Estar contigo
Hay jóvenes que no conocen a Jesucristo o no lo quieren conocer, por eso no se sienten amados, lo que desemboca muchas veces en el consumo de drogas, sexo, alcohol, e incluso en el suicidio. Ante la pregunta ¿para qué vivir? no encuentran respuesta. Sin embargo, también los hay que se han encontrado con su Amor, y esto ha provocado una transformación en su vida tan completa que les lleva a seguirle dejándolo todo. Filippo e Israel son dos de ellos; ambos se encuentran en la Domus Galilaeae, el centro de formación y retiro del Camino Neocatecumenal, situado junto al lago Tiberiades, en Korazin (Israel).
Filippo Zughetti
Seminarista. 25 años. Natural de Roma
14 meses en la Domus Galilaeae
¿Cómo y cuándo sentiste la llamada al sacerdocio?
Cuando peregriné aquí a Israel con Juan Pablo II en el año 2000. Mientras esperábamos al Papa, un sacerdote nos leyó la palabra de la llamada de Leví, y eso me removió, aunque solo tenía doce años; sentí que esa llamada de Cristo era para mí, y no podía quedarme de brazos cruzados. En ese momento me sentí muy amado. Vi mi propia realidad y la del mundo.
¿Cómo te transformaron esas palabras?
El sentir de una forma gratuita el amor de Dios me ha cambiado completamente la manera de vivir y de amar. Al principio no era fácil seguir la vida como si nada, y me sentía solo, sin afectos. Incluso a veces llegué a pensar que estaba equivocado. Con el tiempo he visto que no estoy solo y que el único afecto es Jesucristo; Él me ama y me ayuda a seguir. Me permite conocerme a mí mismo y saber qué quiere Dios de mí.
¿Qué te aporta en el día a día?
El Señor me ha dado mucho; me ha curado de muchas cosas, también a través de la ayuda de muchas personas, como mi padre, el P. Rino —el rector de la Domus Galilaeae—, los hermanos… En el caso de mi padre, yo veía cómo Dios le inspiraba para transmitirme la fe, para llevarme y traerme del seminario de Roma —que estaba lejos de mi casa— a cualquier hora y en cualquier momento, y nunca ponía impedimentos aunque estuviera cansado. Eso me ayudaba a crecer en la fe.
¿Cómo llevas estar lejos de tu país?
Estoy un poco acostumbrado, aunque me cuesta habituarme a la dimensión de esta casa. La Domus es muy grande y mi casa muy pequeña. Echo mucho de menos a la mia mamma.
¿Qué supone para ti esta tierra que ha sido testigo de Jesucristo, pisar por donde pisó?
Por supuesto me ayuda a confirmar la llamada, a entrar en la Palabra de Dios, a encarnarla en mi vida, porque es verdad que hay una presencia de Dios en los lugares santos. Creo que todavía no soy muy consciente de cuánto me ayuda estar aquí.
Israel Fernández
20 años. Natural de Soria
12 meses en la Domus Galilaeae
¿Por qué estás aquí?
A medida que fui creciendo me fui alejando de la Iglesia. Empecé a relacionarme con gente que no era una buena influencia para mí. Llegué a estar tan mal que mi tío me aconsejó venir durante un tiempo. Al principio le dije que no, pero finalmente sé que Dios me trajo porque se me fueron cerrando todas las puertas. El tiempo que llevo aquí no lo cambiaría por nada del mundo. ¡He aprendido tanto! Al principio no lo apreciaba, pero luego he visto que Jesucristo realmente me ha salvado de la muerte, y estoy abierto a lo que me proponga el Señor. Esto era impensable hasta hace unos meses.
¿Cómo llevas el estar lejos de tu país?
Reconozco que yo no paraba nada en casa, siempre estaba en la calle. A pesar de que he sido un poco “pingo” en ese sentido, y de ser muy afectivo y distante al mismo tiempo distante, echo de menos a la familia. También la comida de casa.
¿Ha cambiado tu vida desde que llegaste?
Sí. No sé como será el infierno, pero yo creo que lo he experimentado. He salido de él con la oración, que es muy importante, la eucaristía diaria, la vida ordenada… El Señor me va trabajando poco a poco. En mayo regresaré a España y tengo miedo de volver a mi otra vida: estar con malas compañías, beber, fumar porros… Soy consciente de que lo que he conseguido en un año puedo perderlo en un día cuando vuelva a España, pero también he aprendido a levantarme y a obedecer. El Señor no me va a dejar tirado.
Mercedes Durán
Madre de familia