Hace poco hablaba del secuestro del Espíritu de la Navidad en nuestros días. Hoy voy a invitaros a poneros el termómetro para que conozcas tu «temperatura». Si el termómetro marca «alegría», el Espíritu de la Navidad está vivo. Si marca «tristeza», es para preocuparse.
La cosa parece fácil, pero distingamos: cuando hablamos de alegría, nos referimos a la alegría basada en la Encarnación del Verbo, cuyo cumpleaños celebramos en Navidad; no es la alegría de comilonas, compras compulsivas, alienaciones… Ciertamente también los creyentes celebramos estas fiestas con familiares y amigos, brindando con una copa y algún dulce, como también compartiendo con quien no puede ni tiene forma de celebrar la Navidad. Esta es la «“alegría” de la salvación» (Sal 51,14), que no es solo para el tiempo navideño, sino para todos los días del año.
La otra temperatura, la «tristeza» es que la precede, son más, de una vida de pecado.
Jesús Esteban Barranco