Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre (San Juan 10, 11-18).
COMENTARIO
Buena noticia la de este domingo en que nos dice Jesús: “yo soy el Buen Pastor”, con esta palabra nos viene el recuerdo del salmo 23: “el Señor es mi pastor nada me falta”.
Ha habido momentos en mi vida, y a mi parecer todavía colea, que esto de que el Señor se ponga como Pastor y nos trate como ovejas parece que nos gusta poco o nada e incluso desde la crítica externa se nos ha tratado ya no de ovejas sino de borregos, y esto todavía nos gusta menos. Ahora bien, si el Señor Jesús dice de sí mismo que es el Buen Pastor a mí nada me importa ser oveja de su rebaño. El asunto es sencillo, escoges libremente ser oveja del Buen Pastor que además te enseña a ser un buen ciudadano, o te pasas la vida obligado a ser un ciudadano y también un súbdito de unos señores partidistas que se pasan la vida peleando para conseguir mandar y crear leyes para que las cumplan principalmente los votantes. Pertenecemos a un mundo cada vez más injusto, intransigente, violento, déspota, e hipócrita y es necesario empezar a creer y organizar un mundo donde la justicia, la paz y el desarrollo de los pueblos sean los programas principales de los hombres en colaboración con el Dios que se ha manifestado como Amor.
Por lo tanto hay que empezar a no tener miedo a ser oveja porque no tiene nada de despectivo, al contrario, ser oveja es aceptar un término de manera voluntaria y no impuesto, que no nos exige obedecer al pastor, aunque tener un Buen Pastor tal como nos narra el Evangelio de hoy es todo un honor. Tanto, que seguirlo y obedecerlo nos permite experimentar una vida nueva donde el otro y los otros son los que nos ayudan a tener la experiencia de que el amor es posible, primero por saber que no estamos solos y segundo por saber que estamos necesitados de escuchar y ser escuchados. En esto consiste la vida eterna, en que el amor existe.
Dicho esto, hoy el Evangelio es muy sugerente, nos habla de ovejas que van y vienen a comer buenos pastos. También nos habla de buenos rediles con puertas que ayudan a descansar y estar protegidos de ladrones y lobos. Puertas que sirven para entrar y salir y que nos sugieren ideas acerca de nuestra
vida en cuanto que entramos y salimos de la misma, llegamos y nos vamos. Nos urge saber ¿para qué vivimos? Se me ocurre leyendo este Evangelio que venimos y estamos en la vida para aprender que hay uno que llamamos Dios que nos ama y que se nos ha hecho presente en Jesucristo como Buen Pastor que entrega su vida libremente por nosotros y que nos enseña que el amor y la entrega van unidos. Por esto es verdad que se puede amar al rebaño de este redil y también a los de otros rediles. Porque amar, según se nos dice en este Evangelio es entregar la vida libre y voluntariamente, esto es lo que ha hecho el Buen Pastor, y por esto es bueno escoger ser oveja de este redil. Buena noticia es esta.