Elegía al niño Charlie Gard
En memoria de otra víctima de la eutanasia.
– ¡En la vida Eterna,
los misericordiosos brazos de Dios, Dios Padre,
Charlie Gard, acurrucan
tus apenas diez meses de vida en la Tierra!
Diez, diez meses de vida, 5
que junto a tus consagrados padres,
Chris Gard y Connie Yates,
fueron la más agónica batalla por vencer
a un terrible enemigo:
el síndrome de agotamiento 10
mitocondrial, perverso destructor del cerebro,
otra impotencia de la ciencia médica.
– Tu muerte indigna contra Providencia Divina,
tu muerte indigna contra Madre Naturaleza,
tu muerte indigna contra el amor de tus padres, 15
fue por decreto ley
de un tribunal de inhumano derecho,
contrario al Derecho Humano a la vida,
y no a la muerte, sin la ayuda mecánica
de unas máquinas hospitalarias, 20
que contigo se comportaron, Charlie,
¡Más, más hospitalarias que los jueces!
– ¡Cómo tú, Charlie Gard,
otros niños nacidos y también sin nacer,
ya embriones o fetos, padecen, la sentencia 25
a muerte del aborto y la eutanasia,
programada por leyes de calidad sin vida,
sin Dios, sin esperanza, sin amor!
– El terrorismo médico-jurídico,
la trágica herencia de Esculapio, 30
tu vida, Charlie Gard, desconectó
del soporte vital
de unas máquinas hospitalarias,
¡Pero no del amor de Dios ni de tus padres!
Diego Quiñones Estévez.