El suicidio es un hecho absolutamente impactante y rodeado de un gran halo de misterio. Tener noticia de un suicidio, saber que alguien quiere suicidarse o experimentar uno mismo el deseo de suicidarse son situaciones con una gran carga emocional y enigmática. La primera pregunta que surge es ¿por qué? ¿Por qué alguien se quita la vida? ¿Por qué no quiere seguir viviendo?
No es fácil dar respuesta a esta primera pregunta ni a las que se derivan de aquí, ya que suicidarse (o querer suicidarse) es hacer (o querer hacer) deliberadamente algo para quitarse la vida. Sin embargo, la vida es el fundamento esencial y absolutamente necesario de todo lo que hacemos, pensamos, queremos, deseamos y sentimos. Por tanto, quitarse la vida es atentar contra el fundamento de la propia existencia. Es, pues, la expresión más radical de agresividad contra uno mismo; algo, antropológicamente, incompresible.
Para acercarnos a este enigma intentaremos dar respuesta a algunas de las muchas preguntas que se plantean.
cada cinco minutos siete suicidios
¿Qué es el suicidio? El suicidio es un acto por el que, deliberadamente, se busca la propia muerte. Por tanto, para poder hablar de suicidio es preciso que haya una intencionalidad clara de causarse la muerte y que esa intención sea la meta principal. En sentido estricto, no sería suicidio la muerte que se provoca un terrorista ni la de quien se inmola por el bien de alguna causa. En estos casos, o en otros similares, la propia muerte es algo previsto e inevitable pero no buscado como principal objetivo. La explicación de estas muertes es también compleja pero excede el contenido de este escrito.
Por la misma razón, la muerte causada por llevar a cabo actividades de alto riesgo tampoco sería un suicidio aunque plantea serias cuestiones sobre el derecho a poner en juego la propia vida sin una razón proporcionada.
¿Cuál es la magnitud del problema? El suicidio es responsable de la mitad de las muertes por violencia que ocurren en el mundo. En el año 2000, alrededor de un millón de personas murieron por suicidio; lo que supuso una muerte cada 40 segundos. En los últimos 45 años, las cifras de suicidio se han incrementado en un 60% y la tendencia sigue en aumento.
Actualmente, el suicidio es la tercera causa de muerte en personas de ambos sexos que se encuentran entre los 15 y los 45 años. Por encima de esa edad, la proporción disminuye porque aumenta la frecuencia de enfermedades mortales, pero la incidencia del suicidio sigue siendo alta.
¿Qué es un intento de suicidio? El intento de suicidio es todo acto destinado a quitarse la vida que no alcanza su fin. El motivo por el que se frustra ese objetivo puede ser muy variado. A veces, porque fallan los medios que hubieran causado la muerte (algo detuvo la caída, salió vivo de un accidente buscado, etc.). En ocasiones, porque intervienen otras personas que logran detener el acto, disuadir de que lo llegue a consumar, o recuperar las funciones vitales. En otros casos, porque el intento de suicidio se llevó a cabo con medios o de formas muy poco eficaces (reducido número de pastillas o de baja toxicidad, cortes poco profundos o en lugares de poco riesgo, etc.).
En cualquier caso, es importante no olvidar que todo intento de suicidio tiene un riesgo potencial que aumenta con el número de veces que se lleva a cabo. Por tanto, no se debe minusvalorar el riesgo por haberse repetido numerosas veces. Al contrario, se debe tener el convencimiento de que cada vez el riesgo es mayor y, en consecuencia, urge más una atención especializada.
desesperanza extrema con fondo patológico
¿Por qué el suicido? Ésta es la pregunta crucial para entender el suicidio: ¿cuáles son las causas que llevan a una persona a buscar el suicidio? Sin embargo, su respuesta es difícil porque el comportamiento humano es siempre complejo (raramente es explicable por una única variable, siempre intervienen varias: personales y ambientales, temporales y espaciales) y más complejo si cabe cuando lo que se pretende es quitarse la vida.
Se ha señalado un amplio abanico de causas que llevan a experimentar la vida como insoportable. Algunas tienen que ver con el dolor físico que puede llegar a ser insufrible. Si bien, los fármacos actuales hacen que sea muy excepcional suicidarse por este motivo.
La mayoría de las veces, experimentar la vida como algo insoportable se relaciona con la percepción que se tiene del mundo y de sí mismo. Esta percepción lleva a dos posturas, a veces no muy diferenciadas: desesperanza (no se ve solución ni salida a lo que se está experimentando como inaguantable) o necesidad de ayuda (se siente la incapacidad para afrontar, con las propias fuerzas, una situación vivida como insostenible).
Cualquiera de estas posturas suele llevar detrás un problema psíquico (escasa capacidad de afrontamiento o de resolución de problemas, inestabilidad anímica, impulsividad, etc.) o una auténtica enfermedad psíquica, entre las que destacan las depresiones (endógenas o reactivas a situaciones) y le siguen los trastornos de personalidad y algunos problemas psicóticos.
En ocasiones, hay una fuerte carga biológica, de tipo genético, que puede ser un notable condicionante, pero nunca un determinante absoluto para el suicidio. Así, más del 90% de los suicidios y tentativas repetidas de suicidio se relacionan con problemas o enfermedades psíquicas.
En consecuencia, el enjuiciamiento o la valoración moral sobre el suicidio siempre requieren tener en cuenta los importantes condicionamientos de la enfermedad mental en la libertad humana. En otros casos, se trata de una actitud existencial ante una vida que ha perdido sentido (por limitaciones físicas, afectivas o sociales, entre otras) y ya no se espera nada de ella ni de nadie más. Es, pues, una auténtica situación de desesperanza radical que tiene su raíz en una cosmovisión materialista y cerrada a la transcendencia.
escapar muriendo
¿Qué es lo que se busca con el suicidio? ¿Cuál es su finalidad? Esta pregunta tiene unas respuestas algo más fáciles que la anterior. Como se ha señalado, la mayor parte de los suicidios o los intentos de suicidio tienen como finalidad salir de una situación que se considera insostenible. Es decir, no es un deseo de morir por desear la muerte en sí misma sino un intento de escapar de la situación; ver la propia muerte como la única salida a algo que se vive como insoportable. Con cierta frecuencia, junto a esta perspectiva hay una dramática petición de ayuda o una particular llamada de atención, muy relacionadas con el perfil de personalidad de quien intenta suicidarse, pero que nunca deben llevar a minusvalorar su riesgo.
Menos frecuentemente, el suicidio tiene como fin infligir un cierto castigo a alguien por no haber actuado como lo esperaba la persona que busca suicidarse. De algún modo es un resarcirse de un supuesto daño culpabilizando de la propia muerte a quien se considera responsable de ese daño. Este tipo de respuestas está muy asociado a perfiles de personalidad inmaduros y marcadamente dependientes lo que vuelve a poner de manifiesto el fondo patológico que tiene el suicidio.
Finalmente, es casos muy aislados, la finalidad del suicidio es irreal o completamente absurda como puede ocurrir en algunos trastornos psíquicos graves del tipo esquizofrenia.
factores de riesgo y de protección
¿Cuáles son los factores de riesgo para el suicidio? El principal factor de riesgo es la presencia de una enfermedad psíquica, particularmente, algún tipo de depresión, sin la cual, es extraordinariamente raro el suicidio.
Sin embargo, para que se lleve a cabo un intento o se logre consumar el suicidio, es necesaria la presencia de algunos otros factores como la falta de apoyos familiares y sociales, contextos socioculturales muy individualistas, de marcado carácter materialista e impulsoras de la cultura de la muerte, dificultades económicas importantes o vivencias muy negativas y persistentes.
Al mismo tiempo, cuando se dan varios de los factores anteriores junto con algunas características de personalidad, como la impulsividad o la excesiva demanda de atención, el riesgo de suicidio es más alto. De hecho, en una persona impulsiva o muy dependiente, una situación de desesperación, emociones negativas intensas o profundas frustraciones pueden desencadenar un acto suicida sin apenas reflexión.
¿Cuáles son los factores de protección frente al suicidio? Los factores que han demostrado una mayor protección frente al suicidio son una familia estable, cohesionada y con buenos cauces de comunicación, amistades profundas, valores sólidos y bien fundamentados, las tradiciones que potencian los vínculos con los demás y el sentido transcendente de la vida. Concretamente la fe cristiana llega a ser una inestimable ayuda para sobrellevar una vida dura y llena de sufrimientos, pues le otorga un sentido y domina las posibles tendencias suicidas.
Por tanto, en las situaciones de gran sufrimiento, es una protección frente a la idea del suicidio tener un entorno familiar con comprensión, cariño y comunicación, disponer de personas de confianza con las que poder hablar y compartir el sufrimiento, recibir ayuda para enfocar mejor las cuestiones y tener un sentido religioso de la vida que fomente la esperanza y el amor.
luz roja ante conductas autolesivas
¿Cuáles podrían ser las señales de alarma de un posible suicidio? En algunos casos, no existen señales claras y específicas pero se pueden observar síntomas depresivos y un progresivo ensimismamiento y pérdida de intereses que deben hacer pensar en el sufrimiento que la persona tiene y en que pueda estar considerando la muerte como solución.
En otros casos, hay manifestaciones abiertas del deseo de morir, de la pérdida de sentido de la vida o, incluso, de la intención de suicidio. Todas estas expresiones son un claro riesgo y nunca se deben minusvalorar. En la misma línea irían, los abiertos sentimientos de culpabilidad, inutilidad o estorbo, así como algunas conductas autodestructivas como pueden ser el abuso de alcohol, las drogas o el abandono de medicación. Todas estas manifestaciones deben ser transmitidas con urgencia al médico psiquiatra.
¿Qué hacer si hay ideas de muerte o de suicidio? Para poder actuar ante las ideas de muerte o suicidio lo primero que debe hacerse es considerarlas seriamente. Al mismo tiempo y sin minimizarlas, conviene intentar ponerlas en su contexto: son ideas nacidas de una enfermedad o de unas circunstancias determinadas y, por tanto, no son expresión de la realidad absoluta y cederán al mejorar la enfermedad (como lo hace cualquier otro síntoma) o al afrontar mejor la situación.
Además, es importante hacer ver al enfermo que tiene apoyos y que debe dejarse ayudar por el entorno familiar y social, grupo de amigos, ámbito religioso y, necesariamente, a través de un médico especialista. Cabe también hacerle considerar que las ideas de muerte o de suicidio, a veces cobran gran intensidad y no son fáciles de controlar por lo que la intervención especializada es absolutamente imprescindible.
Asimismo es de gran ayuda facilitarle una apertura de su horizonte vital que le permita percibir los apoyos familiares y sociales que tiene y captar el sentido más profundo de la vida humana. Cuando hay suficiente sintonía con el plano sobrenatural, es importante que busque y descubra la amorosa protección de Dios y deshaga los posibles sentimientos de culpabilidad. En esta línea, será de gran ayuda una conversación que le facilite ver a Dios como un Padre que le quiere.
el inmenso beneficio de trascender
¿Qué hacer cuando alguien está intentando suicidarse? Puesto que se trata de una situación de urgencia que requiere serenidad, cercanía y decisión, es preciso mantener la calma. Para poder rebajar su nivel de angustia, es esencial en ese momento mostrar cercanía a fin de que pueda ver que se le está tendiendo una mano y contará con apoyos. A su vez se debe lograr ser rápidos en la detención del acto suicida, sin dejar de transmitir sosiego, y por supuesto solicitar ayuda urgente.
¿Qué hacer ante el suicidio de alguien cercano? Si el suicida es alguien cercano ante todo uno no debe culpabilizarse. En la mayor parte de los casos no hay razones para el trágico desenlace y no siempre es predecible ni evitable. De hecho, no deja de ser un enigma que hace imposible dar respuesta a todas las preguntas que surgen en cada caso.
Es necesario verlo siempre desde la perspectiva de un planteamiento desesperado de la vida, y en la mayor parte de las veces, derivado de una enfermedad psíquica. Evitar cualquier valoración ética o moral sobre la persona, ya que su libertad se ha visto muy condicionada por la percepción que tenía del mundo y de sí mismo.
Desechar el temor de posibles “contagios” puesto que dicha conducta no está determinada de forma absoluta. Cada persona es radicalmente singular y cada uno cuenta con sus propios recursos. Considerar siempre que Dios sabe más, que su caridad es infinita y que su omnipotencia y misericordia llegan hasta el último instante.
En definitiva, el suicidio suele ser expresión de algún problema o enfermedad psíquica en cuya prevención e intervención se aúnan, de forma extrema, los conocimientos científicos, el calor humano y la dimensión transcendente de la persona.