Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».
Él les dijo:
«Cuando oréis decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en la tentación»». (Lucas 11, 1-4)
“Non multum sed multa” reza un sabio principio latino. De algún modo es lo mismo que decir màs vale profundidad que profusiòn. Asi sucede con la oración que Jesus nos enseñò : pocas palabras pero que encierran el tesoro más grande que se nos ha concedido pues , en verdad, podemos decir que Dios es nuestro Padre.
Por encima de esto no hay don mayor. ¡ Padre ,Padre es que Dios es nuestro Padre! digámonoslo una y otra y otra vez…y, sobre todo, disfrutemos de vivir como hijos suyos.
Santa Teresita se quedaba prendida de esta palabra cuando la pronunciaba, sus ojos se llenaban de lágrimas y no podía avanzar más en su oración.
Intentemos rezar cada día con el corazón y no como autómatas recitadores de fórmulas. Pongamos nuestro ser en lo que decimos y dejemos descansar a nuestra alma en esta verdad.
Recemos el Padrenuestro con nuestro esposo o esposa,con nuestros hijos, con aquellos que más amamos y dejemos que el rio impetuoso de gracia que desciende sobre nosotros a través de estas palabras nos pacifique por dentro. Y es que si Dios es el Padre lleno de bondad que todos deseamos tener ¿ que nos puede suceder que no sea para nuestro bien pues nuestro Abba del cielo todo lo dirige en nuestro favor?
“Abba” era el balbuceo con el que los niños hebreos llamaban a sus padres. Para nosotros equivale de algún modo a decir “papaíto”. Pues bien ,nuestro “Papaìto” cuida de las aves del cielo, de las flores del campo y ,si asi lo hace con estos seres inanimados, ¿que no hará por nosotros?
A nosotros nos toca ser cada vez más niños para dejarle más espacio de actuación en nuestras vidas .¿ Quien no desea reposar en loa amorosos brazos que la ternura infinita nos tiende? Por mucho que nuestro cuerpo crezca y se desarrolle nunca nos salimos de la mano de Dios. Hagamos en estas manos bondadosas el nido que deseamos y vivamos en la fe y en el amor.
Quedémonos ahí ,sin movernos, toda la vida y que, aunque el tiempo vaya transcurriendo y todo sea cambiante y la vida traiga muchos sucesos y agitaciones…nosotros permanezcamos siempre allí ,en las manos de nuestro Padre, sin salirnos nunca, viviendo con El en El y para El todos los momentos de felicidad y sufrimiento de nuestra corta estancia en la tierra. Entonces la muerte solo será dormir una vez más en la palma de la mano de nuestro Padre para, al despertar, contemplar su rostro por siempre.