A una semana de la Misa de la Familia, en la Plaza de Colón, el cardenal Antonio María Rouco Varela recuerda que «está en juego el derecho a la vida de los más indefensos»
-El domingo 30 las familias tienen una cita en la Plaza de Colón, ¿qué motivos tiene la Iglesia para celebrar un año más esta Eucaristía?
-Tiene una razón que es supratemporal, la celebración del misterio de la Sagrada Familia de Nazaret y, otra coyuntural, que está relacionada con el momento actual que vive la sociedad y la Iglesia. En el misterio de la Sagrada Familia de Nazaret se descubre la verdad profunda de lo que es el matrimonio y la familia y también lo que significa para el bien del hombre y el futuro de la sociedad: es un instrumento de salvación para el hombre. En su seno los hijos dan sus primeros pasos en el conocimiento de Dios y en la gran experiencia de la fe. Luego hay una razón que tiene que ver con el momento histórico que vivimos. En este momento la familia se ve muy hostilmente cuestionada por corrientes de pensamiento, alternativas culturales, proyectos sociales y corrientes políticas que le niegan aspectos fundamentales de su verdad y le hacen muy difícil poder cumplir con su misión tan vital y tan esencial para el bien de las nuevas generaciones y de la sociedad.
–La crisis ha demostrado que la familia es el colchón que mantiene la cohesión social. Sin embargo, sigue siendo la principal afectada por la política de austeridad y de recortes del Gobierno, ¿cuál debe ser el límite?
-Las políticas de austeridad afectan a toda la sociedad y dentro de ella también a las familias, sobre todo cuando la consecuencia más dura y dolorosa de la crisis es el paro. Por lo tanto, el Gobierno con su política tendrá que tratar primero de resolver las crisis atendiendo a sus causas, y luego intentar que los efectos de la recesión sean compartidos y sobrellevados por toda la comunidad con sentido de equidad, de protección y de ayuda a los más débiles y naturalmente dentro de esos criterios morales que los obispos hemos recordado. Luego con crisis y sin crisis -y es lo más duro- debe hacer posible económica y socialmente que la familia pueda cumplir con uno de sus fines fundamentales que es dar la vida y educar a las nuevas generaciones. Es una función que no es transferible a ninguna otra instancia. Es necesario hacer una política con un marcado acento familiar ahora justamente que la familia es en muchos casos el lugar y la fórmula para aliviar, atenuar y paliar los efectos del paro.
-En medio de la recesión aumentan los voluntarios y donativos privados a Cáritas, ¿cree que la crisis ha dejado al descubierto el buen hacer de la Iglesia por los más necesitados?
-Lo ha hecho más llamativo si se quiere, pero el ejercicio de la caridad centrado y volcado en los más necesitados en cuerpo y alma ha sido y es la esencia misa de la Iglesia. Las circunstancias de dolor, sufrimiento o pobreza suscitan la respuesta del amor cristiano tanto en los cristianos mismos, como en el conjunto del tejido social que tiene relación con la Iglesia. La vivencia de la caridad dentro de la Iglesia ayuda a que el conjunto de la sociedad en sus miembros más débiles sea socorrida e incluso animada a solucionar los grandes problemas de orden social, económico, jurídico y político que nos afligen en estos momentos.
-¿Cree que bastará la esperada «reactivación económica» para salir de esta recesión? ¿El problema es solo económico?
-Depende de cómo se entienda la crisis. Para salir de la crisis económica, si hay una reactivación económica, probablemente sí se saldrá.
-Pero esta crisis ha puesto al descubierto un gran vacío de valores. Allí está la corrupción por ejemplo…
«El Gobierno tiene que procurar la protección de los más débiles»
poder comportarse bien con él mismo y con los demás de manera que no primen el egoísmo, la violencia, el odio, el puro placer o el hedonismo sino el sentido de la justicia, la cercanía, la fraternidad, la solidaridad. Cuando eso es así también las estructuras económicas y el funcionamiento económico de una sociedad van por otros caminos. Hay ánimo, hay luz para poder concebir el trabajo, la empresa, los bienes de este mundo de una manera creativa, activa, compartida y creadora de servicios y de bienes para todos de una manera justa y solidaria. De una justicia que va más allá del que «te doy para que me des», sino que tiene que fundarse en la ayuda y la cooperación entre todos. Muy señaladamente, de los que más pueden hacia los que menos pueden.
-La sentencia del Tribunal Constitucional argumenta que extender la institución del matrimonio a las personas del mismo sexo «no distorsiona» la imagen jurídica que la sociedad tiene de ella, ¿qué consecuencias conlleva, a su juicio, esta interpretación?
«El fallo del TC no cierra la posibilidad de reformar la legislación sobre el matrimonio»
están obligados a seguirlas y a interpretarlas de manera que no las modifiquen sobre todo en lo que se refiere a la jurisprudencia del derecho constitucional, pero también es verdad que todo el sistema jurídico tiene que servir a la justicia, en un sentido amplio, lo que implica entender una configuración de la sociedad que se deba al bien común y que busque el bien común. En este caso el que busca el bien común tiene que respetar y promover el bien de la familia y del matrimonio en su verdad y en lo que se exige desde el punto de vista de la justicia que es más que justicia positiva. De todos modos la sentencia del Tribunal Constitucional no cierra las posibilidades, ni el campo de actuación de la legislación ordinaria a la hora de legislar sobre el matrimonio y la familia, la mantiene abierta.
-¿Eso significa que la Conferencia Episcopal piensa plantear al Gobierno la derogación de esta legislación?
-La Iglesia no actúa de modo político ni debe actuar de modo político si no de modo pastoral, a través del magisterio, del ministerio de la palabra, de la atención y el seguimiento espiritual y apostólico de sus fieles. En el ejercicio de ese ministerio los pastores tenemos que proponer, explicar y defender la visión cristiana sobre los grandes problemas que afectan a la naturaleza de la persona humana, lo cual implica una responsabilidad muy directa de los seglares. La Iglesia se hace presente en medio de la sociedad y de la comunidad política sobre todo a través de la forma y el modo en que los miembros de la Iglesia, sus hijos e hijas, viven su vocación cristiana y sus responsabilidades apostólicas y misioneras en relación con la vida social, el mundo de la cultura, de la economía y la comunidad política. Viendo cómo está la legislación en España sobre el matrimonio y la familia tenemos que seguir animando mucho a los fieles a que lo hagan.
–En estos días el Ministerio de Sanidad ha publicado las cifras de aborto, ¿espera que el Gobierno reforme finalmente la ley?
-El Gobierno ha anunciado un reforma y esperamos que la lleve adelante porque lo que está en juego es el derecho a la vida de los más indefensos e inocentes. Tampoco se puede negar que la crisis demográfica y la práctica abortiva han encontrado un campo legislativo abierto en la Europa de los últimos 50 años.
-Por lo poco que sabemos de esta reforma, el Gobierno tiene intención de que la nueva legislación tome en cuenta la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, que reconoce la vida del no nacido como un bien jurídico constitucionalmente protegido, ¿le parece un buen camino?
-Es un buen camino. Se podría decir que desde el punto de vista de la doctrina de la Iglesia es más que un bien jurídico, es un derecho del que va a nacer. Pero es un paso importante desde el punto de vista ético que el Tribunal Constitucional haya defendido que la vida del que va a nacer es un bien jurídico constitucionalmente protegido.
-¿Cree que el nuevo anteproyecto sobre la ley de educación garantiza la libertad de educación?
-El anteproyecto reconoce el derecho de los padres a elegir la educación religiosa para su hijos de una forma que se acomoda a lo que establece la Constitución española en su artículo 27. Este derecho de los padres, que es un derecho constitucional, está bien recogido en la ley. Este aspecto fundamental que defiende la jurisprudencia tanto del Tribunal Constitucional como del Supremo y los propios acuerdos entre España y la Santa Sede no estaba suficientemente recogido en las legislaciones anteriores. Sí lo está ahora en este anteproyecto. Se recupera así la actualidad de unos criterios legislativos que estuvieron vigentes desde 1978 a 1991. De este modo se responde a lo que exige el ordenamiento jurídico español y, por supuesto, a un verdadero trato respetuoso de la libertad de los padres para elegir la formación religiosa y moral que quieren para sus hijos en las escuelas del Estado, a lo que tienen derecho.
-¿Y con respecto a la libertad de elección de centro?
«Hay que hacer posible el derecho de los padres a la elección de centros»
problemas y dificultades que vienen de atrás. También en este punto hay que tener en cuenta la doctrina del Constitucional que es muy clara al respecto. Hay que hacer posible desde el punto de vista jurídico y económico la elección de centros. Es una exigencia de la Constitución y del derecho fundamental de las familias. Cuando se tiene una concepción del Estado y de la comunidad política no totalizante entonces se entiende el gran papel y el imprescindible derecho de los padres en la educación de los hijos.
-Cree entonces que fijar una alternativa obligatoria a la clase de Religión, ¿le devuelve el estatus académico que reclamaba la Iglesia?
-La alternativa ya era obligatoria, lo que pasa es que no se daba ni se configuraba como una verdadera asignatura. Lo había establecido el Tribunal Supremo y más o menos se reconocía; pero en la praxis al no estar configurada académicamente resultaba una verdadera desolación.
-¿Cree que la reforma educativa debe garantizar el derecho de los padres a que sus hijos sean escolarizados en castellano?
-Los padres tienen derecho a que los hijos se eduquen en la lengua que los padres determinen. Es un derecho fundamental de la familia, que no puede ser suplido ni negado por la autoridad. El derecho de los padres es primario y primero y el derecho del Estado es subsidiario.
-Romper España ¿es una solución a la crisis?
«Pedimos a las familias que recen por la unidad de España»
Comisión Permanente del 3 de octubre de 2012. Leyéndolas se puede ver cómo el magisterio de los obispos españoles piensa sobre este bien o valor que es la unidad de España. En esas instrucciones hemos pedido a los fieles orar por la unidad de España y se lo pedimos también a las familias que celebren el día de la Sagrada Familia con el gozo y la alegría propias del tiempo navideño.
-¿Imagino que las familias agradecen poder acudir a Colón a rezar?
-Claro que sí. También las europeas, porque la situación de Europa en general es extraordinariamente delicada y problemática en el campo de la legislación sobre el matrimonio y la familia. Una de sus consecuencias más dramáticas está a la vista: es lo que puede llamarse el envejecimiento actual y creciente de las sociedades europeas. Una consecuencia inevitable de la crisis demográfica. Hay pocos niños y pocos jóvenes.
-¿Qué le ha parecido el último libro del Papa, «La infancia de Jesús»?
-Un libro hermoso. De esos libros que nacen de la personalidad intelectual y espiritual de un maestro del pensamiento teológico. Es un libro que nos ayuda primero a conocer bien qué historia es la que está en el fondo del acontecimiento narrado por lo evangelistas San Lucas y San Mateo y, segundo, porque nos lleva a conocer más profundamente el misterio de Dios que ha entrado a la historia para salvar al hombre. Ese momento es el momento de la indefensión del niño Dios, de la debilidad propia de un niño que, sin embargo, manifiesta la fortaleza indestructible del amor de Dios. Además está escrito con un estilo literario por un parte lleno de concisión y sobriedad intelectual pero, por otra, de una gran ternura humana. Por todas estas razones, este libro se puede convertir en una lectura espiritual, sugestiva y muy provechosa para muchas personas en esta Navidad.