Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la anorexia nerviosa “es una enfermedad que se caracteriza por una pérdida deliberada de peso, inducida o mantenida por el propio enfermo”. Sin embargo, la bulimia “es un síndrome que se caracteriza por episodios de ingesta excesiva de alimentos y por una preocupación obsesiva por el control de peso corporal, lo que lleva al enfermo a adoptar medidas extremas para mitigar el aumento de peso producido por la ingesta de comida”.
Ambos trastornos constituyen una epidemia en las alteraciones de conducta alimentaria. Son dos enfermedades muy serias, con tendencia a hacerse crónicas, en algunos casos a la muerte, y siempre dejan mucho daño en el enfermo y en su familia.
El auge de estos trastornos comienza en la década de los años setenta con la llamada “cultura antiobesidad”. En aquellos años surge y se pone de moda un modelo corporal femenino muy delgado y difícilmente alcanzable por la población femenina. Los medios de comunicación nos bombardean con la idea de que para conseguir el éxito hay que estar muy delgado.
cómo detectar los trastornos alimentarios
Los trastornos de la alimentación son patologías graves y se han convertido en España en la nueva epidemia de los adolescentes. La detección precoz es fundamental para la curación rápida de estos pacientes. Son muchas las ocasiones que he podido oír por parte de la enferma: “No sé por qué mis padres me traen aquí si todas mis amigas devuelven igual que yo”.
A continuación, se exponen algunas de las características más comunes que hacen sospechar si un adolescente está empezando a desarrollar una anorexia nerviosa.
1. Síntomas psicológicos
– Aumento de la actividad física a fin de gastar calorías de forma obsesiva.
– Nunca dice tener hambre, sed, fatiga o sueño.
– Aislamiento social.
– Baja autoestima.
– Egocentrismo excesivo.
– Escaso contacto familiar.
– Pierde el interés por sus aficiones o tiempo libre.
– Se pesa compulsivamente.
– Miedo exagerado a subir de peso.
– Disminuye las horas de sueño.
– Irritabilidad y mentiras frecuentes.
– Disminuye la ingesta de líquidos.
– Conductas extrañas como cortar los alimentos en pequeños trozos, esconderlos o tirarlos.
– Uso de laxantes o diuréticos.
– Ingiere sólo alimentos a la plancha o preparados con cocción.
– Rechazo de los alimentos hipercalóricos.
– Vómitos frecuentes autoinducidos.
– Trastorno severo de la imagen corporal.
– Negación de la enfermedad.
– Síntomas de un estado depresivo y obsesivo.
2. Síntomas físicos
– Pérdida importante de peso.
– Piel seca y pelo débil y quebradizo.
– Dolor de garganta frecuente.
– Deshidratación.
– Amenorrea (pérdida de la menstruación).
– Osteoporosis.
– Alteraciones dentales frecuentes.
– Estreñimiento.
– Vértigo y dolor de cabeza.
– Insomnio.
Las investigaciones han demostrado que uno de los factores ambientales más involucrados en la anorexia nerviosa es la moda. El cuerpo delgado de las modelos es admirado por la mayoría de las adolescentes, de manera que para intentar parecerse a ellas, comienzan a hacer dietas y a obsesionarse con su peso. La perfección corporal se ha convertido así en el medio para obtener el reconocimiento social y el éxito personal.
Las víctimas de la anorexia y de la bulimia poseen una personalidad obsesiva que acaba traduciéndose en una manía constante por el peso y la dieta. La anoréxica tiene una gran preocupación por la opinión que los demás tienen de ella, así como posee también un elevado autocontrol.
La bulímica, en cambio, es más impulsiva, intolerante y se frustra más. La adicción a las drogas es una característica frecuente en estas pacientes, así como su tendencia a la depresión y la ansiedad. Suelen fracasar en las relaciones sentimentales. A la anoréxica se la descubre antes porque se queda en los huesos, mientras que la bulímica suele mantener el mismo peso y guardar más tiempo en secreto su enfermedad.
consecuencias físicas
Los estudios sobre las consecuencias físicas de la anorexia han demostrado que a corto y medio plazo, los pacientes sufren cardiopatías, desajustes de electrolitos, anomalías reproductivas, osteoporosis, problemas gastrointestinales y cambios en la actividad de los neurotransmisores cerebrales. En resumen:
Cerebro: Daños neurológicos, calambres, hormigueos. Bajan los niveles de leptina (regulador del apetito).
Corazón: Disminuye el tamaño del corazón. Prolapso de la válvula mitral. Derrame pericárdico. Bradicardia e hipertensión. Arritmias.
Problemas gastrointestinales: Flatulencia. Estreñimiento. Dificultad en el vaciamiento gástrico. Reducción del tamaño del estómago.
Densidad ósea: Disminuye la masa ósea como consecuencia de la pérdida de menstruación (amenorrea), de minerales bajos en los huesos y de mayores niveles de hormonas tiroideas.
La anorexia o la bulimia son una señal de esta sociedad enferma por el “culto al cuerpo”. Por eso es tan importante descubrir a Jesucristo en la propia historia personal de cada día. El cristiano, que ha dicho “sí” a Dios como hizo MarÍa, no tiene que preocuparse por el cuerpo, sino por el espíritu, por lo trascendente, que es lo que de verdad merece la pena en esta vida, en la que caminamos al encuentro del Señor.