“La Iglesia Católica y la masonería son incompatibles”
Manuel Guerra Gómez (Villamartín de Sotoscueva, Burgos, 1931) es sacerdote, doctor en Filología Clásica y en Teología Patrística, y consultor del Secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Especializado en sectas y masonería ha escrito un gran número de artículos y, hasta la fecha, 28 libros sobre temas relevantes de religión y masonería. Para este prolífico autor es mucho el desconocimiento que se tiene sobre la masonería, pese a ser una de las organizaciones más influyentes del planeta, presente en las reuniones internacionales en las que se diseña el orden mundial. En su último ensayo, «Masonería, religión y política» (Edit. Sekoitia, 2012), Guerra pone de relieve el enorme peso de esta sociedad secreta, cuyo objetivo principal es hacerse con el poder universal.
¡Están cambiando el agua de la pecera sin que los peces se den cuenta!
Este grito de alarma, lanzado al parecer por un autor latino de comienzos de la decadencia romana, suena a símbolo de lo acaecido en los países occidentales desde el siglo XVIII. Sin ser conscientes de ello los cristianos, el paradigma y clima cristianos viene siendo sustituido por otro relativista, sincrético y laicista, o sea, masónico, y consecuentemente indigente de Jesucristo y de una ”nueva evangelización”. Uno de los factores, seguramente el principal, ha sido y es la masonería, aunque apenas se la mencione ni se pronuncia esta palabra, casi convertida en tabú.
Pero, con palabras del genial Chesterton, en El hombre eterno, “el cristianismo ha muerto muchas veces y otras tantas se ha alzado de nuevo, pues contaba con un Dios que sabía cómo salir del sepulcro”. Como su fundador, la Iglesia católica, crucificada casi siempre, resucita siempre.
¿Qué es la masonería?
Es una asociación secreta, esotérica (“interior”, no abierta al público, reservada a un grupo reducido, al cual se pertenece mediante ritos especiales de iniciación) y filantrópica o centrada en el hombre, que aspira a transformarlo en perfecto (Piedra Cúbica) en el plano natural por medio de los ritos de iniciación en los diversos grados y de la ayuda de los “hermanos” (tratamiento de los masones entre sí). El masón se perfecciona por su esfuerzo y vivencias personales, sin lo sobrenatural (revelación divina, redención, gracia y gracias de Dios).
Sus objetivos o fines se representan con la escuadra, el compás y el libro sagrado (Biblia, Constituciones masónicas, a veces libro con todas la páginas en blanco), la ”Piedra Bruta o Tosca” sin desbastar, tal como sale de la cantera, símbolo de los “profanos” (= no masones) y la Piedra Cúbica, perfectamente tallada en forma de exaedro, que simboliza a los ya masones.
¿Por qué es una sociedad secreta?
Los masones la califican de “discreta”. Pero es “secreta” en realidad, entre otras razones, por la escala de sus grados. Tres son los esenciales y presentes en todas las “obediencias” o ramas masónicas: Aprendiz, Compañero y Maestro. Los masones del primer grado conocen solamente lo de este grado e ignoran lo de los restantes —32 en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado (REAA), 89 en el Rito Misraim o egipcio, etc.—. Para ser masón con todos los derechos y obligaciones, hay que estar iniciado en el tercer grado.
Además los masones tienen obligación, bajo juramento reforzado por castigos horribles, al menos en su formulación, de guardar secreto absoluto de lo que hacen o ven en las logias, de los nombres de los demás masones, etc. El secreto es una táctica eficaz de la masonería para infiltrarse de modo inadvertido y, por lo mismo, sin provocar reacciones en las clases sociales, en las religiones, etc.
una poderosa mano invisible
¿Cómo está extendida la masonería hoy en el mundo?
El léxico masónico Obediencia o Potencia designa el conjunto de logias de los tres primeros grados, federadas bajo la dirección de la misma autoridad suprema. Las logias de los restantes grados forman la “masonería filosófica”, dirigidas por el Supremo Consejo del Grado 33, presidido por el Soberano Gran Comendador (ahora el Duque de Kent en la masonería regular o inglesa, etc.).
La madre de la masonería ha sido y es la Gran Logia Unida de Inglaterra (GLUI); ahora lo es solo de la masonería regular o Grandes Logias (una en cada nación y en cada Estado de EE. UU.). En 1995 contaba con 750000 miembros (desde entonces, su número ha descendido) en unas 8000 logias en todo el mundo. De ellas unas 172 en la Gran Logia de España (GLE) con casi 10000 miembros. En 1877 se escindió originando la masonería irregular o liberal, la de los Grandes Orientes; solamente el de Francia tiene más de 50000 masones. Se dice “irregular” porque no admite algunas “reglas” (regula en latín), normas obligatorias en la GLUI, por ejemplo, la creencia en el Gran Arquitecto del Universo. Por razones extrañas el Gran Oriente Español, la rama masónica más importante desde la Guerra de la Independencia hasta 1939 por el número de sus miembros y por su influjo socio-político, se fusionó con la GLE en marzo de 2001.
¿Tiene alguna relación la masonería con la religión?
El deísmo consiste en la creencia en un hacedor de las cosas, pero sin que posteriormente intervenga en la historia de la humanidad, ni en la vida de los individuos. Tradicionalmente se ha considerado deísta a la masonería regular o inglesa por su aceptación del Gran Arquitecto del Universo. A.L.G.D.G.A.D.U. (letras separadas no por un punto, sino por tres puntos, vértices de un triángulo isósceles), sigla de “A La Gloria Del Gran Arquitecto Del Universo”. Suele figurar en la cabecera del “templo” (llamado también “logia, taller”) y en el encabezamiento de los documentos masónicos. Pero la creencia en el Gran Arquitecto del Universo parece ser compatible con el politeísmo; pues, tras algunas de sus reuniones en la logia, los masones celebran un banquete ritual, por ejemplo los solsticiales (en los solsticios de verano —24 de junio, aniversario de la fundación de de la masonería: 24.6.1717— y de invierno —27 de diciembre—). En los banquetes masónicos está mandado hacer al menos siete libaciones con brindis al Gran Arquitecto del Universo y a seis deidades de la religión romana (Júpiter, Marte, Venus, Mercurio, etc.).
Este es un síntoma de sincretismo, que caracteriza el concepto de lo divino en la masonería regular. Según la mitología tradicional de la masonería, la “Palabra Perdida” se refiere a los secretos de Hirán Abí (castellanización del hebreo “Hiram Abif”), arquitecto del templo salomónico de Jerusalén. Se habría perdido cuando Hirán fue asesinado. Salomón habría ordenado su sustitución por otras palabras provisionales. Es el núcleo de los ritos de iniciación de los grados 3.º al 14.º en el REAA (el de los 33 grados o peldaños). La masonería habría encontrado la Palabra Perdida: ”Jahbulón”. Sería el nombre propio de Dios, nombre sincrético o mezcolanza, acrónimo de Jah (abreviatura de “Yahvé”, judaísmo), Baal (nombre del dios mistérico cananeo, que tanto sedujo a los judíos) y On, nombre del dios egipcio Osiris según la interpretación masónica.
Un vez encontrada la Palabra Perdida, la masonería la mantuvo “oculta, escondida”, como si no existiera para los ”profanos”. Cuando Walton Hannah la puso al alcance del público en 1952, se produjo una gran conmoción, quedando patente su incompatibilidad con el cristianismo. El Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra (anglicanismo), tradicionalmente filomasónica, declaró que “Jahbulón debe ser considerado (un nombre) blasfemo”. Bastantes anglicanos, varios de ellos obispos, abandonaron la masonería. La GLUI, abrumada por las críticas, en 1989 “recomienda al Supremo Capítulo que en el ritual se suprima toda referencia a la Palabra Perdida: Jahbulón”.
¿Ha sido ejecutada esta recomendación —no mandato— en todos los rituales y en todas las Grandes Logias?
El sincretismo masónico, como la masonería misma, es relativista. O sea, prescinde de la existencia de la verdad objetiva, vigente en todas las épocas y regiones. Afirma la igualdad de todas las religiones en cuanto a su verdad objetiva y a su eficacia salvífica. Cataloga la pluralidad de las religiones y sus diferencias como reflejo fosilizado de las circunstancias socio-culturales e históricas de la vida de su fundador y del desarrollo posterior de cada religión. El sincretismo masónico promueve movimientos y la celebración de congresos, etc., ecuménicos e interreligiosos (Parlamento de las Religiones, Foro Espiritual, Iniciativa de Religiones Unidas, Conferencia Mundial para la Religión y la Paz, etc.) en el plano internacional, nacional y regional. Por contagio del entorno sincrético y masónico, entre los católicos el sincretismo puede convertirse en uno de los “pecados históricos” de nuestro tiempo.
El sincretismo, además, es un medio para la implantación de “la” religión superior y superadora de todas las religiones. Ya en las Constituciones de Anderson, promulgadas en 1723 (solo seis años después de la fundación oficial de la masonería, 1717) y aceptadas por todas las Obediencias masónicas, se admite “la religión en la que todos los hombres están de acuerdo”, o sea, “lo común a todas las religiones”. La masonería sería “la religión”, no “una religión”. Lo específico o exclusivo de cada religión concreta queda condenado a arresto domiciliario en el foro de la conciencia o dentro de sus templos. Por eso, los espacios públicos (calles, universidades, colegios, hospitales, centros políticos, etc.) deben reservarse para lo común a todas las religiones, a lo masónico; vetado para lo específico de cada religión (fuera crucifijos, asignatura de religión, símbolos navideños, etc.). Es el laicismo masónico.
¿Hay mujeres en la masonería?
Vulgarmente se afirma su existencia en los Grandes Orientes y su inexistencia en las Grandes Logias. Pero propiamente no es verdad ni una ni otra afirmación. Las mujeres quedaron excluidas de la iniciación masónica ya en las Constituciones de Anderson. No obstante, al menos desde 1775, existen las llamadas Logias de Adopción, formadas solamente por mujeres, sobre todo esposas y familiares de los masones. Su ritual consta de cuatro grados. Necesitaban la tutela y supervisión de una logia de varones.
Tampoco hay masonas en el Gran Oriente de Francia (GOF). En 1974 lo intentaron seis mujeres, pero su ingreso fue rechazado por el 56 % de los votos en su “Convento” o asamblea general. En cambio, las hay en ramas desgajadas del Gran Oriente. Existen Obediencias de logias exclusivamente femeninas (Gran Logia Femenina de Francia con más de 12000 miembros; unos 100 en la de España, restaurada en 2005, etc.), también mixtas o de varones y mujeres (Derecho Humano, la primera mixta, del año 1893, con 14000 miembros en Francia, unos 200 en España; Gran Logia Simbólica Española (la más numerosa e influyente en España tras la GLE), en la cual hay también logias exclusivamente masculinas y femeninas.
todo es relativo (menos que todo es relativo)
¿Cómo influye la masonería en la sociedad?
“Las ideas cultivadas en la logia han cambiado la sociedad” (Pierre Lambichi, Gran Maestro del GOF 2008-2010). “La logia es el laboratorio de la sociedad” (Pierre Simón, Gran Maestro de la Gran Logia de Francia, 1979). La masonería influye, en primer lugar, por el número y condición social de sus miembros en activo, también por los “durmientes” o “en sueños”, o sea, los que —sin haber sido expulsados— han abandonado su logia, pudiendo reincorporarse si lo desean. Al margen de los casos de verdadera conversión religiosa, los durmientes generalmente conservan la mentalidad masónica (relativismo, laicismo, silenciamiento de Jesucristo, marginación y hasta animadversión hacia la Iglesia católica, insistencia en la oposición ciencia-fe, razón-revelación, etc.). El número de los durmientes es bastante elevado: más de 10000 en Argentina (julio, 2001); desde 1975 “en España se han iniciado unas 12000 personas, quizás algo más, pero la gran mayoría ya no está activa” (afirmación de un masón, marzo 2006).
Además, influyen:
a) mediante las “fraternidades” profesionales. Todos sus miembros son masones y todos de la misma profesión, aunque no necesariamente de la misma Obediencia ni Rito masónicos y país; por ejemplo, todos políticos, financieros, policías, etc. El lector puede imaginar una reunión de la Fraternidad Parlamentaria española, integrada por masones diputados y/o senadores del PSOE, ERC, PP, CIU, etc. Lo tratado allí está sometido al secreto masónico, pero allí —al menos a su presidente— se informa de todo. Más aún, en la Fraternidad de los Altos Funcionarios de Francia, se delibera y se decide sobre el ascenso de los funcionarios (afirmación de uno de sus miembros, el ex-Venerable Maestro Maurice Caillet, luego convertido al catolicismo).
b) Las logias encubiertas, cuyos miembros son todos masones, pero no de la misma profesión, por ejemplo, la Logia Propaganda Due (P2), cuyo objetivo era governare senza essere al governo, “gobernar sin estar en el gobierno” (afirmación de su Venerable Maestro Licio Gelli en 2006). Su existencia es conocida solamente por sus miembros y por los de los grados superiores (30.º-33.º).
c) Las organizaciones-pantalla. No todos sus miembros son masones, aunque al menos la mayoría participen de la mentalidad masónica. Está garantizada la docilidad de sus directivos —masones o no— al talante y directrices masónicos. Casos españoles: la Institución Libre de de Enseñanza, Europa Laica y tantas otras organizaciones apellidadas “laicas”, sinónimo de “laicistas”.
¿Qué relación guarda el Nuevo Orden Mundial (NOM, NWO en inglés) y la masonería?
La masonería ha sido y sigue siendo el factor principal del NOM. Se ha hablado del Nuevo Orden Mundial ya desde 1737 en el célebre discurso escrito por A. M. Ramsay para una reunión de las primeras logias francesas. El proyecto de un poder o gobierno único fue lanzado ya en 1804 por el masónico Supremo Consejo de Charleston (EE. UU.). La Sociedad de Naciones se gestó en el Congreso de las Obediencias masónicas de los países aliados (París, 28-30 de junio de 1917, segundo centenario de la fundación de la masonería. ¿Qué se estará proyectando para el tercer centenario, 2017?). Lo gestado en el seno de las logias masónicas nació con la intervención de Wilson, uno de los presidentes masones de EE. UU., quien expidió su partida de nacimiento (enero, 1918) cuando a los 13 puntos del Congreso masónico, añadió el 14, en el que proclamaba “la creación de la Sociedad de Naciones”, disuelta en abril de 1946, y sus bienes traspasados a la recién creada ONU.
Los promotores del NOM proponen la existencia de un/una solo/a (gobierno, moneda, tribunal de justicia, ejército, lengua, religión, ética) en la “aldea global” en que está convirtiéndose la Tierra, la humanidad. Los políticos van desarrollando el NOM, pero sus hilos son movidos por los grandes financieros de familias tradicionalmente masónicas (Rothschild, Rockefeller, Morgan, etc.) con sus bancos, fundaciones, universidades, etc. Ya en mayo de 1931 Pío XI afirma que unos pocos consiguen adueñarse del poderío económico y, por medio del mismo, controlar el poder político nacional e internacional (encíclica Quadragessimo anno, 39-40).
¿La Iglesia católica y la masonería son compatibles?
Son numerosos (371, el primero el de Clemente XII en 1738) los documentos pontificios de cierta entidad y más de dos mil las referencias papales contra la masonería. No obstante, se está propalando —también por conocidos masones— que, tras el Concilio Vaticano II, la Iglesia ha cambiado su actitud respecto a la masonería y que ahora ya se puede ser católico y masón al mismo tiempo. Para comprobar que no es así, basta citar la “declaración” sobre la masonería (26, noviembre, 1983) —todavía vigente— de la Congregación de la Doctrina de la Fe, firmada por su presidente, el entonces cardenal J. Ratzinger, con la aprobación de Juan Pablo II:
“Se mantiene inmutable el juicio negativo de la Iglesia respecto a las asociaciones masónicas, ya que sus principios han sido considerados siempre inconciliables con la doctrina de la Iglesia y, por lo mismo, la adscripción a las mismas permanece prohibida. Los fieles que pertenecen a las asociaciones masónicas están en estado de pecado grave y no pueden acceder a la sagrada comunión”.
Jorge Santana Dumas