Al abrir la CVI Asamblea General de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Ricardo Blázquez, su presidente, ha mostrado la preocupación de los obispos ante «la grave situación creada por quienes al margen y en contra de la ley pretenden romper la unidad de España». También ha condenado el atentado de París, y ha pedido para la Iglesia en los próximos años «un movimiento de conversión misionera de nuestras Iglesias, reavivar ardor evangelizador de nuestras comunidades y salir al encuentro de los que buscan en la oscuridad»
El cardenal Ricardo Bláquez ha condenado «enérgicamente», en nombre de todos los obispos españoles, los atentados terroristas de París, que «nos han producido profunda conmoción. Protestamos por que se utilice el nombre santo de Dios para justificarlo. Es una profanación o, como dijo el Papa ayer domingo, una blasfemia. Pedimos al Señor por las víctimas, los heridos y las familias. Que el Dios de la paz nos haga pacificadores». Así ha comenzado este lunes la CVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, que se celebra en Madrid hasta el próximo sábado, 21 de noviembre.
Después de rezar por las víctimas de los atentados y de recordar los cambios episcopales de los últimos meses, el cardenal Bláquez ha comenzado compartiendo con sus hermanos en el episcopado la experiencia del Sínodo sobre la familia: «Ha sido una asamblea laboriosa que ha culminado muy satisfactoriamente» con la relación final entregada al Papa «con el deseo de que dé esperanza y gozo a tantas familias en el mundo, orientación a los pastores y a sus colaboradores, y estímulo a la obra de evangelización. Fue una convicción generalizada el que la familia debe ser lugar central en la pastoral de la Iglesia».
El presidente de la CEE ha subrayado el «nivel muy alto de participación» durante el Sínodo. Los dos años de trabajo que ha tenido detrás muestran «la alta estima que la Iglesia tiene de la familia, la inquietud por la situación actual y la trascendencia de la familia para los ciudadanos y los cristianos». El sínodo «ha llamado la atención de la humanidad sobre el lugar insustituible de la familia; y a la Iglesia nos ha recordado que debe ocupar un puesto señero en su vida y acción pastoral».
Diálogo y acompañamiento
«El sínodo –ha continuado– habla de familia fundada en el matrimonio, comunidad de vida y amor, entre hombre y mujer para mutua complementariedad y transmisión de la vida». Pero «no se debe olvidar que hay situaciones que deben ser discernidas con respeto, caridad y esperanza», como las parejas que prefieren convivir y luego a veces piden el matrimonio por la Iglesia.
«Ante tales situaciones, en la medida de lo posible, se debe iniciar un diálogo y un acompañamiento, no condenando de antemano, sino escuchando, aguardando, mostrando humilde disponibilidad». El fruto de este acompañamiento «no se puede decidir de antemano». «Poner como signo del éxito de ese acompañamiento o del mismo Sínodo la admisión a la comunión sacramental de los cristianos divorciados y vueltos a casar es un angostamiento indebido».
«La comunidad cristiana debe mostrarse disponible a acoger a las personas que como hijos pródigos llegan heridas por la vida», guiados por «la misericordia que practicó Jesús. Se deben evitar las palabras y gestos ofensivos. No deben ser consideradas como excluidas de la Iglesia ni se les debe cerrar el paso a progresiva incorporación».
Papel de los obispos y conversión misionera
El cardenal Blázquez ha subrayado además el papel clave que en este proceso de discernimiento juegan la conciencia moral y el ministerio del obispo, que «debe acompañar a las personas en el discernimiento requerido por la situación concreta y emite última palabra» sobre este discernimiento. Este mayor papel, ha añadido, coincide con lo decidido por el Papa al reformar los procesos de nulidad.
Precisamente en el orden del día de la Asamblea Plenaria está el diálogo sobre la reforma de estos procesos. También se estudiará el borrador del documento “Jesucristo, salvador del hombre y esperanza del mundo”, así como del Plan Pastoral de la CEE para el período 2016-2020.
«Los obispos queremos ponernos al frente de un movimiento de conversión misionera de nuestras Iglesias, reavivar ardor evangelizador de nuestras comunidades y salir al encuentro de los que buscan en la oscuridad la felicidad y la salvación. Queremos ser Iglesias abiertas y acogedoras. Nos sentimos obligados a ofrecer a todos este bien inmenso que es conocimiento de Jesucristo», y «la alegría de la gran esperanza que Dios tiene preparada para sus hijos». Es muy adecuado, en opinión del presidente de los obispos españoles, que este nuevo plan pastoral arranque en el Año de la Misericordia, ha afirmado el presidente de la CEE.
Ante el desafío independentista
Acto seguido, al abordar la presencia de la Iglesia en la vida pública, el cardenal Bláquez ha mostrado su sorpresa por «las voces excluyentes del hecho religioso, especialmente de la fe católica en la vida pública y social», que están surgiendo en España. «Además de separarse del espíritu y letra de nuestro marco constitucional, que es aconfesional, manifiestan una clara tendencia al laicismo».
Asimismo, «nos preocupa la grave situación creada por quienes al margen y en contra de la ley pretenden romper la unidad de España. Hace varios decenios hicimos la transición a un régimen democrático. Poner en cuestión de manera unilateral esta situación introduce inseguridad, inquietud, incertidumbre, riesgo de caos, división de la sociedad. ¿Cómo ha sido posible que unas actitudes y hechos nos hayan llevado hasta pretender cambiar sentido de nuestra historia secular?» «Pedimos a Dios que otorgue a los gobernantes la luz, la serenidad y la fortaleza necesarias para acertar en esta complicada situación; para todos pedimos la regeneración ética y la imprescindible confianza en las instituciones que nos hemos dado para garantizar la justicia, el progreso, el orden y la paz social».
La Asamblea General de la Conferencia Episcopal también estudiará el informe sobre la situación del clero, realizado por la Comisión Episcopal competente. También se estudiarán los balances y liquidación presupuestaria del año 2014, los criterios de constitución y distribución del Fondo Común Interdiocesano para el año 2016 y los presupuestos de la CEE y de los organismos que de ella dependen. Y se analizará la petición de adhesión de la CEE a la solicitud de declaración de santa Bonifacia Rodríguez de Castro como patrona de la Mujer Trabajadora y la reapertura de la Causa de Beatificación de la Venerable Madre María de Jesús de Ágreda.