«En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?”. Respondió Jesús: “El primero es: ‘Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser’. El segundo es este: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No hay mandamiento mayor que estos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: “No estás lejos del reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas». (Mc 12,28b-34)
En Israel el verbo escuchar tiene unas connotaciones que no se dan en nuestra lengua, así como en ninguna de las llamadas lenguas románicas, y que nos conviene tener en cuenta para descubrir y apropiarnos de su riqueza. En Israel el que escucha es alguien que, desde abajo, está pendiente de quien le habla sin dejar caer por tierra ninguna de sus palabras, tal y como se nos dice de Samuel con respecto a Dios, que le habla: “Samuel crecía, Yahveh estaba con él y no dejó caer en tierra ninguna de sus palabras… Yahveh continuó manifestándose en Silo, porque en Silo se revelaba a Samuel la palabra de Yahveh” (1S 3,19-21).
Samuel crecía, expresión que apunta al crecimiento en fidelidad a Dios quien, a su vez, le garantizaba su estar con él por medio de sus palabras. Samuel es imagen bellísima de Jesucristo que “crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Lc 2,52). Es un crecimiento que culmina en guardar la Palabra del Padre como Él mismo testifica (Jn 8,55b). Jesús es la plenitud del Shemá. Amó a su Padre, su Voluntad, su Palabra, con todo su corazón, fuerza y alma. El Hijo escuchó al Padre, no para aprender académicamente, sino para obedecerle.
Antonio Pavía
1 comentario
Me parece muy bien el comentario. Sólo hago una pequeña puntualización: en español el verbo escuchar tiene esa acepción primera de atender, estar atento, pendiente de las palabras del hablante. Ahora se usa como oír,indebidamente. Escuchar es un acto volitivo ; oír, involuntario. Gracias, un saludo afectuoso.