Entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles “Está escrito: Mi Casa será Casa de oración. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos!” Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los notables del pueblo lo buscaban para matarle, pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo. Lc 19,45-48
Cuando el evangelista San Lucas escribe estos textos el Templo ya está destruido, ahora bien, al comentar la Buena Noticia que nos trae hoy el Evangelio vemos a Jesús que una vez que ha hecho su entrada triunfal en Jerusalén se dirige al Templo y lo encuentra tomado por los enemigos, (vendedores y cambistas) expulsa a los mercaderes, purifica el Templo y toma posesión de su casa donde ejercerá su último ministerio. Nos da la impresión de que este texto tiene algo más de una mirada, a primera vista es que los evangelistas, en este caso San Lucas nos presentan a Jesús que toma posesión del Templo utilizando la violencia y esto nos resulta chocante, pero por otra parte, también hay que recordar que está escrito que el que destruye el templo de Dios, será destruido por Dios, porque el Templo de Dios es Santo y Él nos ha hecho Templos de su Espíritu Santo. Es por esto por lo que cuando Jesús entra en Jerusalén y se dirige al Templo de Dios, a su Templo, viendo que está tomado y cercado por el enemigo, se proponga hacer un látigo y con violencia arroje al enemigo del Templo, significados en los vendedores y cambistas, “porque nuestra lucha no es contra la carne ni la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espí ritus del Mal que están en las alturas ” (Ef 6,12).
Sea como fuere el Evangelio de San Lucas es el Evangelio de la salvación, está fundamentalmente dirigido a los gentiles y a los gentiles se nos ha anunciado y enseñado que somos Templo del Espíritu Santo y esto ya es una buena noticia para todos los hombres de hoy, porque este texto nos enseña que por encima de todo lo primero que hay que hacer es respetar y tener en cuenta la casa, respetar y tener en cuenta el Templo y respetar y tener en cuenta al ser humano que es el fundamento de todo lo creado. Por esto dice el Señor: “amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Porque cuando maltratamos a una persona o la humillamos, la calumniamos o la despreciamos, cuando le quitamos la vida a un ser humano, cuando le robamos la inocencia a un niño, cuando los que de una u otra forma atentamos contra otros seres humanos estamos atentando contra nosotros mismos y contra Dios que nos ha hecho Templos vivos de su Espíritu Santo. El templo que no es casa de oración se convierte en mercado y cueva de ladrones, no vamos al templo a para obtener impunidad y creernos buenos o a enderezar las cosas torcidas con limosnas, diezmos o rezos, no podemos ir al templo y seguir robando, explotando y haciendo daño a los otros. Vamos al Templo a recibir el perdón de nuestros pecados y a saber o aprender de paso que perdonar y descubrir al prójimo es lo mejor que nos puede pasar para comenzar a construir un mundo nuevo, donde el otro es Cristo.