Un ingeniero de aeronáutica recibe un buen día una llamada del Director de una importante compañía aérea quien le solicita un avión para una nueva línea aérea que desea poner en marcha. Quiere un avión fuerte y potente que vaya por encima de los 10.000 metros, con una capacidad para 300 pasajeros y un peso de 5.000 Kg.
El ingeniero comienza a hacer cálculos y a estudiar. Primero lo proyectó con un motor muy potente en el centro, pero llega a la conclusión de que no es posible. Lo proyecta entonces con dos buenos motores, uno a un lado y el otro al otro lado, pero descubre también que no es suficiente para las características que va a tener el avión. Así es que llega a la conclusión de que necesita un trimotor, necesita tres motores: uno en el centro y otro a cada lado. De esta manera, este avión cumplirá con los requisitos que necesita cumplir; un fuerte fuselaje, potente, que vaya por encima de los 10.000 metros, con una capacidad para 300 pasajeros y que soporte un peso de 5.000 Kg.
Después de esto, con los planos y el proyecto ya terminado va a los talleres para que comiencen a fabricarlo. Una vez terminado, el ingeniero se pone en contacto con el Director de la compañía aérea para comunicárselo y le invita a probarlo en el aeropuerto de pruebas correspondiente. Despegan de la pista y empiezan a coger altura, con una cierta velocidad, con el peso necesario y con sus tres motores en marcha.
De repente algo falla, uno de los motores se detiene. ¡Es una emergencia! Hay que buscar un aterrizaje rápido ya que las características de este avión requieren del perfecto funcionamiento de los tres motores y no es posible continuar únicamente con dos motores.
De la misma manera, el ser humano es un “trimotor” y necesita del perfecto funcionamiento de los tres motores para vivir (cuerpo, mente y espíritu). Así creó Dios al hombre y esto suponía unas exigencias para el perfecto funcionamiento. El ser humano, haciendo mal uso de su libertad, no tuvo en cuenta el tercer motor y se olvidó de él, pero el hombre está diseñado para funcionar y para vivir con los tres motores. Se empeña en funcionar con dos motores y por eso va de tumbo en tumbo.
Un trimotor al que se le estropea uno de los motores no se convierte en un bimotor, sino que sigue siendo un trimotor pero estropeado. El hombre, según el proyecto de Dios, nunca estará completo si no tiene en perfecto funcionamiento los tres motores. Podrá cuidar y tener en perfecto estado su cuerpo y su mente (salud, belleza, equilibrio, fama, dinero, etc.) pero si descuida su dimensión espiritual, la Vida de Dios, nunca descubrirá el auténtico propósito de su vida ni la plenitud para la que ha sido creado.
Si hiciéramos una breve encuesta para saber lo que la gente piensa acerca del cristianismo, seguramente nos encontraríamos con respuestas de este tipo: una ideología, un tinglado social, una institución bien organizada, una doctrina, algo propio del pasado, etc. Algunas de estas respuestas podrían tener algo de verdad, pero ninguna de ellas acierta en el blanco.
La auténtica respuesta nos la ofrece el propio Jesús en el Evangelio de Juan: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (10:10). Esta es la respuesta correcta: el cristianismo es VIDA, una Vida Nueva y una Vida abundante. Por eso nos dice Jesús: “Al que tenga sed yo le daré gratis de la fuente del agua de la vida” (Apocalipsis 21:6). Para esto vino Jesucristo, para darnos vida de verdad, una Vida Nueva.
Esta vida, la Vida de Dios, es un don; es decir, un regalo que se te ofrece gratuitamente. “Si conocieras el don de Dios” (Juan 4:10), te dice hoy Jesús a ti. Es decir, si supieras lo que Dios tiene para ti, tu vida sería diferente. Este don y esta Vida de Dios que te permite volar alto como un auténtico trimotor, es gratuito, sobrenatural y permanente.
¿Quieres saber más acerca de esta VIDA y comenzar a vivir e
n plenitud? Ponte en contacto con nosotros aquí…
Onofre e Icíar.