Desde siempre, en general, a los difuntos se les enterraba, es decir, se cavaba en la tierra y se depositaban los restos mortales en tierra: de ahí enterrar. Hasta hace muy poco, cuando la Iglesia aceptó la incineración (porque ya no se vinculaba a ideas materialistas), el ánfora que contenía las cenizas —no vamos a fijarnos en ciertas costumbres de esparcirlas, en el mar, arrojarlas desde una avioneta o diseminarlas por un campo alejado…— se guardan en otros sitios especiales que cada familia suele tener…,
El caso es que tanto los cadáveres de nuestro seres queridos o de tanta gente, lo mismo que esas ánforas de cenizas, también se ponen en nichos, por encima del suelo en varios pisos, porque hay que ganar espacio y muchas veces ya no se puede seguir excavando fosas para enterrar.
Y aquí surge la pregunta: quienes duermen el sueño de la paz en los nichos, hasta el día de la resurrección al final de los tiempos, cuando vuelva Jesucristo a juzgar a vivos y muertos, ¿cómo deberíamos decir?: ¿enterrar o debemos inventar la palabra «ennichar»?
Jesús Esteban.