“Entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: “Escrito está: “Mi casa es casa de oración”, pero vosotros la habéis convertido en una “cueva de bandidos”. Todos los días enseñaba en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían que hacer, porque el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo”. (Lc 19, 45-48)
Parece que Jesús nos quiere acostumbrar a escuchar de sus labios estas obviedades. Jesús dice que el templo es “su casa”, es decir, la casa de Dios. Y no está de más que nos lo repita, pues parece que a veces lo olvidamos. En cuántas ocasiones hemos entrado en una iglesia, y hemos escuchado ese murmullo molesto de voces sigilosas que no se recatan de saludar al vecino, preguntarle como está, darle algún recado o preguntarle por un pariente, todas ellas, por supuesto, cuestiones de buena educación, o muy caritativas, pero que sumadas y dichas en tiempo inoportuno, convierten al templo en la sala de espera del médico del seguro.
Incluso, ahora, en las horas difíciles por las que hemos pasado los españoles a causa de la ya fallida declaración de independencia de Cataluña, el espacio ante el altar sagrado de alguna iglesia, ha servido para realizar el recuento de votos de un referéndum con el templo repleto de fieles, y era un sacerdote o diácono, que no lo recuerdo bien, el que los clasificaba allí de modo cuidadoso, alineando los grupos de papeletas con los “síes, noes y las abstenciones”.
Puede parecer un caso límite, pero no lo es, porque los prelados de varias diócesis en la zona, han tenido que impartir circulares sobre la correcta doctrina de la iglesia de Cristo a este respecto, toda vez que desde muchos púlpitos, se habían transformado las homilías de culto en ardientes proclamas sobre la independencia política. Así, debemos reinterpretar la cita bíblica de Jesús, y decir, que ahora, entre nosotros, el templo se ha convertido en “cueva de políticos”, y tal apreciación tampoco se compagina con el título elegido para este comentario, que queremos mantener y respetar, pues el templo, es solo, y sobre todo, casa de oración, pues escrito está: “Mi casa, es casa de oración”.