores servicios que se pueden prestar hoy día al bien común y al verdadero desarrollo de los hombres y de las sociedades“.